A diario, el presidente López Obrador mete la pata, se desboca en su demagogia, es repetitivo hasta la náusea, cambia las cifras reales por las suyas, descalifica, ataca y señala. Con tales prendas, habrá que preguntarse el por qué las oposiciones no han podido contrapesar su discurso.
Hay varias razones para ello. En primer lugar, algunos de los partidos no están acostumbrados a ser oposición. Este es el caso del PRI, que está decidiendo todavía qué camino seguir hacia el gobierno actual, se debate entre el apoyo total o el apoyo total disimulado. El debate entre Narro y “Alito” es absurdo, ninguno de ellos representa un proyecto viable o la posibilidad de reconstruir al tricolor.
El PAN está entrenado para ser oposición, pero doce años en el poder ablandaron a los políticos azules, además AMLO cambió las reglas del juego y los herederos de las glorias de Fox y Calderón todavía no saben cómo adaptarse a las nuevas reglas. Se ha vuelto un partido “respondón”, es decir, que espera a lo que dice el presidente para contestarle. Se les han agotado a los blanquiazules las propuestas atractivas y el espíritu de unidad. Todo parece indicar que perderán, producto de esto, Baja California, su bastión, y Puebla.
Del PRD hay que señalar que busca reformarse, ahora que lo han vaciado de cuadros y posiciones. En pasillos se dice que busca ofrecer su registro a ciudadanos con posibilidades de triunfo. Esta estrategia se parece a la que usó López Obrador para llegar hasta donde está. No faltarán los candidatos, pero sería conveniente que, a diferencia del tabasqueño que aceptó a toda clase de personas, el partido del sol azteca les pidiera cierta identidad progresista.
Del resto de los partidos, tal vez sólo vale la pena hablar de Movimiento Ciudadano, que ha logrado buenas votaciones y posiciones relevantes (el gobierno de Jalisco, por ejemplo). Esta organización se ha alejado del partido del presidente y ha acogido a personajes interesantes e independientes. Un error, lo puede poner a la orilla de la pérdida del registro, pero muchos aciertos lo pueden convertir en un partido de oposición progresista (o al menos independiente, no hay que ser exigentes).
Andrés Manuel López Obrador tiene muchos opositores en todos los sectores de la sociedad: empresarios, intelectuales, periodistas, funcionarios, partidos, grupos de la sociedad civil, comunidades indígenas, etc. Sin embargo, puede estar tranquilo, no hay unidad de acción entre ellos, no hay proyecto alternativo a lo que sea que está haciendo el presidente (tampoco él tiene proyecto, tan sólo ocurrencias) ni capacidad de escandalizarse. Por esta razón, López puede asistir a una reunión abierta, preguntar si están de acuerdo con el proyecto del Istmo y luego de la mano alzada, decir tan orondo que los indígenas están de acuerdo. A la soberbia tecnocrática de Peña Nieto se le ha sustituido por la soberbia demagógica de López Obrador. Desprecia a la oposición porque puede y no tiene costo ni respuesta firme.
Mientras, lo poco que se había ganado en democracia, lucha contra la desigualdad y la corrupción se pierde en un proyecto (es un decir) que camina claramente a un gobierno autoritario y posiblemente dictatorial.
Ayotzinapa: vivos se los llevaron, vivos los queremos
Desde que este triste caso de desaparición de 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa comenzó, el ahora...
septiembre 27, 2019Guerra sucia y guerrilla
Ahora que se ha puesto sobre la mesa el tema de la guerrilla en México, cabe hacer algunas reflexiones,...
septiembre 23, 2019Crónicas del año cero (XXXII): El fin del capitalismo
El fin del capitalismo ha sido sentenciado muchas veces en la historia; desde Marx hasta Chávez y Maduro, se...
septiembre 3, 2019¿La oposición debe pelearse con López Obrador?
Cada mañana (y durante el resto del día), el presidente López Obrador lanza puyas, mentiras, exageraciones y tergiversaciones, mezcladas...
agosto 30, 2019