El PRI en el umbral de las decisiones

Después de los sismos, los partidos apenas están retomando sus temas habituales.

18 de octubre, 2017

Después de los sismos, los partidos apenas están retomando sus temas habituales. El escenario no podría ser más apremiante en términos electorales, políticos y humanos. ¿Cómo empezar unas campañas cuando el destino de miles de compatriotas se ha mermado o derrumbado? Y, sin embargo, la terca realidad no espera. Hay que dar respuestas en la cancha económica ante la eventual pérdida del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), arrancar el proceso electoral en condiciones adversas para la política y reconstruir las zonas dañadas por los terremotos.

Se ha dicho aquí que el presidente Peña Nieto encabeza las tres reconstrucciones, o al menos su intento: la del país, la del PRI y la de su imagen. La primera es una tarea institucional, la tercera cae en la esfera de los especialistas, pero la segunda requiere de la colaboración de los priistas. Hasta ahora, el tricolor ha sido el partido más unido, pero eso puede cambiar. Un ejemplo de que las inconformidades pueden aflorar se dio el pasado fin de semana cuando erróneamente, según se aclaró después, se citó a la reunión del Consejo Político Nacional para “definir el método” para la selección de candidatos. Varios priistas respingaron ante lo que consideraron el adelanto de un “albazo”. La protesta más fuerte vino de la exgobernadora y ex secretaria general Ivonne Ortega, quien acusó que se pretendía disfrazar un “dedazo”, lo que ponía en riesgo la unidad partidaria.

Finalmente, la famosa reunión del 11 pasó casi desapercibida por la prensa, a pesar de que fue el escenario para que se determinara a los integrantes de la Comisión Política Permanente del PRI. Esta instancia encabezará el proceso de selección del candidato presidencial del 2018. No es menor que entre los seleccionados se haya incluido al presidente Peña Nieto. Otros nombres destacables son: Enrique Ochoa Reza, Claudia Ruiz Massieu, Alfredo del Mazo Maza, Emilio Gamboa Patrón, Manlio Fabio Beltrones, Ernesto Némer, José Murat, Rubén Moreira, César Camacho Quiroz y Enrique Jackson.

Más allá de estos actos, el PRI se enfrenta a varios retos, el más difícil es el de la selección de un candidato. No deja de llamar la atención que en la oposición (López Obrador y Ricardo Anaya) estén seguros que dicho candidato será José Antonio Meade, secretario de Hacienda. Esta idea, compartida ampliamente, parece estar acompañada de una discreta campaña para posicionarlo, para convencer que tiene los atributos necesarios. Los demás (Nuño, Narro y Osorio) parecen estar rezagados.

En otro nivel, el PRI tiene que revisar sus fuerzas de acompañamiento. En distintos tonos, sus aliados parecen alejarse. El PVEM parece inclinado a competir solo, otro tanto busca el PES y el PANAL se ha acercado al Frente Ciudadano por México. Se dirá que lo único que significa esto es que han elevado el costo de su participación, lo cual es lógico, el PRI los necesita para ganar, pero podría haber más que eso. Estos partidos pequeños tienen la extraña habilidad para detectar perdedores, ¿será el caso?

Los dineros será otro problema en el que el PRI se ha metido solo. Insiste en donar recursos, pero los otros partidos está claro que no lo secundarán. La apuesta para que este tema le diera cierto prestigio al tricolor y opacara a sus contendientes, no parece estar dando resultado. Simplemente, opositores y círculo rojo acusaron al partido en el poder de donar un dinero e intentar servirse con los recursos de la reconstrucción.

El presidente Peña tal vez tuvo la intención de hacer cambios en el gabinete, pero los terremotos pusieron en salmuera esa decisión. Cada día estos cambios se antojan más necesarios. El PRI tendrá que lidiar contra uno de sus factores de cohesión: si cualquier ciudadano puede ser candidato a un puesto por el PRI, ¿dónde quedó la meritocracia?

En este apretado recuento, no se puede dejar de señalar que sin importar si el candidato presidencial sea o no un priista, tendrá que lidiar en contra de la marca de la fábrica, es decir, del peñismo. Sea injusto o no el desprestigio presidencial, será una obstáculo difícil de saltar.

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