En las elecciones Andrés Manuel López advirtió que él no iba a amarrar al tigre si perdía, ganó y sólo quedó en amenaza.
A un año de la elección, la realidad se asoma como el nuevo tigre que sigiloso acecha al ganso y cada día lo arrincona y ruge cada vez más fuerte, ya empezó a clavarle los colmillos.
Pero el ganso parece no darse cuenta de ello, porque vive feliz en su realidad alterna, en su palacio, rodeado de sus fieles y en lugar de cuidarse de él, lo ignora y se pone a festejar el primer aniversario de su victoria.
Curiosamente el tigre también nació el 1 de julio del 2018 y aunque fue prematuro, empezó a crecer poco a poco, pero en los últimos seis meses tuvo un desarrollo asombroso y hoy ya tiene tamaño y peso para ir de caza.
El tigre creció muy rápido porque se alimentó de una violencia desbordada como nunca, de consultas teatrales e ilegales a modo, mentiras, acusaciones sin fundamento, de un aeropuerto suspendido por capricho y de otro que nada más no tiene para cuando, de miles de empleos perdidos y despidos masivos, de compras sin licitación, de bajas expectativas de crecimiento, del crecimiento de la deuda externa, de huelgas sobre todo en el norte del país, del perdón a Peña Nieto y sus secuaces supuestos culpables de todo lo malo que hoy pasa, de la sistemática violación de la constitución, de miles de palabras vacías, ignorantes y bromas bobas, de una refinería retrograda, del alza de la gasolina, la luz y el gas, de entregar cargos públicos a gente sin preparación, de contradicciones, de asesinatos de activistas y periodistas, de amenazas a los medios de comunicación, de fuga de capitales, de bloqueos de carreteras y vías de ferrocarril, del apoyo al dictador Maduro, desaparición de guarderías, cancelación de la reforma educativa, recesión económica, perdón a narcos y delincuentes, de una política de inmigración indiscriminada de puertas abiertas y sin un mínimo control, de pactar con Elba Esther y el SNTE, de regalar 30 millones de dólares a El Salvador, desprecio total a los derechos humanos y la lista de alimento del tigre sigue creciendo cada día.
Pero fue hasta que Trump amenazó a México con aumentar los aranceles cuando el tigre mostró su poder real y cimbró al reino del ganso, que por primera vez tembló, porque sabe que E.U. es el único por el momento que puede descarrilar su proyecto y ante el imperio, se rindió sin chistar, no bromeó, no culpó a los gringos y bajó la cabeza, pidió instrucciones y obedientemente las ha ido cumpliendo, una a una traicionando así su palabra de una migración de puertas abiertas.
Por todo ello más lo que se acumule diariamente, es previsible que el tigre se coma al ganso antes de lo que se imagina porque nada despierta sentimientos tan negativos como el engaño y la traición, el tigre poco a poco alcanzará a cada uno de los mexicanos, de una forma o de otra.
¿Por qué a cada momento son más los que ya no le creen al presidente y confiesan que fue un error estar con López Obrador?
De seguir así nos meterá en un callejón sin salida y con el tigre enfurecido y buscando culpables mientras el ganso festeja el caos.
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