No habrá en México una crisis sanitaria debido al Covid-19

Extrañeza, cuando no indignación, han causado algunas actitudes, siempre éstas referidas a meras formas, sin tomarse casi nadie el cuidado de privilegiar lo que importa,...

25 de marzo, 2020

Extrañeza, cuando no indignación, han causado algunas actitudes, siempre éstas referidas a meras formas, sin tomarse casi nadie el cuidado de privilegiar lo que importa, que es el fondo del asunto. De entrada, el gobierno ha tenido un actuar impecablemente, aun antes de la activación del consejo de salubridad pública. Se ha tenido al tema del coronavirus hasta arriba de la agenda presidencial y los detalles que trastocan al propio presidente como abrazar, dar besos y tomarse fotos con su gente en los pueblos suereños ante el genuino cariño que éstos le profesan. Se llegó al triste extremo de llamarlo “pederasta” por una foto que le tomaron con una niña de Ometepec, no amainó tal bajeza sino hasta que el mismísimo padre de la niña grabó y colgó un video en redes sociales, con indignación sobradamente entendida, donde externaba su molestia, indignación y extrañeza.

Si bien es cierto, algunos grupos reaccionarios están molestos con el primer gobierno de la llamada 4T, el colgarse de una coyuntura como lo es una pandemia, deseando que el país caiga a pedazos, y haciendo énfasis de lo no 100% bien visto y (según ellos) políticamente correcto, simplemente supone una bajeza sin nombre.

En México no ocurrirá una crisis sanitaria a causa de la nueva cepa del coronavirus, el gobierno federal no está compuesto por estúpidos, si bien eso se quiera transmitir por algunos. En los altos niveles se cuenta con información privilegiada que emana de los homólogos del presidente en otros países y su gabinete, y más que nada, de los más reputados científicos, en este caso, médicos especialistas y epidemiólogos del más alto perfil. Podríamos hacer un símil con aquella decisión tan criticada en la que lincharon mediáticamente y vía redes sociales y por todos lados al presidente Peña Nieto, por haber invitado al entonces candidato Donald Trump a México. Así fue debido a que tenían la información de que el triunfo del candidato Republicano era irreversible; jamás fue por torpeza política, sino todo lo contrario. Y ese hecho fue la semilla, la primera decisión acertada para todo el proceso que vino después, en donde los dos gobiernos, entrante y saliente, pudieron sacar a flote el nuevo T-MEC, contrario a lo que tantos temían.

  Bien, lo mismo sucede en tiempos del Covid-19. AMLO quiere transmitir optimismo y calma, sin relajar las medidas de contención, mitigación, etc. Incluso se ha adelantado a las decisiones y fases que manda la OMS, organismo que, por cierto, ya se congratuló con México y su acertado manejo de la situación, subrayando el hecho de que los contagios en nuestro país van por debajo de lo esperado, según todo modelo matemático aplicable al caso.

  La más importante característica de México para que el virus no pegue con la inmensa fuerza mortal que lo hizo en China, Irán, y hoy en Italia y España, es porque estamos lejos de la franja en la que este virus se desenvuelve como pez en el agua, es decir, 40 grados de latitud norte, sobre todo por el cima (temperatura, vientos y humedad). La línea se traza en el globo terráqueo casi de forma perfecta: cruza parte de China, parte de Irán, de Italia, España, Alemania, Corea del Sur y Japón; en el continente americano, pasa por los EEUU y el sur de Canadá, pero con especial énfasis en ciudades como Nueva York, Chicago y Seattle, por eso vemos las medidas draconianas que se están tomando en esas ciudades del vecino del norte, donde ya se movilizan de manera inusitada una buena parte de sus fuerzas armadas, hecho que tiene a los estadounidenses estupefactos por lo atípico de un hecho como ese. La línea de la que hablamos hace diferencia hasta en un país mismo: España e Italia concentran sus casos mucho más fuertes en el norte (o centro también) que en el sur. Si en Italia la enfermedad se fue un poco más al sur que en España fue porque la gente del norte, con tal de evitar el encierro por cuarentena, migró a las regiones sureñas, produciendo, como es obvio, más contagios. En España, las ciudades y balnearios del sur, captaron el peligro y también cerraron sus establecimientos. Trasladando lo anterior a México, debemos tomar en cuenta que ya el país está en plena primavera, y a grosso modo, el calor para el virus es una fuerte barrera para su propagación.

   Dos ventajas más para México: su pirámide demográfica y el tipo de sangre de los mexicanos. El promedio de edad es significativamente menor que Italia y España, países con poblaciones envejecidas ya desde hace tiempo; en nuestro país, por fin parece que nuestro bono demográfico jugará a nuestro favor. Por otro lado, la evidencia que ha salido a la luz en recientes semanas, es que a las personas con sangre del tipo “O” son mucho menos vulnerables tanto al virus como a sus consecuencias más indeseables, siendo este grupo sanguíneo el mayoritario en México.

 Si Donald Trump no cerró por completo su frontera sur (con México) es debido a que, como es lógico y natural, también él y su gobierno están como nadie informados de la verdadera naturaleza y potenciales crisis de esta nueva enfermedad, que tiene al mundo de cabeza. Debido a sus consecuencias, el presente año está ya perdido para la economía global. El presidente Trump y todos los gobiernos locales de los Estados Unidos, lo mismo conocen los puntos críticos, que, vuelvo a insistir, están en sus zonas alrededor el famoso paralelo 40, a donde ya concentran todos sus recursos a la mano.

  A México ya llegó el virus. Nunca se sabrá el número exacto de casos debido a que en muchos casos el padecimiento se presenta con síntomas muy leves, y otros más hasta son asintomáticos. La población de riesgo son nuestros adultos mayores y los que padezcan de alguna enfermedad crónica. En este aspecto México es muy vulnerable al tener un alto índice de personas que tienen este padecimiento.

   En fin, México sorteara con éxito este escollo y me atrevo a adelantar dos hechos: uno, que el número de víctimas fatales no superará los 300 que se tuvieron en este pasado invierno por el virus de la influenza estacional (más de 300 fallecimientos confirmados); y dos, que por la arista política del presidente AMLO, a la postre saldrá favorecido por esta crisis que nos va a llegar como a todo el planeta, desde el, para nosotros, lejano oriente.

 

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