Habla Urzúa

En esta columna y en otras publicaciones y discursos se criticó que Carlos Urzúa, en su renuncia, no fue lo suficientemente explícito. La carta de...

16 de julio, 2019

En esta columna y en otras publicaciones y discursos se criticó que Carlos Urzúa, en su renuncia, no fue lo suficientemente explícito. La carta de despedida fue un mensaje fuerte que se resumió en: se tomaron decisiones de política pública sin el suficiente sustento, la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la hacienda pública y la falta de una política económica libre de extremismos, pero no dijo qué políticas eran equivocadas, qué funcionarios se habían impuesto y quiénes eran aquellos que tenían conflicto de intereses. 

Después de esa renuncia y lo dicho por el presidente López Obrador minimizando la salida de su excolaborador, muchas plumas se pusieron a especular acerca del significado concreto de las palabras del ahora catedrático del Tec de Monterrey. Hubo quienes escribieron con una seguridad tal que se diría que habían hablado con Urzúa. Lo cierto es que el exsecretario se negó a ampliar su texto. Finalmente, en una entrevista publicada en Proceso desarrolla sus dichos. Lo que dice en el semanario puede resumirse en: 1) el principal conflicto de interés lo tienen Alfonso Romo, quien habría nombrado a la responsable del SAT y a los directivos de la banca de desarrollo; 2) el exfuncionario era partidario de atacar la desigualdad desde lo fiscal; 3) el desacuerdo con la cancelación del NAICM-Texcoco; 4) el desacuerdo acerca de la construcción de Dos Bocas; 5) el diferendo con Manuel Bartlett acerca de los gasoductos; 6) el voluntarismo del gobierno. Estos son algunos de los desacuerdos que el presidente López Obrador ha intentado hacer ver sólo como diferencias de puntos de vista, cuando en realidad son de una gran profundidad.

Hay más elementos de desacuerdo, pero cabe preguntarse: ¿por qué resistió tanto tiempo en su puesto si no había acuerdo casi en nada?, ¿creyó Urzúa, ingenuamente, que López Obrador iba a cambiar de opinión en algún momento?, ¿supuso que la realidad (cualquier cosa que sea) iba a lograr que el presidente se retrajera?  Carlos Urzúa no tiene la disculpa de decir que nunca había trabajado con el ahora mandatario federal. En su paso por la Secretaría de Finanzas del GDF también le renunció al tabasqueño.

Las revelaciones de Urzúa acaban con la especulación, las diferencias de fondo están en blanco y negro y sólo hay una conclusión: el exsecretario no quiso ser cómplice de las equivocaciones que está cometiendo el presidente y que, de seguir así, ocasionarán un quebranto económico, un aumento del autoritarismo como no se veía en décadas, y una división social mucho más intensa que la del 2006.

Sería importante que los demás colaboradores del ejecutivo fueran cuestionados acerca de si comparten la visión de su jefe. Queda claro que muchos están ahí por un afán de poder y seguramente riqueza (spoiler: la corrupción no se ha acabado), pero hay otros que seguramente están de buena fe, ¿se quieren hacer cómplices de lo que viene? Más adelante, no se valdrá decir: “yo no estaba de acuerdo, pero obedecía”.

Es su momento de bajarse del barco.

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