Por primera vez en la historia política de los Estados Unidos de América (EUA) una mujer será candidata a la presidencia de su país. A Hillary Clinton le ha costado mucho más trabajo del que se pensaba y la candidatura se ha decidido casi al último de la ronda de elecciones primarias. Un día antes de este martes 7 de junio, los superdelegados ya le habían dado la cantidad de votos necesarios para alcanzar la nominación, pero los triunfos en cuatro de los seis estados en juego (California, Nueva Jersey, Nuevo México y Dakota del Sur) la afianzaron.
Sin embargo, Bernie Sanders no se irá sin pelear. Con los triunfos en Dakota del Norte y Montana en la bolsa y una buena cantidad de votos en los estados en disputa, ha demostrado que su mensaje tiene peso e importa a los norteamericanos, sobre todo a la generación menor de los 35 años. Si Clinton y el Partido Demócrata quieren ganar la Presidencia no pueden ignorar la lucha de Sanders contra la voracidad de Wall Street y por un mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo del norteamericano medio. Sanders sabe esto y ayer, al final de la jornada, en un discurso donde no mencionó la necesaria unidad de su partido, prometió llevar su “revolución” a la Convención Demócrata.
Clinton cerró la jornada con un discurso en el que evocó a su madre y a la lucha de las mujeres por la igualdad. Sabe que este es uno de sus puntos fuertes ante un candidato republicano como Donald Trump, machista y prejuicioso. Lució renovada tanto en su discurso como en su persona luego de una agotadora batalla contra un contrincante que creció políticamente a lo largo de las primarias. A Clinton sólo le falta una última parada en el Distrito de Columbia, en la última elección primaria, y luego la Convención Demócrata el 25 de julio, en donde debe formalizarse su candidatura.
Trump sigue siendo el mismo de sus inicios como aspirante: controversial, racista y simplón. Pese a las promesas de su equipo de que se vería a un candidato mucho más al gusto de la clase política norteamericana, esto no ha sido así. Su última hazaña fue pedir que el juez que preside el caso del posible fraude en la Universidad Trump lo abandone porque su ascendencia mexicana representa “un conflicto de intereses”. Clinton salió en defensa del juez Gonzalo Curiel y le recordó a Trump que fue nominado por el entonces gobernador republicano de California, Arnold Schwarzenegger, y luego por el presidente Barack Obama. El ataque de Trump ha sido un error, según sus partidarios, pues no sólo desde el lado demócrata ha sido criticado. El líder republicano en la Cámara de Representantes, Paul Ryan, dijo que el comentario de Trump era “racista”. Igualmente, el líder republicano en el Senado, Mitch McConell, estuvo en desacuerdo con quien será el representante de su partido en la carrera presidencial. Newt Gingrich, exlíder en el Senado de los republicanos y exaspirante presidencial, descalificó los comentarios de Trump.
Los contendientes están listos y, como quiera que sea, la atención de los norteamericanos por la política se ha renovado como nunca. Una renovación de temas y candidatos que ha fortalecido su democracia.
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