La violencia y las desigualdades económicas y sociales frenan el crecimiento en México y América Latina

Para estimular verdaderamente la inversión y por ende el crecimiento económico, se requiere disminuir los niveles de inseguridad y violencia en el país.

24 de agosto, 2022

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD México) dio a conocer en días pasados un interesante reporte basado en el Informe sobre Desarrollo Humano 2021. La discusión central que propone el PNUD México consiste en analizar la interrelación en tres temas por demás relevantes y que son característicos de América Latina y el Caribe: violencia, desigualdad y bajo crecimiento económico.

Fundamentalmente, América Latina es una región del mundo con niveles por encima del promedio mundial en los tres aspectos, violencia, desigualdad y débil crecimiento. Esto constituye todo un tema de discusión al que no se le puede regatear importancia, y que por el contrario, amerita tener un espacio central en la discusión pública.

El potencial de esta discusión debe llegar hasta la médula del sistema político en los diversos países de la región de América Latina, pues es claro que los resultados hasta ahora van de lo malo hasta lo muy malo y preocupante.

Preocupa que mientras en el mundo, tanto la desigualdad como el número de homicidios ha ido bajando, en las últimas tres décadas nuestra región ha conservado su lugar como una de las más desiguales y violentas. 

Por ejemplo, mientras que a nivel mundial el coeficiente de Gini promedio en el mundo es de 36, en ALC es de 45 (mayor desigualdad); y mientras que la tasa promedio de homicidios por cada 100 mil habitantes en el mundo es de 7, en América Latina es de 20, el triple.

Tasa de homicidio y desigualdad de ingresos en el mundo desde 1995

(Promedio de homicidios por cada 100 mil habitantes e Índice de Gini)

Tasa de homicidio y desigualdad de ingresos en América Latina desde 1995

(Promedio de homicidios por cada 100 mil habitantes e Índice de Gini)

Datos muy preocupantes los de América Latina

A continuación destaco tres aspectos que nos hacen pensar que la situación de la violencia en la región está en un estado crítico y merece una atención urgente.

1.- América Latina y el Caribe abarca solo al 9 por ciento de la población mundial, pero actualmente registra el 34 por ciento del total de muertes violentas. Entre 2000 y 2018, las tasas de homicidio intencional en cada una de las subregiones de ALC superaron significativamente los promedios mundiales

2.- En la mayoría de los países de la región persisten tasas de homicidio que se consideran epidémicas, de acuerdo con las definiciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

3.- La violencia se ha convertido en un elemento fundamental de la lucha por la distribución de recursos, derechos, oportunidades y poder en América Latina; pero lo delicado de esto, es que la persistente desigualdad en la región, puede ser un factor que esté empujando hacia una mayor prevalencia de la violencia.

El PNUD menciona que, desde un punto de vista sociológico, la teoría de la privación relativa sugiere que la desigualdad engendra frustración y enajenación en las personas desposeídas a través de percepciones de desventaja, falta de oportunidades e injusticia, las cuales en conjunto estimulan las conductas violentas. 

Por otro lado, los contornos de la conducta criminal son moldeados por aspectos contextuales relativos a la eficacia de los sistemas penales que subyacen en los países. Dicho de otra manera, la desventaja en el éxito económico-social, aunado a la mala administración de justicia e imposición de penas, crea un coctel idóneo para que la violencia prevalezca como el elemento “disolvente” de las rigideces entre particulares o grupos de interés.

Orígenes y efectos de la violencia 

A lo largo de los años, el PNUD ha sido enfático en que los niveles de violencia y desigualdad en América Latina y el Caribe son el resultado de la ausencia de un crecimiento económico inclusivo y un estancamiento de la movilidad social.

La falta de crecimiento inclusivo y el estancamiento de la movilidad social tienen que ver con aspectos como la precariedad laboral, las desigualdades que van más allá de los ingresos, la dudosa calidad en los servicios públicos e incluso, la inexistencia de éstos.

Entre sus efectos, la violencia llega a fracturar el capital social, entendido como las relaciones e interacciones de los elementos en un territorio que contribuyen a la paz, la estabilidad, la innovación y la prosperidad. 

Otro efecto de la violencia es que constituye una amenaza a las instituciones democráticas, esto tanto a nivel nacional como local. En México hemos sido testigos como la violencia impuesta por el crimen organizado ha puesto en riesgo aspectos como las jornadas electorales, o bien, la vida de los candidatos a puestos de elección popular. 

A nivel macroeconómico, el crimen y la violencia endémica pueden reducir y distorsionar la inversión, afectar la formación de capital humano y por ende la productividad.

Subsecuentemente, viene el agotamiento del capital físico y natural, lo cual es muy palpable sobre todo a nivel regional. Hemos sido testigos de cómo estados enteros de la república mexicana son controlados territorialmente por grupos del crimen organizado, en aspectos como la explotación de minas, bosques, selvas y cuerpos de agua, por mencionar algunos elementos del entorno natural.

Al mirar por país, la situación se pone peor

Hemos visto las condiciones de la región de ALC en general, pero al mirar por país, los datos son aún más preocupantes en algunos casos. Para empezar, las tasas de homicidio en algunos países de América Latina y el Caribe triplican o son incluso trece veces más altas que en otras partes de la misma subregión.

Tasa de homicidio en los países centrales de América Latina durante las últimas dos décadas

(Tasas de homicidio intencional por país)

La situación no es diferente en los países de América del Sur, donde Venezuela, Colombia y Brasil tienen tasas de homicidio intencional por encima del promedio de la subregión. El PNUD señala que la violencia homicida en la región también varía mucho al interior de los países. Por ejemplo, algunos estados y ciudades de México tienen tasas de homicidio superiores a 200 por cada 100.000 habitantes, mientras que otros tienen tasas inferiores a 2.

El otro tema es el de la concentración de la violencia, a veces en unas pocas localidades, como es el caso de El Salvador, donde cerca del 5 por ciento de los municipios concentraron casi la mitad de los homicidios en 2013, y Brasil, donde la violencia en ciudades como Belo Horizonte tiene lugar principalmente en solo 6 de los 81 distritos. 

Viendo esta realidad tan cruda por ciudades, están casos como el de Río de Janeiro, donde el 50 por ciento de los homicidios en 2016 ocurrieron en solo el 1,1 por ciento del espacio urbano. En México, ciudades como Colima, Celaya, Tecomán y Fresnillo, caben en esta triste realidad de la hiperconcentración de la violencia homicida.

Tasa de homicidio en los países centrales de América Latina durante las últimas dos décadas

(Tasas de homicidio intencional por país)

En reiteradas ocasiones hemos comentado en este espacio que actualmente la escasa inversión es uno de los aspectos macroeconómicos que más preocupan sobre la economía mexicana. Los niveles de inversión no han retornado a los que se tenían antes del comienzo de este sexenio, lo cual, siempre hace que parezca evidente que la política económica que se está siguiendo en la actualidad no tiene traza de ser efectiva en el corto ni en el largo plazo. Pero tampoco la política de seguridad está funcionando, lo cual se deduce por la inseguridad que perciben las empresas, y que les lleva a invertir apenas para sobrevivir en el mercado.

Por otro lado, está la coyuntura actual de creciente inflación, donde una tasa de interés más alta, no solo repercute en créditos más caros en el corto y el mediano plazo, sino también en un nivel más bajo de inversión, pues se encarece el financiamiento de los proyectos, tanto públicos como privados.

Pero más allá de esos aspectos que analizamos de manera tradicional, considero que para estimular verdaderamente la inversión y por ende el crecimiento económico, se requiere disminuir los niveles de inseguridad y violencia en el país.

El PNUD señala que el efecto de la violencia es multidimensional, ya que puede llevar al deterioro de los derechos y libertades, empeorar la salud física y mental, reducir el desempeño académico y la participación laboral, y disminuir la participación política. De tal manera que si queremos crecer más, tenemos que voltear a ver otros aspectos como la violencia y las desigualdades sociales y económicas. 

No se puede avanzar si no se pone énfasis en las raíces del problema. Desafortunadamente, una raíz del problema de baja inversión y crecimiento, tanto en México como en la región de ALC, es la flagrante violencia y la desigualdad.

 Twitter: @romero_hicks 

Facebook: José Luis Romero Hicks

Referencias:

https://www.undp.org/es/mexico ttps://www.banxico.org.mx/

https://www.undp.org/es/mexico/stories/construir-la-paz-desde-la-comunidad

file:///Downloads/undp-rblac-IRDH-PNUD_C04-ES.pdf

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