El mensaje a la nación que el 5 de enero en la noche dio el presidente Enrique Peña Nieto (EPN) fue correcto. Se vio a un mandatario decidido, explicando las razones del alza en el precio de las gasolinas y lo que significaría seguir subsidiándola en términos del impacto en otros programas (Prospera, Seguro Popular, Seguro Social). El problema de este mensaje es que era el que había que dar al inicio del gasolinazo, no el mensaje que se esperaría luego de cinco días de disturbios. En este sentido, las palabras presidenciales quedaron muy cortas.
Un día antes, EPN había hablado de medidas de apoyo a los sectores más vulnerables y todo lo que dijo al respecto fue que dio la orden de vigilar que no haya abusos en los precios de las mercancías y los servicios. ¿Eso es todo el apoyo que se dará, vigilar los precios? Este “apoyo” no lo puede cumplir el gobierno, superado por acaparadores y oportunistas a lo largo de todo el país. A la iniciativa privada, que le ha dirigido duras palabras por el gasolinazo y los disturbios, sólo le contesta que el gobierno federal ya ha aplicado fuertes recortes y que durante el primer trimestre habrá un recorte adicional del 10% a los sueldos de los mandos superiores del gobierno federal. Eso es todo.
Hay dos temas fuertes que enfrentar en esta coyuntura y al parecer el presidente Peña Nieto se está quedando solo de nuevo: los disturbios y los efectos del gasolinazo. Sobre el primero, hace falta no sólo aprehender a los que los llevan a cabo, sino condenarlos conforme a la ley y hacer claro su grupo político de pertenencia. El esquema de arrestarlos y pasados algunos días soltarlos ya no asusta a nadie y menos a aquellos integrantes de grupos políticos que son protegidos por líderes menores de los partidos. En parte, tiene razón la Asociación de Tiendas de Autoservicio (ANTAD), pero tampoco acepta que está jugando a esparcir el miedo cerrando tiendas en aquellas zonas donde no pasa nada y, por otra parte, reetiquetando los precios de una vez.
Ni una palabra dijo el presidente sobre el precio de los transportes y los productos de primera necesidad, que ya subieron y que lo seguirán haciendo en los próximos meses. En un país donde el mercado no funciona, apostar a que el mercado va a sancionar y equilibrar es inocente o canalla. El gobierno está rebasado en el tema concreto del transporte y el abasto. Ya no hay una amplia red de tiendas gubernamentales ni del transporte. Todo eso se lo llevaron las reformas que se han aplicado para adelgazar al Estado durante los últimos 45 años.
Es altamente probable que los disturbios se apaguen en los próximos días, pero se volverán recurrentes si el gobierno federal no aplica medidas para en verdad proteger a los sectores más vulnerables y llevar a la justicia a los saqueadores.
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