A poco más de un mes de las elecciones federales, se ha vuelto casi un lugar común señalar que el sistema de partidos está quebrado, que los partidos se encuentran en crisis y que están próximos a desaparecer. Habría que analizar seriamente cada enunciado de todo este planteamiento, pero como un ejercicio político-pedagógico hay que partir de la base de que es verdad. ¿Le conviene al futuro gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) un escenario con una oposición tan débil que no pese, políticamente hablando? Habrá a quienes desde las filas de MORENA les parezca aceptable (e ideal) una situación así, pero cualquier político con una mínima visión sabe que no es conveniente por la misma imagen del próximo gobierno.
La discusión aquí no es si los partidos de oposición se ganaron o no la paliza que han recibido. Es claro que esto fue el resultado del voto popular y si se acepta que el voto fue válido y que es la manera en que se decide qué partido existe o no, entonces las oposiciones se merecen su suerte, pero aquí lo que se está preguntando es si este escenario le conviene al gobierno entrante.
Por otro lado, también se ha convertido en un lugar común señalar que PAN, PRI y el minúsculo PRD están más ocupados peleando los restos de sus organizaciones que diseñando una agenda de oposición. Esto parece cierto y es lamentable; ganar estructuras les podrá dar recursos, pero no les dará futuro si no hay una agenda de oposición.
Algunos militantes de estos partidos de futura oposición están llamando a hacer una evaluación de lo que ocurrió. Sin embargo, así como están las cosas al interior de estas organizaciones, dichas evaluaciones se convertirán en un ejercicio de excusas y culpas que podría dividir y enrarecer todavía más el ambiente. Por lo demás, parece muy claro qué fue lo que falló el 1° de julio. En todo caso, es más constructivo elaborar una agenda “a la defensiva” y otra “a la ofensiva”.
Una agenda “a la defensiva” determinará lo que vale la pena rescatar del actual sistema. Por ejemplo, el PRI podría insistir en que se recalque el carácter laico de la educación, combatir cualquier idea de que se “consulte” esta cuestión. Juntos, PAN, PRI y PRD, podrían defender la existencia de los organismos autónomos. Al respecto, se podrían discutir presupuestos y sueldos, pero no funciones y autonomía. Estos tres partidos también podrían impulsar la defensa de las fiscalías autónomas, la general y la anticorrupción, y el aterrizaje de los sistemas de anticorrupción y de transparencia. Defender esto es limitar un poder que se les viene encima. Por su parte, el PRD podría tomar la palabra a Olga Sánchez Cordero referente a temas como la voluntad anticipada, la despenalización de las drogas o tratar de impedir cualquier intento de consulta sobre los derechos de las personas al matrimonio igualitario o el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo. Varios políticos de oposición podrían aducir que estos temas son de minorías. Es posible, pero hay noticias para el PAN, PRD y PRI: ustedes ya son minoría. Al menos, defiendan lo que han hecho porque eso es lo mejor del sistema que poco a poco se va diluyendo.
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