¡A Blindarse Todos…!

La pandemia causada por un nuevo virus —Covid-19— ha provocado en cascada, la caída —el derrumbe— casi un cataclismo, de consecuencias todavía inimaginables en todo...

19 de marzo, 2020

La pandemia causada por un nuevo virus —Covid-19— ha provocado en cascada, la caída —el derrumbe— casi un cataclismo, de consecuencias todavía inimaginables en todo el planeta: devaluación de las monedas; desplome del valor de las acciones de las empresas; el precio del petróleo caído por los suelos; desabasto de mercancías; compras de pánico y sobre de todo, una desconfianza enorme en la población. 

Estamos hablando de la posible pérdida de la vida de seres humanos, por lo que es un asunto muy serio y me deja mil interrogantes.

Ahora, ante la experiencia de los países a los que “la maldición del coronavirus” los sorprendió antes que al nuestro como España e Italia principalmente, hemos aprendido que la última recomendación es aislarse y no salir de sus casas. Así, se cancelan eventos públicos y en la capital se empieza a sentir graves efectos. Sí, el 9 de marzo —sin mujeres— se notó el efecto de poca actividad; ahora, sin seres humanos activos, el pronóstico es reservado: desaceleración de toda la economía, los juzgados entran en receso, las clases en todo el sistema educativo se suspenden, se cierran las fronteras; toda la industria turística va a ser severamente afectada. En los Estados Unidos, el Derby de Kentucky, que se celebra tradicionalmente el primer sábado de mayo se programó hasta septiembre.

Según los especialistas, existen tres fases de cómo se desarrolla una pandemia

1) se empieza a importar el virus por medio de personas que llegan del extranjero, hay pocos infectados;

2) se vuelve viral, porque una persona que estornuda puede infectar a cientos y;

3) se generaliza el contagio y hay miles infectados. Muchos fallecimientos. La tasa de mortalidad no es tan alta, siempre y cuando haya atención hospitalaria, pero con el débil Sistema de Salud que tenemos, Dios nos agarre confesados. 

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Centrada

La estrategia del gobierno de la Cuarta Transformación, bautizada así con el propósito de transformar la vida política del país, es clara: podríamos llamarla “no causar pánico”, “no hagan olas” y es por ello que el presidente no hace ningún caso a lo que recomienda su Secretaría de Salud, y sigue repartiendo besos, abrazos y mordidas en sus giras por el interior del país, en las que imagino, hay menor riesgo de contraer el virus, o ¿estará dispuesto a sacrificarse? para cumplir con sus compromisos. Recordemos sus palabras:

“Nosotros llegamos aquí después de luchar por la justicia y no tenemos compromiso con grupos, ni con compañeros de partido ni con amigos ni con familiares. Yo ya no me pertenezco, tengo una misión que cumplir y no le voy a fallar al pueblo”. 

¡Ya no se pertenece! Equivocado o no, irresponsable o no, el presidente de la República tendría, en mi opinión, el compromiso de no enfermarse —defenderse como gato boca arriba— pues está dentro del grupo de personas más vulnerables y ese “lujo” no debiera permitírselo; aunque a un buen número de personas que conozco, comunes y corrientes, les encantaría. A los mentados conservadores, a quiénes el presidente se refiere todos los días y que nadie sabe quiénes son, seguramente harían una fiesta interminable y así, al país se lo podría cargar el pintor. Las consecuencias pueden ser insospechadas.  Tal vez convenga, pues otros años de 4T a este ritmo… ¿quién sabe qué sucederá? ¡Las cosas no pintaban nada bien antes de la pandemia! Basta leer en la liga lo que opina Pablo Hiriart que no le perdona una.

El paso siguiente es que hay que blindarse… Blindarse quiere decir protegerse, ¿cómo? No me parece que sea creando cadenas de oración, ni como el presidente Andrés Manuel López Obrador presumió que tiene un escudo protector, un símbolo religioso católico conocido como “detente” que lo protege. ¡Por favor! 

Me sugirieron que la mejor forma de blindarnos es comprando algunos “cachitos” de la rifa “de la no rifa del avión presidencial” y poner changuitos.

Fuera de broma, insisto, la principal tarea del presidente es que debe crear confianza con los sectores productivos del país, que son los que crean riqueza. ¡Confianza, presidente! Su popularidad en las encuestas públicas sigue bajando; ya sólo está un poco arriba del 50%. En mi encuesta personal, de mis amigos y conocidos, es 1%. ¡Aguas!

Por lo pronto, una recomendación valiosa: usar la mano no dominante para picaportes, transporte, baños, etc. porque es muy difícil que te toques la cara con esa mano.

 

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