Tuve la enorme fortuna de nacer en el seno de una familia de doctores: mi abuela paterna enfermera, mi padre Internista y cirujano, mi hermana y mi sobrina doctoras. Conozco de cerca cómo se desarrolla esta bendita actividad y estoy profundamente molesto por la bajeza, simpleza e ignorancia con la que el presidente descalifica a los médicos y personal del sector salud.
El juramento hipocrático es mucho más que una serie de palabras y frases bonitas. Es la responsabilidad, el compromiso consiente de entregar una vida al servicio, a preservar la vida del semejante ante cualquier circunstancia por más complicada que sea. ¿Qué es un ser humano sin salud?
De niño me tocó ver a mi padre salir en la madrugada con frío y lluvia a atender a un paciente que se puso grave. Fui testigo innumerables veces de sus angustias e impotencia ante la gravedad de un ser humano; pude ver cómo recibía varias veces vacunas antirrábicas por atender seres humanos rabiosos; lo vi renunciar a puestos políticos porque prefería ejercer la medicina, estar cerca de la gente que realmente lo necesitaba. Fue un humanista que un día enfermó gravemente por una serie de embolias y su mayor recompensa fue que recibió el cariño, una palabra de aliento, una oración y la ayuda material espontánea, desinteresada de cientos de personas, desde muy humildes hasta muy ricos y poderosos agradecidos con él, porque en algún momento de sus vidas mi padre los salvó a ellos o a sus familiares de las enfermedad o de la muerte, así que a casa llegaron costales de maíz, de frijol, sandias, calabazas, melones, gallinas, dinero, respaldo financiero a mi mamá, etc. Mi padre entendió que cosechaba lo que había sembrado: Amor al prójimo.
Qué poca madre descalificar y acusar de metalizados a los doctores que arriesgan su vida por salvar la de los demás. Cuánta ignorancia, cuánto odio, cuánto resentimiento alberga en su alma el presidente que se piensa dueño del país, cuando solo es un administrador, y qué poca resistencia de los partidos políticos y líderes en diferentes áreas para enfrentarlo, esta apatía de quienes pueden hacer algo y se detienen por miedo o por conveniencia está costando muy caro a México.
Nadie en sus cabales había ofendido, menospreciado y humillado a una profesión tal hermosa, profesional y humanitaria como nuestro actual mandatario. Es por esa actitud pendenciera que cada vez más mexicanos se estén hartando de tanta diatriba y enredos cantinflescos…
Pero la sociedad por sí misma se está volviendo en la gran oposición que se necesita para evitar que la 4T acabe de desmantelar a México. De ahí, que esa sociedad que está viviendo en carne propia los estragos de la pandemia y de la enorme crisis que se cierne en la nación, ahora toma el control de las benditas redes sociales y empieza a cambiar la balanza comunicacional. Cierto es que la crisis sanitaria es producto en parte de la situación mundial, pero también es producto de los terribles desaciertos de un gobierno federal ensimismado en atacar y culpar a todos los demás y a la historia de sus errores, así como de seguir tomando decisiones anteponiendo sus intereses de preservar y acrecentar el poder político a través del control presupuestal.
Eso, la pérdida del control de las redes es lo que tiene muy molesto y preocupado al presidente, que chilla y se hace la víctima del poder enorme de los bots ajenos que no dejan de atacarlo y exige la lista de granjas de bots a Facebook y Twitter, la respuesta de ese último fue que más del 60% de los seguidores del presidente son falsos. El tiro por la culata, una vez más.
¿De qué se queja el presidente? si él es quien ha politizado absolutamente todo, hasta los temas más triviales e intrascendentes. Fue él quien implantó este modelo agresivo de comunicar, es el amo de la crítica agría y destructiva de todo y de todos, con esa risita de mafioso perdona vidas con la que cada mañana de burla y desacredita a quien le viene en gana en su santa inquisición matutina.
Se acercan tiempos por además inciertos, pues la precaria economía de millones de personas no tendrán ni lo mínimo indispensable para sobrevivir y eso traerá como consecuencia inevitable un aumento considerable de la violencia, que ya estos momentos está desbocada por todo el territorio nacional. ¿De qué puede ser capaz un ser humano cuando no tiene ni para comer?
¿Dónde están aquellos que decían que no podíamos estar peor?
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