Adiós, doña Guadalupe Reyes

Vaya año, el 2016. Y qué añito más interesante el que ya es presente e inmediato porvenir: el tremendo 2017...

9 de enero, 2017

Vaya año, el 2016. Y qué añito más interesante el que ya es presente e inmediato porvenir: el tremendo 2017, mucho más temible que aquel de tufo maya, ese 2012 cuyo apocalipsis resultó tan peligroso como un petardo mojado.

Fenece un año y nace otro con el puente más largo del mundo. Ninguna fiesta más nacional (hasta para los ateos) que el 12 de diciembre; ninguna más universal que la Navidad; ninguna más española y mexicana que el 6 de enero, fiesta de los Santos Reyes y oficialmente de la Epifanía, que evoca una manifestación, un reencuentro, una revelación; como un renacimiento, que me ha ocurrido en tiempos memorables de mi vida.

Es pináculo del puente el 24 de diciembre. No es ésa la fecha de nacimiento del niño cuya historia cambió al mundo; no dicen los textos sagrados la fecha u hora de esa natividad. Se adoptó la fecha de la saturnalia romana, conforme a la costumbre de encimarse a cosas paganas o mundanas para dar cancha a las nuevas ideas. Era la fiesta del Sol triunfante, en que los días de nuevo se alargan y las noches se acortan. Bonito símbolo: nace y renace la luz del mundo.

Jesús de Nazaret nació el 16 de agosto del año 6 o 7 antes de Cristo a las doce del mediodía. Eso dice J.J. Benítez, según fuentes que él acepta y narra en la copiosa saga Caballo de Troya, serie apasionante, bien escrita y prolijamente documentada.

Jesús niño hace especialísima esta época. Se palpa cada año en el ambiente (y lo degenera y pervierte el comercialismo de Mr Jo Jo Jo, execrable símbolo de la ruina familiar a 12 meses sin intereses). Pero ese barrigón no ha logrado pervertir del todo el universal espíritu de paz y buenas esperanzas; la gente festeja en brindis y banquetes y se desea lo mejor para una noche y un año. Tanta buena voluntad no puede estar de más. Quien sepa sentirla la reconoce cada año.

No me cabe duda de por qué: nació el que vino a revelarnos que el Padre no es el vengativo e iracundo del Antiguo Testamento sino un amor tan infinito como su capacidad para perdonar; que a cada momento ofrecía paz y convocaba a la paz. Nada que ver con las guerras “santas” y con degollar al “infiel” que no crea en una deidad viciosa e intransigente. Esta época, si algo demuestra en un palpable inconsciente colectivo, es que puede haber esperanza en un mundo mejor; está viva la fuerza que convoca a él. Sería útil ese ánimo en este México apanicado y furioso.

En el 2016, habría dicho de chiste mi abuela, murió gente que nunca se había muerto: desde Juan Gabriel hasta la princesa Leia, pasando por George Michael, Gene Wilder y el genial tecladista Keith Emerson. Agoreros del desastre, uníos: si el 2016 fue tan malo para tantos artistas, ¿qué más de malo podría traer el 2017?

Si algo malísimo ha de ocurrir en este nuevo año, provendrá de políticos y de gobiernos. De éstos hay dos: el de México y el de Estados Unidos. Acá Videgaray y Cía.; allá Trump. ¡Ug! ¡Catástrofe! ¡Ignorante! ¡Misógino! ¡Fascista! ¡El Kukluxklan al poder!

¿Será? No tengo mucho respeto por las cargadas noticiosas o políticas, que han dado al narcisista Trump un aura tan espantosa como la celeste que le armaron a la psicópata Clinton. Las voces mayoritarias no me van, ni las pulsiones ideológicas o las modas: prefiero que no me arrastren las corrientes de opinión y pensar a riesgo propio. He vivido lo suficiente para saber que en toda campaña política, la peor víctima es la verdad. Para empezar, el misógino Trump ha nombrado a 4 mujeres en posiciones de gabinete. Una inmigrante china —Elaine Lan Chao—; otra de origen indio y religión sikh (Nimrata Randhawa de soltera).

Al menos dos de esas 4 piensan de los impuestos y las regulaciones lo que Trump: hay que reducirlos drásticamente porque estorban la competitividad (con Obama EEUU ha pasado del 6˚ al 11˚ lugar mundial en libertad económica; su peor posición en el registro de la Heritage Foundation).

Reducir ordenanzas e impuestos sobre la renta podría beneficiar a México. Ni esperanzas de que los burócratas mexicanos sigan ese buen ejemplo, sino porque aquello promoverá, como nada más, el empleo: de trabajadores migratorios mexicanos, y de maquiladoras en México, que seguirán teniendo mercado en los Estados Unidos: podría ese país crecer 4% al año. No se va a autobalacear Trump diciendo adiós al TLC; no es tan ideológico como su derrotada oponente, que sí nos habría hecho un daño tremendo. Basta recordar la criminal operación Rápido y Furioso (que necesariamente tuvo visto bueno de la Secretaria de Estado).

Y en cuanto a que Trump es un vulgar ignorante, recuerdo lo que decían de Reagan. ¡Un actor! ¡No es político profesional! Nada más por eso, se me hace interesante que llegue al poder alguien del sector privado, así sea un empresaurio. Qué más diera por un genuino empresario productivo y no un especulador, pero en fin. Y critican que Trump nombre millonarios para su gabinete. Al menos es de esperarse que tengan menos ganas de usar las uñas.

Idealmente Trump podría ponernos en movimiento, pero Peña no sabe reinventarse o pensar en cosas novedosas, como por ejemplo monetizar la onza de plata Libertad en un sistema monetario paralelo. México tendría el sistema monetario más sólido del mundo (eso al Tesoro de EEUU y a Wall Street no les gustaría). Ver:

http://plata.com.mx/mplata/articulos/articulosFilt.asp?offset=340&fiidarticulo=511

Difícilmente el gobierno mexicano o su congreso entenderán las implicaciones enriquecedoras de tal iniciativa pero quien quiera puede comprar onzas de plata (Casa de Moneda o Banco Azteca). Han subido más del doble desde que empecé a recomendarlas pero en poco tiempo subirán aún más. Quizá mucho, mucho más.

Hoy la temporada festiva sufre un golpe económico que parece recordar la historia de las crisis sexenales que vivimos los mexicanos de mi rodada: la gasolina sube de precio, pero nada que ver con el auténtico gasolinazo del 1˚ de diciembre de 1982 cuando entró de presidente Miguel de la Madrid. Subió la gasolina lo doble: un liso y llano 100%. ¿Cuál de los indignados antipeñistas se acuerda de eso?

La verdad es que jamás había habido aquí tal prosperidad material. Nunca tanto al alcance de tantos. Casi nadie recuerda durante la dictadura perfecta la inflación y la escasez y el contrabando y la censura y el fraude electoral, y los teléfonos parecían estar prohibidos. Hoy gracias al comercio libre casi nada más contrabandean armas y drogas. Y atacan al “modelo neoliberal” pero sin recordar el “modelo” de las crisis sexenales y los gobiernos gravitando de catástrofe en catástrofe.

No reconocemos el tamaño de la bendición que vivimos hoy, a pesar de los políticos que sólo ven al Edomex en 2017 y la presidencia en 2018. Con esa mira, y su desbocada ambición por el poder y el dinero, prohíjan y pagan y estimulan a saqueadores y quejosos, pásele lo que le pase al país; hablo principalísimamente de López Obrador. Trump es mucho menos peligroso que los políticos mexicaneros que financian y cultivan el odio y la violencia, el miedo y la mentira, la envidia y el saqueo.

A pesar de ello, ya que termina el gran puente, lectora amigo, espero lo mejor para ti y para tu familia en este retador 2017. Puede ser un año excelente para quien sepa sacudirse el miedo y reinterpretar poderosamente los retos y problemas. Sea, pues.

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