Elecciones 2018: la absurda normatividad

Está claro que la sobrerregulación en cualquier tema siempre es contraproducente...

22 de febrero, 2018

Está claro que la sobrerregulación en cualquier tema siempre es contraproducente, dificulta que los participantes entiendan lo que se debe hacer y lo que no y dificulta que las instituciones apliquen con sentido común la espinosa selva de normas. Este es el caso de la normatividad electoral. Hay que aclarar que el pecado original no es del INE, sino de los legisladores que deseando evitar las trampas, las propician, pero el Instituto y el Tribunal Electoral han hecho su parte.

En primer lugar, el absurdo de las campañas disfrazadas (es un decir) de precampañas. Si los partidos coaligados ya tenían a sus candidatos, ¿para qué llevar a cabo un proceso de definición innecesario? No debió haber precampañas. Adicionalmente, en estos meses se hizo campaña para el círculo rojo y los medios. Todos los candidatos lo hicieron así. No hubo una campaña para los ciudadanos/as, es decir, para decirles cómo van a enfrentar los problemas de todos los días.

La última perla de este proceso es la prohibición para que haya debates entre candidatos durante el llamado periodo de intercampañas. Para empezar, a pesar de todo, los candidatos siguen haciendo declaraciones. El INE dice que las pueden hacer, pero sin promocionar el voto a su favor, ¿cómo demonios se hace eso? Cada declaración de Anaya, López o Meade, ¿acaso no es una promoción para que voten a su favor, así sea sobando el lomo a las tortuguitas o caminando en estado de ebriedad tras las palomas? En el extremo: los candidatos no pueden ir a una entrevista si hay otro candidato presente. Mucho dinero bajo cuerda correrá para que los candidatos sean entrevistados a diario. Adicionalmente, habrá una especie de (aburridos) “debates en cámara lenta”, en los que un día se entrevistará a uno, al siguiente día a otro, luego a un tercero y así. Esto quiere decir más farsa. Sería ideal que hubiera tantos debates como fuera posible, organizados por universidades, medios, clubs, logias, los castores, etc.

Esta decisión del INE ya ha provocado reacciones. Meade dice que seguramente el PRI impugnará (¿alguien sabe por qué sigue hablando como si la campaña y la candidatura fueran algo muy lejano?) y, en efecto, el tricolor ha señalado que presentará un recurso. El que de plano no tiene remedio es AMLO, quien ha dicho que él no debatirá en las intercampañas (probablemente tampoco después), que mejor debatan Anaya y Meade. Hay dos razones para que el líder de MORENA adopte esta posición: uno, va muy adelante en las encuestas, ¿para qué arriesgarse?; dos, ha demostrado que es malo para los debates. Es lento para responder y no tiene un discurso bien estructurado.

Total, que el periodo intercampañas servirá para que los partidos y los candidatos sigan haciendo campaña, con spots incluidos, pero de otra manera; campañas llenas de acusaciones y estupideces, como de López, que propone una Constitución moral, a contrapelo del liberalismo juarista que dice representar. Sin embargo, tal vez sea mejor que no haya debates, los tres candidatos de partido podrían encontrarse apoyando a la derecha más rancia.

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