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Y sin embargo… ¡La vida sigue!

"Los temblores son acomodos de la corteza terrestre —no son castigo de Dios..."

27 de septiembre, 2017

“Los temblores son acomodos de la corteza terrestre —no son castigo de Dios— y como vivimos en zona sísmica, más nos vale saber construir con normas estrictas, si no algunos pagarán”. ERCR

La tragedia que provocó el terremoto del pasado 19 de septiembre y azotó a la ciudad de México y otros estados de la República, me deja asombrado, perplejo. Hemos constatado un ejemplo de solidaridad digna de llamarnos “seres humanos”. La respuesta de miles de personas —la mayoría jóvenes— mezclados, sin distinguir sexo y condición social es digna de orgullo y satisfacción. Mis hijas y sobrinas en el frente de batalla. Trabajando removiendo escombros, repartiendo agua y comida.

Tener que vivir una desgracia de semejantes proporciones es el precio que pagamos muchos mexicanos básicamente por vivir en esta mega ciudad expuesta a temblores de cuando en cuando. Todavía no tengo un diagnóstico claro, no sé sí hubo muchas anomalías en la expedición de los permisos de construcción, aunque parece que no. Sólo casos aislados. El sismo fue demasiado violento.

En menos de un par de minutos se vinieron abajo media centena de edificios y luego supimos que muchos más serán declarados no habitables. Muchísimas personas quedan sin hogar y sin pertenencias. Probablemente hasta sin identificación oficial, ni dinero y con serios problemas sicológicos pues no es fácil superar ese trauma… y sin embargo, ¡La vida continúa…!

Y así, el rescate de las víctimas y la ayuda humanitaria se organizó gracias, en principio, a la iniciativa de la sociedad civil que se adelantó y tomó el liderazgo. Gracias a la maravilla de la tecnología, la comunicación fluyó. Facebook, Twitter, WhatsApp y compañía, herramientas que no teníamos cuando pegó el otro sismo el mismo día hace 32 años, a una hora maldita y por ello cobró miles de víctimas más que el acabamos de sufrir. A diferencia de aquél, el gobierno de ciudad y el federal sí respondieron rápidamente y pusieron cierto orden. La Marina y la célebre Frida, perra entrenada para el rescate, cumplió su cometido y seguramente le tocaron dos cabezas de carnero para la cena.

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A este esfuerzo inicial, poco a poco, suavemente, como dice la maravillosa canción de Juan Gabriel, las grandes empresas se incorporan a la campaña de donación y también —empujados por el reclamo de la sociedad civil— los partidos políticos “donan” lo que no es suyo. Renuncian al financiamiento público para sus campañas… ¡Bien!, lo cual, por cierto, no basta.

De los partidos políticos, es el “Frente” el primero que se pronuncia sin reservas. Dante Delgado, de Movimiento Ciudadano, con una iniciativa de Ley en mano, la guapita líder del PRD Alejandra Barrales y Ricardo Anaya del PAN renuncian al financiamiento público a los partidos. En cambio el PRI sólo se compromete a regresar el dinero que les toca, solo por este año, pero presentará una iniciativa que francamente gusta. Tardía como siempre. Las promesas de campaña de Enrique Peña Nieto por la fuerza de la tragedia se retoman. Menos diputados, menos senadores y cero financiamiento a los partidos. Emilio Gamboa hace su trabajo y varios especialistas en la materia opinan que es imposible que la iniciativa Priísta sea operativa para las elecciones de 2018. Suena a más atole con el dedo.

Como me gustaría saber que todos los actores políticos se sumen a la iniciativa; verlos pronunciarse juntos y aprobarla en un santiamén, vía fast track. Apuesto a que no se concreta nada. Doble contra sencillo.

López Obrador quiere sacar raja y dice que va a donar… y que, como siempre, dice todos le copian sus iniciativas. ¡Ay, la mafia del poder tan ladrona!

Así, dentro de la tragedia hay lecciones que aprender, las cuales ya digeridas deberán de convertirse en políticas públicas para tratar de, en el futuro próximo, defender la vida humana, pues no va a dejar de temblar; ni vamos a dejar de estar azotados por huracanes y otras calamidades.

La civilización ha dejado de ser víctima de otros males —plagas que podían exterminar a la mitad de la población en poco tiempo— y como resultado de la “evolución”, la ciencia médica y la tecnología desarrollada por la humanidad, ya estos males son menos frecuentes. Aunque por supuesto que no dejaremos de exterminarnos a balazos, por esa necesidad periódica que tenemos de destruirnos mutuamente; de robar, asaltar y de secuestrar por esa maldad de los “humanos”.

Y dejando la discusión filosófica acerca del género humano, pues se tendrá que crear un “Fondo para la Reconstrucción” de los estados afectados (de los dos sismos del 7 y 19 septiembre) lo que va requerir mucho dinero, tiempo y esfuerzo. Y veremos a los vivales tratando de sacar raja de la situación, es por ello que el dinero que se destine para ello: de las aportaciones de la sociedad civil, de la ayuda extranjera y del Fondo Nacional de Desastres Naturales “FONDEN” debe manejarse con transparencia total. ¿Por quién…? ¿Por los gobernadores? ¡No, por favor!

Ni modo, se antoja que ese dinero y las acciones que se tomen, sea operada —supervisada cuando menos— por una “Comisión de Ciudadanos Distinguidos”, apartidista y con autonomía de gestión.

¡Sí, la Vida sigue…! Y esperemos sea ya sin tanto sobre salto para que podamos vivir en paz, sencillamente. Con menos desigualdad y oportunidades para todos.

Para ello vamos a necesitar tener otro temblor, ahora de la conciencia nacional y elijamos en 2018 un gobierno que lo encabece un ciudadano ejemplar. Ojalá el “Frente” sea generoso y empiece a actuar… pues sí… ¡La Vida Sigue!

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