Los populismos están tomando el poder a través de las elecciones; no hay lugar para los partidos y políticos institucionales. Estos le han fallado a sus sociedades y no parecen tener una solución para los problemas. Las izquierdas de todos los matices se arrastran y agonizan soñando que “otro mundo es posible”, pero no atinan a explicar cómo llegar a él. Lo peor es que los políticos institucionales están enfrentando los populismos de dos formas. Por un lado, lo imitan; por otro, confían en que el electorado vea lo imposible de las propuestas populistas. Con lo primero, se desdibujan; con lo segundo, se equivocan.
Algo así está a punto de suceder en el Estado de México, dónde no ha perdido el PRI el poder estatal. El punto de partida de la confianza priista es la fortaleza del partido y el gobierno mexiquense. Eruviel no es un Duarte. También se parte de que los programas sociales federales han calado en el ánimo de la sociedad votante de bajos recursos. Todo esto cuenta, por supuesto, pero es una ventaja frágil. En contra se tiene la mala imagen del gobierno federal, el presidente de la República y el PRI. Por otro lado, la fijación de que la corrupción es el problema número uno en el país y su asociación con el PRI y sus políticos es un arma poderosa.
Cierto que las encuestas, todas, apuntan que el tricolor es el partido que va de puntero. La más reciente de ellas (El Financiero, 4 de diciembre de 2016) señala que el PRI tiene una preferencia del 32% de los votos hipotéticos; seguido por el PAN, con el 20%; MORENA, con 17; y PRD, con 15%. Sin embargo, cuando se introducen nombres y alianzas las cosas se modifican. Por el lado de la oposición, aparecen como los más competitivos Josefina Vázquez Mota y Alejandro Encinas. Del lado del PRI se consideró que el más competitivo era Alfredo del Mazo. Una alianza PAN-PRD también impulsaría un posible candidato ganador. Las encuestas seguramente están influidas por los medios. En este sentido, Vázquez y Encinas han sido muy mencionados, lo que explica en buena medida que los encuestados los recuerden. El antipriismo hace el resto. Sin embargo, en una campaña las cosas pueden cambiar.
Este es un mes crucial para las elecciones en el Estado de México. Las alianzas tienen que estar registradas antes de que termine el año y los rounds de sombra continúan. Aparentemente, en buena parte de la dirección perredista la idea de una alianza es sólida, sea con Encinas o con Vázquez. De igual manera, parte de la dirección panista admite la posibilidad de que Encinas sea el candidato de ambos partidos. No obstante, este ha descartado (¿por el momento?) hacer una alianza con el PAN y más bien se decanta por una unión de las izquierdas. Es posible que el ahora diputado constituyente sepa algo que los medios ignoran, por ejemplo que ha sostenido pláticas con López Obrador o con alguno de sus representantes y que esté buscando sumar a MORENA a esa alianza, a pesar de que el tabasqueño ha rechazado la idea. Si el partido de AMLO se suma a esa alianza de izquierdas, de una forma u otra, Encinas podría ser un importante apoyo para el 2018.
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