Y de los millones de lugares en el mundo donde pudo tener lugar este fenómeno, sucedió en nuestro hermoso México… por algo será.
Ojalá que los políticos actuales, que tanto disfrutan de dar clases de historia, aprendan un poquito de cómo es unir a un pueblo y ya dejen de dividirnos.
Con la aparición de la virgen de Guadalupe el 12 de diciembre de 1531 en el cerro del Tepeyac al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin inició el evento histórico más significativo para México, a solo diez años que México había sido conquistado por Hernán Cortés.
La presencia de la virgen es considerada como un milagro por los creyentes de la fe católica e inexplicable por los escépticos.
El fenómeno consiste en que el obispo fray Juan de Zumárraga, solicitó una prueba para construir un templo en el Tepeyac y como resultado le fue entregada una obra de arte invaluable e inexplicable, fuera de toda lógica universal, plasmada en una tela muy corriente y que le fue entregada por un indígena humilde, casi analfabeta.
¿De dónde podría haber sacado Juan Diego semejante pintura?
La imagen, que tiene metro y medio de estatura, durante 116 años, hasta 1647, estuvo sometida al polvo, a la humedad, al salitre del próximo lago Texcoco, a los excrementos de moscas e insectos, al humo de centenares de velas votivas, al contacto de los dedos, medallas, cruces, rosarios, anillos, pulseras y toda clase de objetos. Razón de sobra para que estuviera enormemente deteriorada, y no es así, la imagen está tan fresca y el colorido es tan brillante como si se acabara de pintar.
La tilma de Juan Diego ha sido objeto de numerosos estudios y cada vez arroja más dudas que resultados, es la única prueba divina en el mundo que no ha podido ser explicada y menos descalificada por la ciencia.
En 1929 el fotógrafo Alfonso Marcué González descubre una figura humana microscópica en el ojo derecho de la Virgen. Posteriormente el científico peruano José Aste Tonsmann, experto de IBM en procesamiento digital de imágenes decidió investigar la posible existencia de más figuras, y halló otras doce desde entonces, el misterio de esas pupilas sigue intrigando a la ciencia. En definitiva, en los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe está impresa una especie de fotografía de lo que sucedió en el momento en que tuvo lugar el milagro.
En 1936 se le permitió al que posteriormente sería premio Nobel de Química del año 1938 y 1949, el Dr. Richard Khun estudiar algunas fibras del manto y descubrió que la pintura no tenía ningún origen vegetal, ni mineral, ni animal, ni ningún otro elemento de los 111 conocidos, por lo que dedujo que la pintura era de origen desconocido.
En 1979 los estadounidenses Philip Callahan y Jody Smith estudiaron la imagen con rayos infrarrojos y descubrieron asombrados que no había huella de pintura y que el tejido no había sido tratado con ningún tipo de técnica. ¿Cómo es posible explicar esta imagen y su consistencia en el tiempo sin colores y con un tejido que no ha sido tratado? ¿Cómo es posible que, a pesar de que no haya pintura, los colores mantengan su luminosidad y brillantez?
Cahallan y Smith mostraron también que la imagen cambia ligeramente de color según el ángulo de visión, un fenómeno que se conoce con el término de iridiscencia, una técnica que hasta la fecha no es posible reproducir con manos humanas.
El 7 de mayo de 1979 los científicos Jody Brand Smith, profesor de estética y de filosofía en el Pensacola College, y Phillip Serna Callahan, biofísico de la Universidad de Florida y especialista en pintura y miembros de la NASA, analizan la tilma sin encontrar pintura en el original de la imagen. Prueban que no es fotografía pues no ha se ha impresionado al tejido. También descubren que la tilma conserva sin ninguna explicación la temperatura del cuerpo humano, de alrededor de 36,6 a 37 grados centígrados.
Al acercarse a ver la tela a menos de 10 centímetros, no se ve nada más que las fibras del manto, los colores ya no son visibles, desaparecen. Los científicos de la NASA descubren también que al pasar un rayo láser por la tela, colocándola de costado, el mismo pasa sin tocar la pintura ni la tela.
De este modo comprueban que la pintura está suspendida en el aire, por tres décimas de milímetros, o sea que la misma no está pegada en el manto, sino tan solo suspendida en el aire, sobre la tela de fibra de maguey, pero sin tocarla.
El 22 de diciembre de 1981 en el Observatorio Laplace de la Ciudad de México, que las estrellas del manto corresponden al Solsticio de invierno del día 12 de diciembre de 1531, que pasó por México a las 10:26 de la mañana. O sea que a esa hora Juan Diego desplegó el poncho y en esa hora de ese día los astrónomos han comprobado tal acontecimiento al analizar la disposición estelar de las estrellas que aparecen en el Manto de María.
En el siglo XVIII se hizo una réplica lo más parecida al original y se pudo comprobar que el poncho confeccionado con las mismas fibras de maguey se hizo polvo en solo 15 años.
La conservación de casi 500 años de la tilma original es un verdadero fenómeno inexplicable.
El día 14 de noviembre de 1921 el pedrero Luciano Pérez, un español anarquista, depositó un arreglo de flores al lado de la tilma de Juan Diego, con las flores había colocado una carga de dinamita que, destruyó las gradas de mármol del altar que sostenía la imagen, hizo volar por los aires los pesados candelabros, retorció un gran crucifijo de metal que todavía se exhibe en ese estado, convirtió en polvo jarrones, floreros y vidrios de casas cercanas a la basílica, y el cristal de un cuadro de San Juan colgado detrás de la Virgen de Guadalupe. Prodigiosamente la imagen de la Virgen de Guadalupe no recibió ni un rasguño. Más aún, quedó intacto el cristal que la protegía.
En torno a la virgen de Guadalupe se pueden decir millones de cosas, hay quienes dudan y quienes creen ciegamente por el dogma de fe, pero independientemente de lo que la ciencia y la religión digan el gran milagro de la virgen de Guadalupe fue el darnos una identidad nacional, pues fue el primer símbolo realmente mexicano, fusión de España y el imperio Azteca.
Fue por ello que el cura Hidalgo la utilizó como símbolo de mexicanidad y libertad…
La aparición de la Guadalupana fue tan poderosa que por primera vez México tuvo algo propio, de qué sentirse orgulloso, fue la diferencia con otras naciones.
El gran milagro de la virgen de Guadalupe es que fue capaz de reunir en torno a ella como una madre en su mesa a toda una nación.
Por primera vez el pobre y el rico, el esclavo y el liberto, el creyente y al ateo, el mulato, el peninsular, el criollo, el negro, el indígena, el zambo, el norteño, el sureño, el intelectual, el analfabeta, el sabio y el ignorante estuvimos de acuerdo, codo a codo, mezclados unos con otros, hincados, juntos, orando con ella y por primera vez entendimos que somos una nación, comprendimos que todos somos mexicanos.
Con la virgen de Guadalupe nació la raza de bronce, nuestra identidad y destino.
La virgen de Guadalupe forma parte de nuestro ADN nacional.
Bibliografía:
https://es.catholic.net/op/
http://www.ich.edu.mx/
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