Acudir a votar o ver Netflix, he ahí la cuestión

Cualquier gadget es más confiable (y atractivo) que el mejor candidato...

23 de noviembre, 2016

Cualquier gadget es más confiable (y atractivo) que el mejor candidato; casi cualquier consola de juegos, novela de Murakami o cantante de moda es más apasionante que la política. Esto explica en parte el que los políticos se hayan vuelto faranduleros, a ver si los menores de 30 años les hacen caso. En efecto, en los países que se reclaman democráticos es raro que los jóvenes salgan a votar. A los “millennials” no se les da la política, entre otras cosas porque no les está resolviendo sus problemas y aspiraciones. Los candidatos les parecen viejos, lo que significa que, con independencia de su edad, tienen estilos anticuados. ¿En serio Hillary Clinton y Donald Trump o a los aspirantes mexicanos son lo “nuevo” de la política? Margarita Zavala, Miguel Ángel Osorio Chong, Miguel Ángel Mancera y Andrés Manuel López Obrador son políticos reciclados, prometiendo lo mismo que otros o copiándose a sí mismos, como en el caso de López Obrador que ya parece el Tamayo y sus sandías de la política mexicana (que, por cierto, ayer rompió record en ventas en una galería).

Tal vez una de las causas del porqué sucede ésto se encuentre en lo que alude Gabriela Ramos, funcionaria de la OCDE. El pasado julio, desde París, se permitió ser optimista al dar un estudio de la organización que representa. El documento se denomina Perspectivas para el Empleo 2016. Éste asegura que “ha habido una mejora en las condiciones del mercado laboral durante los últimos años en los países de la OCDE. Después de casi una década de crisis, el déficit de empleos cayó de 20.3 millones en 2010 a cerca de 5.6 millones en 2015 y se proyecta que la tasa de ocupación promedio recobre los niveles pre-crisis en 2017.” En buen español, esto significa que el optimismo de la OCDE se basa en que vamos en camino, pero en 2016 y 2017 todavía no regresaremos a los niveles salariales y número de empleos que había en 2007, por ejemplo.

Bastaron unos meses y tres sucesos aparentemente inexplicables para que la misma Gabriela Ramos diera, el día de ayer, un panorama completamente distinto. Los tres sucesos inexplicables fueron el Brexit, la propuesta de paz en Colombia y las elecciones en Estados Unidos. En realidad, la OCDE quiere usar la vieja lógica para explicar los comportamientos de una generación defraudada. Así, la funcionaria se apunta un diez en capacidades deductivas al afirmar que los jóvenes “son los más golpeados” por la economía excluyente. Esta conclusión es estadística, no analítica; y estadística de la peor, de la que se usa para salir en los medios de comunicación. Gran parte de la población no se está beneficiando por el crecimiento, dice. ¿Y cuál es la solución de la OCDE? Receta mágica: redoblar esfuerzos para lograr que la economía sea más incluyente (sirve también para el mole de olla). A nadie se le escapa que faltan los cómos. ¿Cómo hacer ésto en economías que parecen diseñadas precisamente para ser excluyentes?

Desde hace algunas elecciones, se dice que quien gane a los jóvenes podrá alzarse con la Presidencia de la República en 2018. Debería decirse: quién logre sacar a los jóvenes a votar podría triunfar, pero: ¿cuáles son las ofertas? De nuevo, los partidos y aspirantes sacarán sus viejas fórmulas de creación de empleos, aburridos y mal pagados para jóvenes, sobre todo universitarios, que están cansados de escuchar lo mismo o a jóvenes que no estudian ni trabajan y que no ven una opción en las promesas de los políticos. Mejor vamos a conectarnos a Netflix o a BLIM.

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