Durante años, los adversarios políticos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) le han adjudicado la capacidad del teflón porque, a pesar de sus pocos argumentos, su lentitud para hilar ideas y su estancamiento, nada parecía hacerle daño políticamente hablando. ¿Ha terminado esa cualidad que antaño lo distinguía?
Es muy posible que sí, de acuerdo a una encuesta de El Universal. Según este medio, de agosto para acá, el presidente electo ha perdido nueve puntos porcentuales y bajó su calificación de 7.4 a 6.8. Es interesante constatar que creció levemente el número de quienes desaprueban al futuro mandatario al pasar de 12.7 a 12.8%. Sin embargo, los que dudan crecieron en cinco puntos y ahora están en 17.6 desde un 12.1%. Según todos los indicios, un sector de mexicanas y mexicanos comienzan a poner en duda la capacidad de AMLO.
Al respecto, el futuro vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez, señaló que, a pesar de esta caída, la aprobación al político tabasqueño se mantiene alta e indicó que las expectativas sobre el cambio son muy altas también. Tal vez accidentalmente Ramírez Cuevas le dio al clavo: todo se reduce a expectativas. De acuerdo a las expectativas que el ex jefe de gobierno levantó y lo que se ha visto hasta el momento, se comienza a dudar de su capacidad para cumplir. Mala cosa para quien todavía no asume el poder.
Siguiendo con la medición, en agosto pasado el 64% de los encuestados afirmaba que López Obrador cumpliría sus promesas. Ahora sólo el 49% contestó de manera positiva. Por supuesto, una golondrina no hace verano y una encuesta no es decisiva para cambiar posiciones y acciones.
Suponiendo que la encuesta haya medido adecuadamente la baja en la popularidad de AMLO, la pregunta es: ¿a qué puede deberse esto? Hay varios temas que son candidatos a explicar esto: el perdón a los políticos del pasado, la probable despenalización de la mariguana, el acercamiento con grandes empresarios que antes colaboraron con sus adversarios, la cancelación del NAICM-Texcoco, las consultas a modo, la afectación a la bolsa de valores y el encarecimiento del dólar, en fin, hay para escoger. Tal vez fue una combinación de todo esto. Es imposible saberlo bien a bien.
Si se tomara el día de ayer como muestra tal vez se podría empezar a entender la cosa. En la mañana del 26 de noviembre, un legislador del PT propuso que las AFORES regresaran a la administración del gobierno federal. Esto, combinado con la relación política y comercial con los Estados Unidos, dio por resultado el peor día en la BMV desde 2014 y un dólar casi en los 21 pesos. Posteriormente, quien será el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, desestimó la propuesta del PT, pero el daño ya estaba hecho. Por cierto, Urzúa ignora si la propuesta de las AFORES cuenta con la aprobación de su jefe.
Ya se sabe que es él quien toma las decisiones. Por ejemplo, lo de las comisiones bancarias obligó a los representantes de los bancos a sentarse a negociar, pese a que AMLO había dicho que no estaba pensando en ese tema. Sin comisiones y AFORES los bancos se verían como lo que son: negocios de viudas glorificados. Pero hay formas de negociar sin que cause tantas turbulencias ¿o no?
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