“Sólo se destruye lo que se sustituye” (Errico Malatesta)
El filósofo y analista –ése sí- italiano, no podría haber heredado mejor apellido. Lo entiendo como “Mala-Cabeza”; a veces, no hay como pensar mal para acertar.
“Cada vez que me emborracho, juro no volverlo a hacer… qué juramentos ¡tan firmes!, los que me hice antier y ayer”, (Del Cercado Propio)
Lo anterior viene al caso por las recientes expresiones de nuestro ínclito Director, Eduardo Ruiz–Healy –responsable de “El único noticiero que permite que sus oídos le abran los ojos”-. Cito y recito: “La llamada encuesta sobre la viabilidad del nuevo aeropuerto para la Cedemequis, es una estupidez…”, en el sentido de que no es muy “brillante” intentar “saber” sobre algo, preguntándole a quien no sabe. Es el caso clásico del forastero quien al preguntar a un lugareño sobre determinado sitio, recibe por respuesta la de “…ahí nomás, tras lomita…”. El interrogado responde algo indeterminado, con tal de que no se le tome por ignorante: “Vox Populi, Vox Diabolicum”.
Permítame El Respetable interpelar (por alusiones) a Don Eduardo, desde esta columna, “la única, la auténtica, la original que “permite que sus ojos le abran la boca” “:
Respecto a la viabilidad del nuevo aeródromo parece que “alguien” o “álguienes” quieren “chamaquearnos” o “darnos el avión” (“El labión, el labión”). ¡De lengua, me como un plato!
Parecería que lo mismo sucede con el tan manido tema sobre la “legalización” (Sic. y Re-sic.) de las drogas.
Foros por aquí, foros por allá con la concurrencia de “expertos”, “pachecos” y “público conocedor” sobre todo producto y subproducto factible de introducirse entre pecho y espalda.
Por todos lados surgen notables conocedores respecto a “las sustancias de los sueños”. Cómo pasar por alto la Obra inapreciable de mi Maestro Simón Brailowsky, Q.E.P.D., y que lleva ese título, quien irónicamente, falleciera en un accidente automovilístico transportando “cerebros” que había recogido unos minutos antes precisamente en el “aeropuerto juarista”. Órganos a los que dedicó buena parte de su vida para estudiar y analizar. Brailowsky sí que sabía las diferencias abismales entre los efectos que tienen unas y otras sustancias sobre el cerebro. Y por lo tanto, sobre la psique de los individuos. No es lo mismo “Chana que Juana”, como tampoco “alcohol y marihuana”. Sólo por citar dos muy básicos productos démodé.
Algunos aferrados superficiales no dejan de intentar comparar el consumo de “alcohol” (Bebidas alcohólicas; “etanol en dilusión” del 2% al 55% en volumen; apto para consumo humano, con efectos “depresores del Sistema Nervioso Central”. Ley General de Salud de los Estados Unidos Mexicanos. Dixit) y el consumo y efectos de la “Canabis Sátiva” (a) Marihuana, Mota, Martuchita, Pelos de Elote; Sin Semilla; Acapulco-Golden; hierba santa y anexas.
Y que si la “Época de la Prohibición” (Ley Volstead, 1929) “demostró” que “prohibir” es ¡tan contraproducente! como lo “demuestra” prohibir la pederastía. Sería como afirmar que, debido a la “prohibición” o rechazo de que adultos hagan de “las suyas” con niñas y niños, han surgido tantos abusadores de menores. Y que si el “alcohol” (no el de farmacia, ni el del 96 grados, ni el de las lociones o el destinado para friegas: If you please es tan “peligroso” que debería prohibirse. Y que “el alcohol” y “el tabaco” han matado y matan a más personas por segundo que los aniquilados por la fiebre española en el siglo XIX… “etecé y eteasí…”. Y así entre otras tesis, antítesis y síntesis demenciales que rondan en los linderos de confundir “la velocidad con el tocino”.
El caso es que la superficialidad y la estupidez se fueron al campo un día; y más pudo la estupidez y la superficialidad sobre la razón que la razón tenía. (Parodia sobre un versito cursi que algún día escuché).
Eso de ponerse a “preguntarle” a estas alturas a “la masiosare” si “habemus aeropuerto o no habemus aeropuerto”, resulta tan perverso como lo que se pretende en torno a los desvaríos sobre el “uso de sustancias” para “fundamentar” ¡políticas públicas de salud! MY FKNG DOG! ¿Qué dice y qué quiere “el pueblo bueno” y “el pueblo malo”…? ¿Ponerse hasta su matrix…? ¡Que lo diga!
Si ya en Colorado, Ohio y anexas está siendo ¡todo un éxito! ponerse hasta las manitas “legalmente”, y ¡hasta las finanzas públicas han remontado! Chúpele pa’fuera y sóplele pa’dentro. Odiamos a los gringos, pero ¡AY! cómo queremos ser como ellos.
Vámonos entendiendo: No todo lo que te metes te prende igual. Ni es lo mismo un chupe, que un “toque”. Ni todo lo que se te ocurra, va a resultar. Por mucho que lo digan “algunos” sesudos pseudo “intelectuales”
Seguimos siendo el país de las “ocurrencias”. Que si la criminalidad está desatada… ¡Ah!, es que ¡se están matando por la prohibición! ¿Os Cae? “La causa, son las desigualdades sociales”. Una vez abolida la “prohibición”, los lobos se volverán corderos. Una vez dentro de la “legalidad”, todos dejarán de estar al “margen de la Ley”, pues ya no habrá Ley que prohíba cosa alguna. ¡Pactemos! y todos conviviremos en Santa Paz y armonía.
¿No será por “la falta de gobernabilidad” que “democráticamente” aspiramos al “auto-gobierno”? Es la falacia de las “auto-defensas”. Si no hay quien me defienda, pues me defenderé a mi forma y a mi modo. “Nomás con “legalizar” la producción, comercialización, distribución y consumo de “motita”, “amapolita” y derivados, la cosecha criminal seguro se acaba…”. En el momento en que constituyamos la CONACOES: “Compañía Nacional para el Consumo de Estupefacientes” todo se normalizará. Ahora que llegue la “hermandad” regulatoria de la morena castidad, las drogas y sus derivados no existirán más. ¡Al margen de la Ley, nada; por encima de la Ley, nadie! ¡Voooy! No mameyes en época de aguacates.
¿Habrá quien tenga la capacidad de “analizar” la Historia de la evolución que ha tenido el “uso de sustancias”?
“Gringolandia” el más odiado, pero más aspiracional estilo de vida para buena parte de los mexicanos, ha sido el ejemplo a seguir. ¡Sigamos!
Por décadas, el término “Drugs” (Drogas) fue el término común para referirse a todo aquello que se comercializaba en las conocidas “drugstores” o “farmacias”. Pero cuando cayeron en la cuenta de que no era “lo mismo” que “lo mesmo” y que “jurídicamente” habían caído en una contradicción, tuvieron que recular y cambiar regulatoriamente el término de “drugstores” por el de “pharmacies” Esto es, de “droguerías” a “farmacias”. ¡No todo lo que puedas encontrar en el mostrador es para que te lo metas, como te lo metas o cuando te venga en gana introducírtelo! Una cosa es “la sustancia” y muy otra, para qué o cómo la usas. Si lo que quieres es conseguir “algo” que “te alivie”, es una cosa; si lo que quieres es “ponerte hasta tu madre”, ése es otro departamento y “consulta a tu médico”.
¿Qué pa’ donde voy? ¡Ahí voy! Nomás ténganme paciencia.
Hay “sustancias” productos y subproductos que la Señora Humanidad ha descubierto, desarrollado y asimilado en su vida cotidiana de muy diversas formas. Durante más de DOCE MIL AÑOS DE INETERACCIÓN. Entre otras, el cultivo de semillas y frutos y su fermentación. I. Est. Cebada (Cerveza) uvas (Vino) y etc, etc. “Milenios” después. “destilación” (aguardientes como el ron, whiskey, vodka, etc) Esos –entre otros, como el té, y el café- los ha integrado a su forma de vida y convivencia. Durante centurias. Tanto el té, el café, la cerveza y los “vinos”, la Humanidad los integró a sus “usos y costumbres”. Incluidos rituales religiosos y sociales. De ahí se desprende que el consumo de buena parte de las “Bebidas con Alcohol” –NO ALCOHOL per-sé- la Humanidad las ha integrado a sus formas de vida y “convivencia social”. NO para “ponerse hasta la madre”, sino simplemente para “convivir”. Y hasta para “acompañar” a su alimentación. De ahí los “sibaritas” lo “somelieres” entre otros “diletantes” del “buen comer” y de quienes gustan de disfrutar de un producto sin afán de “intoxicarse”. Uso y costumbre muy arraigados entre quienes no pretenden el “efecto patada” de determinada sustancia.
Hechos incontrovertibles y muy diferentes de quienes –al consumir determinada sustancia- “pretendemos” alterar o modificar la “psique” o “percepción de la realidad”.
De ahí que los “gringos”, esos para muchos, tan “malévolos y degenerados” cayeron en la cuenta de que en su sistema reglamentario, tuviesen que incluir el concepto jurídico de “UNDER THE INFLUENCE” (Bajo la Influencia), lo que implica diferenciar si alguien se encuentra, o no, bajo “la influencia” de determinada sustancia. Así surgió el conocido D.U.I. (Driving Under The Influence) o “conducir un vehículo bajo la influencia de determinada sustancia”. Acto “gravísimo” que puede modificar jurídicamente un hecho de lo “imprudencial” a lo “criminal”. No es “lo que te metiste”, sino “cómo, porqué razón, cuando y/o para qué te lo metiste”.
La gran diferencia entre “consumir” una “bebida alcohólica” sin llegar al punto de “intoxicación” o consumirla por el hecho de “acompañar” los alimentos puede hacer la diferencia entre la libertad o la cárcel.
En el caso del “uso y abuso de otras sustancias” es que por ejemplo, en el caso del consumo de “bebidas con alcohol” alguien puede consumirlas sin llegar al estado de “intoxicación”. Mientras que en el caso de la “marihuana” y otro tipo de sustancias similares, lo que se “pretende” busca o provoca, es estar precisamente “bajo la influencia”. Es decir “intoxicado”.
Si yo no me puedo explicar –como es mi caso- tal vez para iniciados, Séneca lo haga mejor:
Dice Lucio, luciendo su lucidez: “…lo que es la ira (diferente) a la irascibilidad: entre ambas existe la misma diferencia que entre la embriaguez y la propensión a la misma… el irascible, no siempre está dominado por la ira, como el propenso a la embriaguez, no siempre está borracho…”.
“Bajo lo influencia” de Séneca podemos encontrar toda una cátedra sobre la diferencia entre el “consumo inocuo” y el “efecto patada” de las sustancias, dejando claro que hay sustancias cuyo consumo “puede” resultar ¡sin efectos secundarios! Y otras, cuyo “beneficio” sólo se logra a partir de sus “efectos secundarios”. De ahí que hay quienes consumen vino, cerveza, café, o té, pero evitan y rechazan su “efecto secundario” por mínimo que sea. No sucede igual, con “otras sustancias”; que se consumen con la intención inicial de alcanzar un “efecto secundario” o “efecto patada”. Por ello, la Señora Humanidad –que puede ser todo lo vieja y anacrónica que se quiera, menos estúpida- ha “aculturizado” ¡durante milenios!; asimilado e integrado a las formas de convivencia social pacífica determinados productos y no otros.
Hoy, los urgiditos e histéricos; ávidos de los “resultados” para antier. Los y “las” incapaces de “controlar” la demanda de las “zonas de recompensa” de nuestro cerebro para alcanzar “compensación de sensaciones de necesidad” o “saciedad” aún antes de que se presenten, somos tan proclives al desarrollo de adicciones. Esto es, la necesidad de recurrir a determinado efecto, para “ilusoriamente” prevenir la “carencia” del mismo. Esto es, el “síndrome de supresión” o “necesidad” de determinada dosis para lograr un “efecto” antes alcanzado. Algo que tiene mucho que ver con nuestra incapacidad para “aplazar” determinado estado de satisfacción.
En palabras de cualquier demagogo o populista: “Deja de prohibir lo prohibido”, que así es como “te permitirás lo permitido”. Es el mismo santo remedio que han venido promoviendo los defensores de la proliferación de armas: “Permite que todos se armen hasta los dientes, para ¡evitar! que alguien se atreva a sacar y disparar primero su arma”.
A falta de capacidad para darnos “Orden y Progreso” –como reza el acertado precepto de la Bandera Brasileira- parecería ser que buscamos una sociedad “Montessori-Light” (Con todo respeto a los verdaderos Montessorianos) “No hay cosa más buena y más sana, que cada quien haga lo que le da su retiznada gana…”. ¡Voooy!
Pero ¡quién es este tecleador de “El Viene Viene”! para darnos clases de moral con la bragueta abierta. Mejor atendamos –guan mor taim- a la lucidez de Lucho:
“…es más fácil expulsar un mal principio que gobernarlo; más fácil no admitirlo que moderarlo después de admitido. Una vez que ha tomado posesión es más fuerte que el alma poseída, no conoce límite ni restricción… la razón misma, a la que entregáis las riendas, no sabría conservarlas a no divorciarse de las pasiones; mancillada por su alianza con estas, no puede contener lo que antes le era fácil excluir. El alma, una vez quebrantada y fuera de su asiento, no obedece más que al impulso recibido… un hombre que se ha arrojado al abismo, ya no es dueño de sí; no puede volver atrás ni detenerse en su caída hasta llegar al fondo…”
Si creemos que la “ausencia de control” será la solución para dejar de “descontrolarnos”, por eso estamos como estamos.
Viviendo en “el gabacho” –sociedad bastante proclive al libertinaje- he podido reflexionar –de esquina en esquina y de banqueta en banqueta- sobre lo que me dicta una pinchurrienta señal de ¡STOP! Y que yo ociosamente he desdoblado como sigue: “Silence; Think; Observe; Proceed” ¡Cállate, Piensa, Observa y Procede! Sin policías ni cámaras de foto-multas a la vista, el letrerito sólo me previene: “Sigue mis instrucciones para no darte en la madre”.
No es que en los Estados Unidos de América no se dé la transgresión, ni la incivilidad, ni la corrupción. Lo que sí se percibe es que, al menos en lo fundamental de la “convivencia social” el que se lleva, se aguanta. Y si te agarran, ¡te cuesta! No hay mucha ciencia ni filosofía de por medio. “Nothing Personal, Just Business!”
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