El gobierno del presidente López Obrador ha asumido el comportamiento del tipo de cambio peso/dólar en el país, como bandera de su gestión económica, de manera quizás más obsesiva, que justificada. Para la llamada 4T, el desempeño de la paridad del peso frente al dólar es símbolo de la supuesta estabilidad económica de esta administración. Por ello, una depreciación significativa de esta valuación puede implicar el descarrilamiento del frágil desempeño económico en este sexenio, y ser un catalizador que debilite la carrera de Morena hacia las próximas elecciones en el 2024.
Morena y el presidente parecen haber tenido un blindaje tipo teflón, ante eventos de corte devastador como el muy cuestionado manejo de la pandemia del Covid-19, los efectos de la invasión de Rusia a Ucrania en nuestra economía, o situaciones con tinte político como la “casa gris”, “El rey del cash”, o el reciente hackeo a los sistemas informáticos de la SEDENA, además de los pésimos resultados en seguridad y salud.
Pero, ¿serán también resistentes a una posible depreciación del peso que exhiba el deterioro estructural de la economía mexicana, y sea la puntilla que mine el, de por sí, golpeado bolsillo de la población?
Moody´s Analytics y la depreciación abrupta
El jueves pasado, Moody´s Analytics (subsidiaria de la calificadora de valores Moody´s, que se dedica, entre otros, a la previsión económica) lanzó una advertencia sobre una depreciación “inminente” hasta del 20% del peso frente al dólar, que pudiera darse para fines de este año o a lo largo del 2023. Una aseveración que apunta a la línea de flotación económica de esta administración y a su proyecto político.
En un análisis titulado “La depreciación que viene”, Moody´s señala que “si la historia se repite, el peso sufrirá una depreciación”. Destaca una “corrección depreciatoria profunda para varias monedas”, incluyendo al peso mexicano, con base en “un modelo que replica las condiciones monetarias y financieras de las últimas dos crisis globales, la de 2009 y del 2020”, en una especie de “stress test”. Según Moody´s, la evidencia sugiere que la historia se repetirá, frente al actual “apretamiento” o subida de tasas, para retirar el exceso de liquidez de la Reserva Federal de EEUU (Fed).
Para algunos economistas, como Gabriela Siller, para que se diera una depreciación de esa magnitud tendría que presentarse una crisis como la del 2008, 2020, o darse altos déficits fiscales, o un evento tipo Trump.
Factores de riesgo
Lo que es un hecho es que, al día de hoy, el peso mexicano ha resistido el fenómeno de “la fortaleza del dólar” por el aumento de tasas de la Fed (desde marzo 2022, han aumentado para situarla en un rango objetivo entre el 3% y el 3.25%, que representa la tasa más alta desde la crisis financiera mundial en 2008), lo que ha llevado a mínimos históricos al euro y la libra esterlina. Pero, el peso mexicano fluctúa alrededor de los 20 pesos por dólar (llegó a 22 en sus peores momentos), y más bien ha mostrado apreciación (la administración de López Obrador inició con una cotización de 20.37 pesos por dólar).
Sin embargo, el “peso fortachón” podría pronto sufrir anemia, frente a situaciones de riesgo que se presentan en el escenario mundial y en la economía mexicana. Los principales factores que podrían debilitarlo son los que precisamente le han dado estabilidad, por el influjo de divisas que ahora puede verse fuertemente disminuido:
-Exportaciones. La Fed sube sus tasas con el fin de encarecer el crédito para particulares y empresas y así ralentizar el consumo y la inversión. Esto se prevé dará lugar a una recesión (inducida por la propia Fed para detener la espiral inflacionaria), de profundidad y duración aún desconocidas, pero que, sin duda, por el frenón de la actividad económica, pueden significar una reducción en nuestro comercio exterior con EEUU, nuestro principal socio comercial. Además, el T-MEC, factor fundamental del comercio de la región, y nuestra principal ventaja competitiva, se encuentra bajo estrés con el posible panel de controversias por la disputa en el tema eléctrico que pudiera resultar en sanciones comerciales a nuestras exportaciones, de parte de EEUU y Canadá. Por otra parte, por la incertidumbre y desconfianza que se ha generado, se han afectado las decisiones potenciales de inversión por el fenómeno de nearshoring hacia nuestro país. En general, significa menor inversión extranjera directa para México.
-Remesas. La reducción en la actividad económica en EEUU puede dar lugar a una reducción en el ritmo de entrada de las remesas en el país, que este año se calculan podrían estar en alrededor de 58 mil a 60 mil millones de dólares. Hay analistas que prevén que caiga hasta a 40 mil millones de dólares el próximo año. Pero también, hay quienes prevén que estas continúen creciendo.
-Turismo. Para 2023 se anticipa que la demanda de turismo podría caer en el país. En una recesión disminuye el flujo de turismo y con ello la entrada de divisas.
-Diferencial de tasas (carry trade): El Banco de México ha actuado a la par de la Fed para mantener un diferencial de 6 puntos, atractivo para la inversión en bonos mexicanos (actualmente 9.25% de Banxico vs. 3.25% de la Fed). Un “desacoplamiento” de política monetaria, como lo mencionó recientemente el subgobernador Gerardo Esquivel, solo fomentaría mayor salida del llamado “capital golondrino”.
-Finanzas públicas. Al día de hoy, la administración de López Obrador ha priorizado mantener finanzas públicas sanas al asegurar un déficit fiscal relativamente bajo. Pero a partir de la Ley de Ingresos 2023, aprobada por la Cámara de Diputados, el escenario puede deteriorarse rápidamente y generar inestabilidad.
Si bien es cierto que el Paquete Económico por regla general contiene supuestos que al final no se dan de la manera prevista, para 2023 presentan un escenario que podríamos calificar de “surrealista”.
Frente a la complicada situación mundial, es de preverse que en 2023 los ingresos públicos no aumentarán significativamente por la recesión global, que impactará a México y que afectará la recaudación fiscal. Resulta más que sobrestimado prever un crecimiento económico del 1.5% al 3%, y por otro lado una inflación de 3.2% (el FMI prevé una inflación a nivel mundial del 6%).
Se establece un tipo de cambio de 20.60 pese a que podría haber menor oferta de dólares, y es previsible una mayor salida de divisas. Hay que decir que está por debajo del pronóstico de 21.31 para 2023 de los analistas del sector económico privado, nacional y extranjero, publicado el 3 de octubre por el Banco de México (para el 2024, pronostican un cierre del año a 21.68).
Para el precio fijado del crudo de 68.70 dólares (por fórmula de ley), se establece un programa de cobertura petrolera para 2023 que protege los ingresos del país si los precios del crudo caen por debajo del precio fijado. Pero frente al déficit en hidrocarburos, que es de alrededor de 20 mil millones de dólares (datos de El Economista), se corre el riesgo del precio por importación de gasolina y gas natural, que no están cubiertos.
Por otra parte, se prevé un crecimiento en los egresos por los incrementos en las pensiones y del pago del servicio de la deuda pública por mayores tasas de interés, así como mas fondos para las obras insignia, a Pemex y a la CFE, y a programas clientelares. Frente a un menor margen de maniobra del gobierno se estima un aumento de la deuda pública por un 1.2 billones de pesos adicionales, que es 32 % mayor al año pasado.
¿Crisis de final de sexenio?
El primer semestre de 2023 será una prueba de fuego. Moody´s pone en la mesa el escenario del tipo de cambio peso/dólar, como relación de valor que es, entre la economía mexicana y la de EEUU. México se ha beneficiado del crecimiento sostenido de nuestros vecinos que aportó mayores exportaciones, remesas, tasas de interés bajas y ahora habrá una corrección que podría poner al desnudo el deterioro estructural de la economía mexicana, en un escenario mundial muy complejo.
Parece que nuestras autoridades no están conscientes ni dispuestas a corregir. Existe el riesgo de un fuerte descalabro fiscal. López Obrador ha presumido la estabilidad del peso como un “logro” de su gobierno y la ha vendido como sinónimo de “salud económica”.
Hoy el presidente literalmente se burla de las alertas que enciende Moody´s en el radar (dice que “quienes se frotan las manos con esas predicciones, se van a quedar con las ganas”). ¿Estará pensando en los aproximadamente 200 mil millones de dólares en reservas internacionales en manos de Banco de México, para enfrentar un brusco debilitamiento del peso, que pudiera poner en riesgo la continuidad de su proyecto político? Lo cierto es que el entorno anticipa inestabilidad cambiaria, que podría descarrilar las aspiraciones de Morena para seguir en la presidencia en 2024.
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