No se le puede dar la mano a quien permanece con el puño cerrado.
(Indira Gandhi)
Resulta por demás raro el comportamiento y las respuestas del presidente frente a la inconformidad y protesta de gran parte de las mujeres mexicanas por el crecimiento del feminicidio y la impunidad rampante en el país.
Las mujeres de facto y con gusto han sido apoyadas por millones de hombres, empresas e instituciones por una razón simple y convincente: Tienen toda la razón. Es innegable que el problema es grave, pues anualmente se asesinan a miles de mujeres, cada vez más.
El hecho de ignorar a las mujeres por parte del presidente es un error estratégico, pues ellas fueron un pilar para su triunfo y muchas, millones hoy se sienten engañadas e ignoradas. Se tendrá que pagar el costo de la soberbia y el alejamiento del verdadero sexo fuerte, porque cuando la mujer se decide…ni Dios padre puede detenerla.
Es muy extraño que el presidente no haya sido capaz de pronunciar una sola palabra de apoyo, de empatía a una causa totalmente justificada y profundamente humanista; contrariamente salió con la “novedad” de que son acciones de los conservadores para desestabilizar su administración (Sr. presidente, y ¿sí atrás de este movimiento estuviera Dios o el diablo, qué más da?). Lo correcto es apoyarlo, no sabotearlo, pues lo que importa es el fin, que es urgente y necesario, válido y correcto.
El colmo fue intentar iniciar la venta de los boletos del avión sin avión, el mismo día del paro nacional de mujeres, el 9 de marzo, ¿no tolera que alguien más le quite los reflectores? Y, cierto, cambió la venta de boletos para un día después, producto de la presión social de las benditas redes sociales y seguramente de algunas mujeres cercanas, pero para rematar afirmó que no se acordaba de la fecha , que por eso decidió esa fecha.
En serio ¿no se acordaba? Porque si así fue, ya lo perdimos Houston.
Sr. presidente, ¿está perdiendo el pulso social? o ¿cuál es su plan?
Durante su larga trayectoria como candidato, era el primero en señalar los errores del poder en turno, de abanderar todas las causas sociales, de defender a las víctimas del sistema. Por 18 años tuvo todas las respuestas a todos los problemas del país, por eso ganó. Supo entender e interpretar el sentir de la ciudadanía común, ganó su confianza y capitalizó el enojo y malestar social contra la corrupción, pero hoy tiene todas las excusas. Usted sabía muy bien en qué se metía cuando aceptó ser presidente, nadie lo obligo.
Sr. presidente, no todo gira en torno a usted, no todo es un complot en su contra, la vida sigue, fluye y México siempre ha sido grande, antes y después todos nosotros, incluyéndolo.
No alcanzo a comprender qué gana con actitudes como la mostrada ante la reportera Isabel González, periodista de Grupo Imagen, quien afirmó “Ayer fue un día negro para las mujeres que cubrimos presidencia, fui víctima de un acto de odio, de incitación a la violencia en mi agravio, por parte de un individuo que está a mi lado izquierdo y que trae un parche, diciendo que ojalá me balearán como a él lo balearon”.
Isabel buscaba en usted, la máxima autoridad del país, un poco de seguridad, de confianza y obtuvo una terrible y triste respuesta: “Lo que yo quiero es que se busque una reconciliación, a ver, se puede, por qué no perdonarnos, porque si no vamos a seguir promoviendo este tipo de cosas”
Isabel no quería un consejo, TIENE MIEDO, igual que muchos en este país, ¡esperaba justicia! y toda esta patética escena fue aderezada con la carcajada abierta y burlona de Paúl Velázquez, ese que amenazó, el hombre del parche en el ojo, el amenazante periodista independiente.
¿Por qué no busca a Salinas, a Calderón, a Fox y todos esos enemigos que dice tener y los abraza, se reconcilia, los perdona y predica con el ejemplo?
Me niego creer que lo dicho por el general Emiliano Zapata aquel 6 de Diciembre de 1914 cuando rechazó la invitación de Pancho Villa a sentarse en la silla presidencial: “porque cuando alguien bueno se sentaba en ella, al levantarse ya se había vuelto malo”.
El tiempo le ha concedido la razón a Zapata: esa silla está maldita.
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