Grupos de investigadores están dedicados a tratar de conocer las claves de las extinciones masivas que han afectado nuestro planeta. Esta curiosidad no es gratuita, se trata de averiguar las causas de cada una de ellas y cómo se fueron dando. Hasta donde sabemos, las extinciones no fueron un evento que se haya dado de la noche a la mañana, sino que, una vez establecidos los “disparadores”, se fueron desarrollando por centurias e incluso milenios. Conocer estos fenómenos abre la posibilidad, en teoría, de poder trazar una línea límite: ¿en qué momento una especie o un grupo de especies ya no puede ser salvada?, ¿en qué momento nuestro especie ha entrado al “corredor de la muerte”?
Tal vez la extinción más conocida y ya asentada como una referencia cultural en Occidente, es la que causó la desaparición de los dinosaurios, hace aproximadamente 65 millones de años. Una nueva investigación ha logrado confirmar algunos detalles y descubrir datos nuevos acerca de cómo un impacto de un cuerpo celeste de diez kilómetros de diámetro afectó el clima de la Tierra drásticamente.
La investigación fue publicada el pasado lunes 21 de agosto en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’; fue auspiciada por el Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR, por sus siglas en inglés), la NASA y la Universidad de Colorado Boulder. Utilizando una supercomputadora que creó un modelo que detalló las condiciones del planeta al final del periodo Cretácico, los especialistas pudieron avanzar en las razones del porqué algunas especies sobrevivieron, mientras la mayoría de ellas desaparecía. Se estima que en esta catástrofe, conocida como extinción K-Pg, desaparecieron más de tres cuartas partes de todas las especies, incluyendo todos los dinosaurios no aviares.
La colisión en la Península del Yucatán provocó terremotos, tsunamis e incluso erupciones volcánicas. La roca vaporizada arrojada hacia el cielo, se condensó en partículas (esférulas) que posteriormente cayeron a la tierra con una temperatura tan elevada que prácticamente abrasaron la superficie del planeta. Recuérdese las cenizas volcánicas en Pompeya y luego imaginemos este fenómeno a nivel planetario. Después de esto, la luz solar quedó bloqueada por dos años, lo que ocasionó la muerte de plantas y fitoplancton. En un efecto de ola, las especies fueron desapareciendo, sobre todo aquellas que necesitaban grandes cantidades de alimento.
Pero, como se dijo antes, la K-Pg fue la quinta extinción. Antes de esta, ya se habían dado otras cuatro:
- Extinción masiva del Ordovícico-Silúrico.
- Extinción masiva del Devónico tardío.
- Extinción masiva del Pérmico.
- Extinción del Triásico-Jurásico.
Las causas, se supone, han sido impactos de cuerpos celestes, erupciones volcánicas, bajas importantes en el nivel de los océanos por congelación y una cosa llamada “pluma matélica”, que es un fenómeno aún no comprobado. Las tres primeras extinciones fueron las más destructivas, sobre todo la del Pérmico, que se cree extinguió el 96% de las especies.
Muchos creen que vivimos en la sexta extinción. Algunos la denominan la extinción masiva del Holoceno, que habría empezado en Oceanía y Eurasia hace 50.000 años, casi 40.000 años antes de que empezara el Holoceno. La desaparición de la megafauna y de miles de especies que han desaparecido y desaparecen cada año hace posible afirmar que son resultado del cambio climático producto de la acción humana.
¿Cuánto tiempo tiene el ser humano antes de su desaparición y cómo será esta? No hay ningún estudio concluyente, por supuesto, pero según Elizabeth Solleiro, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de continuar con la explotación de la Tierra y el cambio climático, la especie humana podría extinguirse en algunos cientos de años y no en miles. Muchos datos apuntan a esto. En la antigüedad, ciudades mayas o la célebre Teotihuacán sufrieron un colapso por el agotamiento de sus recursos naturales: tierra, bosques, agua. Arrasar las selvas tropicales, invadir los espacios naturales, desmontar bosques, desviar ríos tiene un costo ahora previsible; un costo al que difícilmente se puede llamar progreso. De acuerdo a los datos de la investigadora unamita, la tasa de extinción es de 100 a 1000 veces el promedio natural en la evolución.
Si todo esto es cierto, un día uno de nuestros descendientes cercanos dirá, como Alejandro Aura:
Un día
abandonaremos
la ciudad de México;
la dejaremos en pie y desierta
para que
las conjeturas
crezcan…
O tal vez repetiremos lo que dijo Roy Batty, antes de morir: I’ve seen things you people wouldn’t believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched c-beams glitter in the dark near the Tannhäuser Gate. All those moments will be lost in time, like tears in rain. Time to die.
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