El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) tuvo su momento estelar cuando aquel marzo 28 de 2001 la comandante Esther se paró en la tribuna del Congreso de la Unión con “la palabra verdadera”, a “escuchar y ser escuchada”. Después de eso, todo fue cuesta abajo. La última gira de los zapatistas se hizo donde se podía, en telesecundarias, en casas de cultura. La prensa prácticamente ignoró las últimas cartas del Sup Marcos convertido en Galeano. La realidad y el tiempo devoran todo.
Después de años en el arcón de las cosas olvidadas, el EZLN intenta reinventarse con una interesante propuesta: una candidata indígena llamada María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy. Se trata de una médica tradicional que fundó la Calli Tecolhocuateca Tochan (Casa de los Antepasados), ubicada en Tuxpan, Jalisco, de donde es originaria. Tiene 57 años de edad y es madre de tres hijos. Fue elegida por el Congreso Nacional Indígena (CNI). Se trata de una política no profesional, es decir, no vive de la política, pero sí es una mujer política. Un detalle que no debe perderse de vista.
No escapa a nadie que este movimiento del EZLN es un nuevo intento de conseguir un mayor espacio político y la atención mediática perdida hace rato. Sin embargo, hay que decir que es una buena jugada política de los zapatistas. Marichuy es en sí misma un mensaje, pero este mensaje podría perderse en una candidatura testimonial. Entonces, cabe preguntarse: ¿qué está planeando el EZLN?, ¿usar una candidatura testimonial para salir de su encierro ya hacer campaña en toda la República? Si es este el camino hay noticias: fracasará como en todas las anteriores ocasiones.
No obstante, podrían haber otra vía: convertir la candidatura testimonial en una real, es decir, una candidatura independiente que cuente con votos reales. Para lograr esto se requieren varias cosas. En primer lugar, que una o muchas organizaciones comiencen, en los plazos que marque la ley, a recolectar firmas en apoyo a su candidatura. De acuerdo a la cantidad de simpatizantes del zapatismo, no parece esta una tarea imposible. Estas mismas organizaciones podrían apoyar esta candidatura para que, con pocos recursos, la candidata Marichuy hiciera una o varias giras por la República. Sería el encuentro de los más pobres, de los marginados de las decisiones, de los esperanzados, de los inconformes, de las mujeres con una igual. No el candidato farsante que apenas esconde su autoritarismo o el candidato que toda la vida la ha pasado en oficinas. No, sería el diálogo con una mujer que comprende su situación. Una mujer con un plus: no es una candidata que vive de la política y esto no es poco.
Por mínimo que sea su porcentaje en las encuestas, su presencia podría mover a otros candidatos a adoptar su agenda o partes de ella. Es de suponerse que esta agenda se parecerá a la de los zapatistas, pero agregará los muchos reclamos que a diario se hacen en cuanto la violencia y las desapariciones. Será una hoja de ruta para los candidatos de izquierda, si es que hay alguno en la contienda del 2018.
Si crece la candidatura de Marichuy, y ojalá sea así, sería un llamado de atención a todos los partidos y políticos profesionales. ¿Está la sociedad a la altura de una candidatura como la de esta mujer?
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