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¿Distractor o Mensaje…?

Es obligación del equipo de colaboradores de la seguridad del presidente de México, prevenir cualquier contingencia, sorpresa o conmoción y, en lo posible, evitarlas. Es...

2 de abril, 2020

Enrique Rodríguez-Cano Ruiz

Es obligación del equipo de colaboradores de la seguridad del presidente de México, prevenir cualquier contingencia, sorpresa o conmoción y, en lo posible, evitarlas. Es por ello que tenemos que pensar que la “aparición” de la madre del “Chapo” Guzmán en la gira de la semana pasada del presidente por el estado de Sinaloa, fue autorizada por el mismo presidente y los miembros de alto rango de su Gabinete de Seguridad.

Dicho lo anterior, la pregunta obligada es saber si todo lo sucedido fue concebido como un distractor, como un mensaje o ambos. Mandar señales en el quehacer político son como carambolas de tres bandas, por así decirlo, y este suceso no lo acabo de entender. A muchos mexicanos nos da mucha desconfianza.

Fue una extraña supervisión ―para mí, inútil― que hizo el presidente de un camino que se construye en el célebre municipio de Baridaguato, ubicado en lo que se conoce como el Triángulo Dorado y que fuera la cuna del imperio de narcotráfico que fundaron Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y otros personajes que parecen sacados de una novela de terror. Lugar que finalmente heredó Joaquín Guzmán Loera (a) El “Chapo”, que en su momento fue el narcotraficante más famoso del mundo y quien ahora está cumpliendo su condena ―cadena perpetua― en alguna cárcel de los Estados Unidos. El mismo sitio en el que es probable que los sucesores del “Chapo” sigan teniendo fuerte influencia en la operación del negocio y que sea base de sus actividades.

Todo el municipio no tiene arriba de 4000 habitantes, por lo que no es muy importante más que por ser posiblemente un lugar donde crece la amapola, que es la materia prima de muchos opiáceos, drogas que tiene un valor importante en el mercado. ¿La carretera en construcción les servirá para sus negocios? Digo, es pregunta.

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Como expresé, debo asumir que todo el evento fue aprobado por el presidente. Comida, entrega de la carta en que la señora Loera le pide al presidente, por segunda vez, su intervención para que pueda ver a su hijo y que lo devuelvan a México. Solicitud inútil, considero, pues dudo mucho que vaya a suceder. Es cosa juzgada: punto. En el estupendo reportaje que se puede leer en la liga, se da cuenta de lo sucedido en esos remotos parajes.

Así pues, pregunto: ¿el viajecito por Sinaloa es un nuevo distractor, como han sido al parecer otras tantas acciones en que la estrategia de comunicación del gobierno de la Cuarta Transformación ha sido desviar la atención ante los graves problemas que enfrenta, como fue en su momento la rifa del avión presidencial, por mencionar un ejemplo?

Hace pocas semanas los problemas económicos se veían venir: cero crecimiento en 2019 con todas sus consecuencias. Ahora, con la crisis provocada por la pandemia, la situación es realmente muy muy grave. Mi generación no ha vivido de cerca guerras armadas, aunque sí hemos sufrido auténticas batallas con la inseguridad galopante: secuestros, cobros de derecho de piso y homicidios horripilantes. Ahora la pandemia está tocando a la puerta y nos va a poner de cabeza.

Otra pregunta que me surge ―debo admitir que mi imaginación es inacabable y en mi opinión esto pudiera ser mucho más grave que el que sea un simple distractor― ¿Qué no será que el encuentro con la señora madre de El “Chapo” tenga como mensaje que el cartel de Sinaloa es intocable y que sea aliado del gobierno? Recordemos la liberación del hijo de Joaquín, Ovidio, en la llamada Batalla de Culiacán de octubre de 2019.

Distractor o Mensaje. La ansiada transformación que el presidente tiene como meta cumplir para el final de su sexenio, con sus acciones y constantes ataques a sus “opositores”, se puede volver un sueño. Una pesadilla. Solo con la unión de todos los sectores productivos del país se puede enfrentar con éxito el desastre que se ve venir. Insisto, Andrés Manuel López Obrador debe tener como meta sembrar, además de árboles frutales y maderables ―programa en que no creo―, confianza. ¡Confianza, señor presidente!

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