Las consultas a la ciudadanía son un elemento vital para las democracias. Bien organizadas resultan un instrumento adecuado para tomar decisiones, sobre todo en temas que pueden ser delicados o espinosos para que las tomen solamente los gobernantes. A veces las consultas sorprenden y traen consecuencias negativas, como fue el caso del Brexit, pero ese es un riesgo que hay que tomar.
Hay tres cosas que son relevantes en una consulta: el tema, la confrontación de las ideas y qué institución organiza y da el resultado. Por ejemplo, es absurdo consultar si los impuestos o las tarifas deben subir de costo. Por otro lado, en el proceso de consulta deben quedar claras las propuestas distintas sobre las que hay que tomar decisiones, quienes abogaran por una u otra y que los espacios para la propaganda sean equitativos. De igual manera, no es adecuado que un gobierno que tiene una posición clara a favor de una opción organice la consulta. Siempre habrá la sospecha de que metió mano en el resultado final si le es favorable.
Con esto en mente, ¿debió someterse a consulta dónde debía estar el nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México? La respuesta es afirmativa si había dos o más proyectos comprobadamente válidos. Este no es el caso. Hay un proyecto válido, el de Texcoco, y otro que no se sabe si es técnicamente válido y eficiente, el de Santa Lucía-aeropuerto actual. Y no se sabrá hasta después de la consulta, que se realizará a finales de octubre. Un absurdo. Y lo es más porque el que será el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, dice que, si no resulta viable la segunda opción, entonces no importará que haya ganado en la consulta. Hay otras cosas que también suenan mal. Jiménez Espriú rechazó tajantemente la opinión técnica de un grupo de ingenieros a los que se les había preguntado la viabilidad de la opción y dijeron que no había elementos para tomar una decisión, que se necesitarían muchos más estudios.
Al respecto de esto, la firma financiera JP Morgan señaló que las consultas frecuentes tienden a crear incertidumbre. El propio López Obrador dio la respuesta y confirmó que la consulta se hará de todos modos. Las razones, si se pueden llamar así, fueron las siguientes (nota: todas son publicaciones de la prensa fifí): la ciudadanía quiere participar, la “gente sabe de todo”, “el pueblo es sabio”.
En este contexto, cabe recordar cómo fueron las consultas que llevó a cabo López Obrador durante su paso por la Jefatura de Gobierno del DF. Fueron cinco consultas, todas telefónicas y sin posibilidad de comprobación o verificación por una institución autónoma. Fueron SUS consultas. Hubo consultas que no debieron hacerse, como la del aumento al boleto del Metro, en la que sólo participó el 0.7% de los ciudadanos. La que más atrajo a “votar” telefónicamente fue la revocación de mandato, que llegó hasta el 10% de la ciudadanía empadronada. Por supuesto, tanto en la primera como la segunda consulta sobre revocación salió triunfador. Esto significa que no es cierto que la ciudadanía esté ansiosa por participar.
Falta poco más de un mes y todavía no se sabe nada de la organización de la consulta, cómo será, quién la hará, qué organismo la supervisará. Hasta ahora, lo que se ve es demagogia, inexperiencia, terquedad y opacidad.
Ayotzinapa: vivos se los llevaron, vivos los queremos
Desde que este triste caso de desaparición de 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa comenzó, el ahora...
septiembre 27, 2019Guerra sucia y guerrilla
Ahora que se ha puesto sobre la mesa el tema de la guerrilla en México, cabe hacer algunas reflexiones,...
septiembre 23, 2019Crónicas del año cero (XXXII): El fin del capitalismo
El fin del capitalismo ha sido sentenciado muchas veces en la historia; desde Marx hasta Chávez y Maduro, se...
septiembre 3, 2019¿La oposición debe pelearse con López Obrador?
Cada mañana (y durante el resto del día), el presidente López Obrador lanza puyas, mentiras, exageraciones y tergiversaciones, mezcladas...
agosto 30, 2019