Gas natural, un poder para el futuro

1 de marzo, 2022

Ramses Pech

Rusia ha considerado que Ucrania se incorpore a su territorio bajo el pretexto de que comparten vasos comunicantes en cuanto a historia, cultura e ideología; sin embargo, hay algo más. Ucrania es un espacio estratégico para los intereses económicos y energéticos de Rusia. El Kremlin quiere ese espacio territorial con miras a las posibilidades logísticas que ofrece para mantener un mayor control sobre las energías primarias que fluyen y se utilizan en territorio europeo.

Del total de energía consumida, los 27 países que conforman la Unión Europea dependen en un 10.17% del carbón; 36.3% del petróleo crudo y sus derivados; 23.71% del gas natural, y 17.5% de energías renovables. De las energías primarias para generar electricidad, el gas natural ha sido la de mayor utilización gracias a su gran estabilidad en las líneas de transmisión y distribución. Por su parte, la generación de electricidad con energías renovables está aún en una fase temprana. El principal reto tecnológico es contar con una infraestructura que permita almacenar la energía generada para utilizarse en el momento que se requiera mantener la frecuencia eléctrica en un modo continuo en las redes. Debido a esto, el continente Europeo ha implementado políticas, inversiones y adecuaciones de cómo deberá ser ejecutada esta transición.

Del total del gas que se suministra a Europa, 40% proviene de Rusia. Los países que más dependen de la importación de gas ruso son Macedonia (en un 100%), Finlandia (94%), Bulgaria (77%), Eslovaquia (70%) y Alemania (49%). De los países mencionados, solamente Finlandia no pertenece a la OTAN, pero ha mostrado interés en anexarse.

A través de Ucrania pasa un corredor con tres ductos de gran importancia para Rusia. La compañía de gas más importante de Rusia (Gazprom PJSC) y la compañía nacional de gas ucraniana (Naftogaz Ukrainy) firmaron un acuerdo en 2019 para transportar gas natural a través del territorio ucraniano y distribuirlo al resto de Europa. Dicho acuerdo expira el 31 de diciembre del 2024.

Una vez terminada la guerra, las partes involucradas tienen que negociar para establecer las nuevas posiciones geopolíticas de índole territorial, económica y energética. El que pierda tendrá que ceder. En el dado caso que Rusia gane la posición del control de Ucrania, estaría controlando de manera estratégica los flujos de envío de gas, bajo sus términos, condiciones y precios. Este escenario podría colapsar las economías europeas. Por ende tendría que hacer la transición energética en forma acelerada y así no depender del gas ruso. Mientras se logra esta transición, el país de las barras y las estrellas podría ayudar a cubrir parte de la demanda de gas mediante el envío de barcos con Gas natural licuado (GNL); aunque el costo sería mayor que transportar el gas vía los ductos. En este contexto, el gobierno estadounidense podría subsidiar a las empresas productoras de gas para poder enviar las cargas al viejo continente a precios accesibles a sus aliados y con esto hacer frente a la nueva geopolítica mundial que pueda originarse.

En caso de que Rusia no gane el espacio territorial reclamado, tendría que adecuarse a las nuevas condiciones para el corredor Ucraniano de gas natural. Además el Nord Stream 2 podría cambiar los términos y condiciones pactadas en un inicio. A ello habría que añadir las sanciones económicas que dependerían del daño creado a Ucrania y al Mundo. Tampoco hay que olvidar la posibilidad de que Finlandia y Suecia se sumen a la OTAN, causando mayores estragos económicos y energéticos al limitar la movilidad de exportaciones a toda Europa.

¿Cómo terminará esto?

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