Las apuestas sobre el futuro de Miguel Ángel Mancera (MAM) oscilan entre la mala fe y la antipatía personal. Pocas se fundamentan en el análisis. Se dice, por ejemplo, que terminado el sexenio buscará una posición en el gabinete del presidente priista ganador. ¿Cuál es la base de esto?, ¿cuál sería su moneda de cambio?, ¿por qué un nuevo gobierno priista aceptaría darle un puesto así a un ajeno?, ¿a cambio del DF? Esto es absurdo, Mancera no puede dar lo que no tiene, y las recientes votaciones mostraron que, en efecto, ni él ni el PRD controlan la capital, electoralmente hablando. En realidad, no hay ningún indicio de que el jefe de Gobierno mantenga algo más que relaciones institucionales con el gobierno federal.
Actualmente, el jefe de Gobierno figura entre los diez punteros a la elección del 2018 en todas las encuestas. Es cierto que, en ningún caso, ocupa alguno de los tres primeros lugares, pero todavía hay tiempo. El único partido que parece interesado en lanzarlo como candidato es el PRD, una organización en franca decadencia. Difícilmente, la combinación Mancera-PRD resultaría ganadora contra AMLO-MORENA, Zavala-PAN u Osorio (o Videgaray)-PRI. Lanzarse como independiente tiene su atractivo, pero en una competencia con muchos jugadores, varios de ellos posiblemente independientes, le sería difícil a MAM dar la pelea.
La única causa que en verdad se le conoce es la del salario mínimo. Es cierto que hasta ahora no le abonado muchos reflectores, pero es una buena causa. Es un tema que está en la raíz misma de la izquierda: la lucha por mejores ingresos para los trabajadores. Un tema que ha sido abandonado como eje central por los partidos que se presentan como de izquierda. Tampoco los políticos de esta corriente la han reivindicado. Ni Cárdenas, Ebrard o López la han incluido en su repertorio estelar. Curiosamente, a Mancera lo acompaña Gustavo Madero y el PAN, que también han puesto sobre la mesa el tema. Este asunto, sin embargo, no es de la derecha y no llegaran muy lejos en su defensa. Pero MAM si está en condiciones de hacerlo.
Todo lo anterior explica que Mancera haya tronado en contra de la decisión de la obsoleta Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI) que decretó un aumento de 2.94 pesos al salario mínimo para situarlo en 73.04, es decir, dos mil 191 pesos con 20 centavos al mes. MAM califico al acto de la Comisión como un madruguete. Dijo más: llamó a que los trabajadores luchen por la elevación de ese monto, que reciben aproximadamente siete millones de personas en nuestro país. Es claro que elevar el salario es mejor que las dádivas que da SEDESOL o que en su tiempo graciosamente concedió AMLO. Un buen salario haría innecesario el grueso de la política asistencialistas, que administra, pero no resuelve la pobreza.
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