El mejor gobierno es el que no se nota, ese que crea las condiciones para que la sociedad prospere, para que los particulares generen desarrollo en base a sus aptitudes y creatividad, que solo interviene cuando hay problemas para mantener la ley y el orden. Un gobierno debe ser como el árbitro del fútbol que solo opera cuando hay faltas al reglamento y su función es que fluya el juego con el menor número de incidentes posibles, protegiendo a los jugadores para que hagan lo mejor posible lo que saben hacer y generen un buen espectáculo.
Pero qué sucede cuando el árbitro se vuelve protagonista del juego; lo estropea, lo entorpece, lo ensucia, simplemente lo echa a perder y en ocasiones por no aplicar bien las reglas el juego termina en violencia o con lesiones porque los jugadores sienten que no hay autoridad y se toman la justicia a su entender.
La realidad es como el fútbol, es un juego de contacto en el que todos somos parte del juego en el que cada quien, a su manera y con sus posibilidades juega, confiando en que el gobierno hará lo necesario para sancionar las faltas y crear las condiciones para que todos hagamos nuestro mejor esfuerzo en la cancha.
Lamentablemente al árbitro de este juego llamado México, se le metió en la cabeza que el partido estaba corrupto y que con su autoridad podría poner orden y así se volvió protagonista, se adueñó de la cancha y del balón y ya no se limita a crear las condiciones de juego, ahora cambia las reglas, inventa las que le convienen, es directivo, comisionado, jugador, patrocinador, televisora, narrador, analista, fotógrafo, masajista, preparador físico, director técnico, boletero, representante de jugadores, acomodador, policía, porra, vendedor de cerveza y souvenirs, taquero, asesor deportivo, etc.
Es todo, menos árbitro y se siente más que el juego mismo, el ego lo hace sentir que es la estrella de la película.
Es el chile de todos los moles.
Ese protagonismo lleno de floridas frases ha limitado a todo el cuerpo arbitral, que no marca ninguna falta porque eso puede enfadar al árbitro mayor y mientras en la cancha aumenta la violencia y los jugadores no acaban de entender las nuevas reglas y se sienten abandonados porque la ley no se aplica y quienes juegan sucio están haciendo su agosto y el número de lesionados aumenta como nunca antes en cualquier juego previo y lo peor, lo preocupante es que apenas van 5 minutos de juego.
Dejar de ser el árbitro y volverse un aficionado narrando el partido ha provocado que se abandone el sentido de la ley y el respeto y es por ello que estamos viviendo en un país más incierto que nunca, en el que un día se dice una cosa y al otro otra, donde no hay valor a la palabra, ni respeto a la historia, donde hoy se firma una carta compromiso de no reelección y mañana se pierde y al otro día aparece, donde se experimenta con Baja California aumentando el mandato a cinco años cuando el acuerdo era dos y lo hacen a ver si pega, a ver si funciona, para saber qué resistencia puede haber y el árbitro que debió saber todo esto, es quien debe de poner orden y ni siquiera opina, voltea para otro lado y deja que siga el juego.
Independientemente de quienes hayan aprobado esa vulgaridad, el Estado debe aplicar la ley y detener ese intento golpista y castigar al corrupto y al corruptor.
Por la falta de árbitro y el exceso de todología tenemos niños y adultos muriendo por falta de medicinas, energéticos caros que no han bajado de precio, aumento en el pasaje urbano, violencia desatada, somos policías fronterizos de Trump, recortes y despidos, cero apoyo a la cultura y la ciencia, menos educación, no se ha vendido el avión, no hay Santa Lucía ni Texcoco, no hay tren maya ni dos bocas, desempleo y bajas calificaciones crediticias, no hay inversión, se perdona a los corruptos mayores, Peña sigue libre y feliz, se minimiza al sargazos, desaparecieron las estancias infantiles, no hay política exterior, sigue el huachicol, no hay apoyos a la pesca y al campo, no se respeta el Estado de Derecho, no hay investigación y así podemos seguir todo el día porque pesan mucho más las contradicciones y mentiras que los aciertos. Cada mañana en la moderna inquisición se cuentan justificaciones y no soluciones para la terrible realidad de millones de mexicanos y con profunda tristeza vemos a un joven jugador de este país que como puede y con un esfuerzo loable, hace jugo de caña con la ayuda de un pobre caballo flaco y cansado y muy obediente que mueve un trapiche y el árbitro presume esa ¨tecnología¨ como ejemplo, como el camino que está implementando para sacar a México del hoyo, cuando lo que debería de hacer es llevarle tecnología de punta, metodología de negocios, capacitación y jubilar al pobre caballo.
Esta escena es la mejor descripción de lo que piensa el árbitro del juego.
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