De acuerdo a la información periodística, los tenedores de bonos de inversión del cancelado proyecto del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México (NAICM) rechazan la oferta de recompra que hizo el gobierno de López Obrador. Según algunos, el rechazo se debe a la negativa de perder recursos en una inversión que debería ser rentable; según otros, los inversionistas quieren una garantía federal explícita de que van a liquidar la deuda. Se sabe que, si no se arregla este lío por medio del acuerdo, podría escalar hasta los tribunales, incluso los de otros países.
Esto ha servido para que analistas regresen al señalamiento del tremendo error económico que significó la cancelación del NAIM-Texcoco. De nueva cuenta han sacado a relucir los datos que demuestran que, al final, la opción Santa Lucía será más cara que terminar lo que ya lleva un avance. También, varios han señalado que resultará más insegura y se podría correr el riesgo de que esto impacte la decisión de algunas aerolíneas de volar a la Ciudad de México.
Más allá de la veracidad de estas versiones, el análisis está partiendo de bases equivocadas. Se está analizando la decisión de López Obrador, encubierta por la inválida consulta ciudadana, con los mismos criterios que se juzgaría la decisión de un Peña Nieto o un Calderón. Hay que entender que fue una decisión política tendente a establecer quien es el macho alfa en esta manada. Como bien lo dijeron algunos, fue un manotazo en la mesa.
Desde hace varios años, amplios sectores de la iniciativa privada se han convertido en un grupo de presión en contra de la clase política. De esta forma, han logrado aumentar sus espacios políticos y sus ganancias económicas. No hay en estas líneas un juicio moral acerca de la conducta de estos señores del dinero. Simplemente, hicieron lo que convenía a sus intereses. Curiosamente, algunas de las reformas de Peña Nieto molestaron a sectores de este gran capital, sobre todo la de telecomunicaciones y la fiscal. Ya se ha indicado en este espacio que buena parte del descrédito del gobierno anterior se debió a la guerra que le declararon varias organizaciones, muchas de las cuales ahora están prudentemente (eufemismo) calladas.
Había que dejar claro que las reglas del juego habían cambiado y, al parecer, se logró el cometido. ¿Qué tuvo un alto costo económico? En el corto plazo es posible, pero en lo que resta de los seis años (o de los 12 o 18), el poder económico lo pensará dos veces antes de jugar a las vencidas con el presidente actual. En el mundo, existen algunos mandatarios y partidos que le están recordando a quienes detentan las riquezas económicas que el poder político puede ser superior.
Se puede estar a favor (chairos) o en contra (antichairos) de la cancelación del NAIM-Texcoco, pero como acto político, ayudó a establecer las reglas del juego y de qué lado está el verdadero poder. Los tenedores de bonos debían leer con cuidado lo sucedido. Maquiavelo está aquí, señores. O, como dirían los rocanroleros: Elvis está en el edificio y es el rey.
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