El presidente usamericano Theodore Roosevelt gobernó su país en la primera década de siglo XX, período de gloria también para Porfirio Díaz, aunque no se conocieron personalmente.
Favor de no confundir a ese viejo león republicano con el demócrata Franklin Roosevelt, tremendo estatista promotor del gobierno gigantesco, que entre otras lindezas confiscó el oro de su pueblo en 1931. Teddy Roosevelt, aparte de su gran empaque y personalidad, carácter y seriedad como gobernante, dijo una frase que quedó para la memoria:
Speak softly and carry a big stick; you will go far.
Habla suavemente y carga un gran garrote; llegarás lejos. Así aconsejaba ese tanque de energía que con igual entusiasmo abría parques nacionales que mandaba a la Navy para intervenir en países centroamericanos (Porfirio Díaz mandó un barco de guerra en dic. 1909 a rescatar al presidente Zelaya de Nicaragua, en abierto desafío a la flota gringa). Aconsejaba Roosevelt una previsión inteligente para tomar acción decisiva, anticipando con suficiente tiempo cualquier crisis que pudiera esperarse. Fue tan notable el tipo, y tanto le gustaba cazar osos, que hasta los ositos de peluche se llaman Teddy.
Su estrategia para lidiar con los problemas y conducir la política se parece al paradigma mental de nuestro gobierno: imita a Roosevelt pero al revés. Se le puede apodar Tlevesoor.
Si Roosevelt hablando quedito y cargando un gran garrote llegó muy lejos, Tlevesoor no llegará a gran cosa con su monopolio del garrote —el poder de la ley— que ni exhibe ni utiliza; pero eso sí, carga un arsenal de palabras fuertes que repite y reitera una semana sí y la otra también. “No permitiremos que se joda Oaxaca” mientras Oaxaca sigue en el caos y pierde miles de millones de pesos. “No permitiremos bloqueos” anuncia el reforzamiento de los bloqueos. “No permitiremos la violencia” antecede a una escalada peor de robos e incendios. “No volverán a bloquear la autopista del sol” preludia 12 horas de bloqueo en la caseta de Chilpancingo. “No se pueden afectar los derechos de terceros en las protestas” y “distender, garantizando la libre manifestación, pero resguardando los derechos de terceros” anticipa un nuevo, implacable a impune ataque al derecho de los terceros, y hasta de flagrantes humillaciones a policías federales a los que nadie defendió mientras los descalzaban. “El tiempo se ha agotado”, semanas antes de que bloquearan hasta a ferrocarriles.
“No permitiremos”. No permitiremos www, xxx, yyy, zzz proclama el gran guardián Tlevesoor un instante antes de que los mentores se levanten de la mesa y vuelvan a mentársela. “El gobierno está obligado a ser garante de las libertades y derechos de los ciudadanos. Sí al diálogo pero no por encima de la sociedad” e inmediatamente tanto “diálogo” pone muy por abajo a la sociedad; los ciudadanos pierden sus fuentes de trabajo, pierden sus libertades y pierden sus derechos.
Para las comisiones de derechos humanos son desecho los derechos de los humanos no estructurados en sindicatos y/o grupos violentos de poder. En el Estado de Desecho la gente productiva y las víctimas carecen de derechos. El poder privilegia el “diálogo” con quienes lo usan como método para escalar hacia una revolución y quitarles el poder pero ese poder jamás privilegia el diálogo con personas, familias, empresas, talleres o policías federales humillados, víctimas todos de los siempre impunes privilegiados a quienes no les importa la cuestión educativa, en la tradición de su antecesor el líder comunista Othón Salazar, que en tiempos de López Mateos dijo “la niñez me importa un bledo; lo que importa es el movimiento”.
No añoro a Bartlett y Gutiérrez Barrios, ni a aquella temible Gobernación que modestamente hasta a mí me llegó a reprimir, pero sí añoro los tiempos en que el gobierno era más serio. Roosevelt el viejo llevaba un gran garrote cuya mera presencia bastaba, porque se sabía que lo podría usar. Las grandes amenazas vacías no intimidan a nadie, menos aún si Tlevesoor (que tiene el monopolio del garrote legal) declara “Seguiremos apostando a la vía del diálogo… La siguiente vía sería la vía del diálogo, después la vía del diálogo y después la vía del diálogo”. Sí. Con quien ha declarado textualmente que busca una insurrección, y al apostador por el diálogo le sirve éste de coartada para ocultar su parálisis por miedo. Como si los de Gobernación hubieran recibido su cargo diciendo “Protesto guardar y hacer guardar el diálogo y los diálogos que de él emanen, y si no lo hiciere así, que la nación me lo demande”.
Roosevelt el demócrata tuvo al menos el mérito de decir que el único miedo admisible es el miedo a tener miedo; y jamás venció el miedo a Roosevelt el cazador de osos. Acá sólo hay osorios pero Tlevesoor (que no llegará lejos, y menos y menos cada semana que pase) podría al menos aprender a no hablar de más. Si no se atreve a cumplir sus declaraciones y amenazas, que no acompañe al gran garrote verbal con un chicotito.
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