En 1963 Adolfo López Mateos apoyó la introducción de los diputados llamados de minoría. A su sucesor, Gustavo Díaz Ordaz le correspondió gobernar con la presencia de los partidos de oposición reconocidos por la ley en el Cámara de Diputados.
Mi padre, Francisco Rodríguez Cano fue "palomeado" por el Presidente Díaz Ordaz como candidato a diputado federal por el PRI — privilegio del poder presidencial en tiempos de la llamada dictadura perfecta—. Fue electo por abrumadora mayoría por el segundo distrito de su tierra natal, con cabecera en Túxpam de Rodríguez Cano, Veracruz. Formó parte de la XLVI Legislatura (1964-1967) en donde Alfonso Martínez Domínguez era el "jefe". En ese entonces, no había diputados de representación proporcional y con 300 diputados se legislaba en la calle de Donceles. La gran mayoría se clasificaba como "levanta dedos" pues obedecían sin chistar la línea señalada por el Presidente. Ahora en el PRI sigue igual.
Gracias a la reforma de López Mateos, la Cámara de Diputados, por primera vez incluyó 20 diputados de oposición, aguerridos e inteligentes todos. Con fundados argumentos a la hora del debate legislativo con frecuencia ponían a los priistas en un rincón. Destacaba por la izquierda, Vicente Lombardo Toledano y por los panistas —entre otros— Adolfo Christlieb Ibarrola, Abel Vicencio Tovar, Felipe Gomez Mont (padre de Fernando ex secretario de Gobernación). Miguel Estrada Iturbide, dicen, era el tribuno más elocuente de ese partido.
Ahora, la composición de la Cámara de Diputados ha cambiando —500 representantes—; hay diputados de representación proporcional y pronto habrá diputados independientes, los cuales para cubrir los requisitos para contender es tan complicado como ganar el Derby de Kentucky.
Me parece que el sistema actual es "peor" del que vivió mi padre como representante popular. El costo por mantener el poder legislativo es inmenso, en las Cámaras no hay pobrezas y los diputados se siguen ciñendo a lo que manda —tal vez a regañadientes— el "jefe de la bancada", cualquiera que sea el partido en que militen.
Por otro lado, en tiempos de mi padre la prensa crítica se toleraba y cuando no gustaba o rebasaba el límite se amordazaba. Julio Scherer en Excélsior fue silenciado por Luis Echeverría pero no claudicó. Formó la revista Proceso en su empeño de hacer periodismo independiente, informado y veraz. Así los mexicanos hemos ganado con sangre, sudor y lágrimas un cambio fundamental "la libertad de expresión" —cuando menos en el ámbito nacional— invaluable en toda democracia.
Ahora, los medios ejercen una presión brutal exponiendo a los gobernantes que cometen fechorías, aunque todavía su influencia no es suficiente para lograr que muchas decisiones se corrijan.
Las críticas directas al Presidente —inimaginables en otros tiempos— son severas. En la radio, los portales de noticias de Internet y hasta en Televisa proliferan —allí está "La Hora de Opinar de Leo Zukermann y sus invitados—; en las redes sociales la madriza es sin piedad, a veces con exceso. El ingenio y capacidad de hacer reír a los mexicanos se hace patente con los "memes" publicados.
La libertad de expresión es un bien que llegó —espero— para quedarse. Llegará el día en que como a Richard Nixon, gracias a una investigación periodística, lo tumbaron por corrupto.
Con todo y por todo, la corrupción —el lubricante del sistema— no se ha logrado disminuir, al contrario. Los conflictos de interés, impunidad y discrecionalidad sigue rampante. Me platican mis amigos ingenieros, contratistas del gobierno, que para obtener un contrato, Míster 10% aparece y ahora, el diezmo se paga por adelantado…
Otro ejemplo de corrupción e impunidad es el permiso otorgado a la empresa española CODERE que goza de 52 hectáreas de los terrenos federales del Hipódromo de las Américas; su incumplimiento nadie lo quiere investigar a fondo. La consecuencia es la ruina de una industria que tiene un potencial enorme. La extinta Comisión Especial de Juegos de la Cámara de Diputados no investigó a pesar de la evidencia que presentamos.
Lo que es un hecho es que la Ley de Juegos como está aprobada por los diputados deja a la Industria Hípica por allí… muy rezagada. Pronto veremos si el Senado hace modificaciones sustanciales al texto para crear una política pública para el desarrollo de las carreras de caballos. En el medio hípico se corren apuestas pues se afirma que a la iniciativa no se le cambiará una coma… Veremos.
Como epílogo a esta nota, es claro que la "libertad de expresión" me permite hacer públicas mis opiniones que en tiempos de mi padre, no creo que se pudieran expresar sin temor a represalias y a pesar de todo, la corrupción y la impunidad continúa… contenta.
Se necesita pues impulsar un sistema anticorrupción efectivo y definitivo. Es la reforma más importante que falta. Estoy seguro que todos mexicanos y el mundo entero aplaudiríamos rabiosamente si se logra.
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