El día del debate fue clara y contundente la forma en que EEUU está por iniciar la segunda fase de su autosuficiencia energética. Su meta es mejorar el aprovechamiento de las energías primarias y eficientar su utilización de la conversión a largo plazo, al incorporar una economía circulante.
Tanto Trump como Biden han incorporado a sus propuestas energéticas su visión del país, de acuerdo con los tiempos que ellos creen conveniente que pueden trascender.
Presidente Donald Trump (Reelección; periodo por 4 años)
Pretende influir en el mediano plazo sobre la forma de utilizar los recursos naturales y su transformación. Para ello, se basa en la industria de hidrocarburos y específicamente en la refinación del crudo. Su posición tiene que ver ante la contracción económica mundial. Su prioridad es no perder su posición estratégica ante el mundo y consolidar la autosuficiencia energética lograda en 2015. Lo anterior está ligado a que ciertos sectores de la población estén preocupados por tener el dinero suficiente y trabajo para continuar con el poder adquisitivo que tenían antes de la pandemia.
Referente a la utilización de las energías primarias y su transición a energías secundarias como la electricidad, están en un segundo plano en el corto plazo, como se demostró con la salida de EEUU del Acuerdo de París. Su proyecto político en el corto plazo pretende dejar las BASES de una economía circular, basada en la forma de construir los equipos para producir energías secundarias y que puedan reciclarse al término de su vida útil; asimismo mejorar la calidad de los combustibles para un mejor rendimiento y migrar a autos del tipo híbridos.
Vicepresidente Joe Biden (Periodo de 4 años con posibilidad de reelegirse)
La política energética por conceptualizar pretende un tiempo de mediano a largo plazo. La política contempla la utilización de las energías primarias para transformarse principalmente en portadoras de energía como la electricidad con tecnología renovable.
Se pretende implementar a un nuevo mercado económico que pueda generar una mayor cantidad de empleos especializados o adaptar los actuales en el sector energético. Dichos empleos no tendrán que ver en gran porcentaje con la transformación de la energía primaria sino en cómo crear procesos que ayuden a controlar las emisiones de contaminantes a la atmosfera, limpiar lo ya contaminado e implementar dentro de los proyectos la forma de reducir la cantidad de materia prima; así como reutilizar cada parte que emane de industria energética, reciclar y remover cada contaminante que afecte el ciclo natural de poner tener aire limpio.
El concepto general es que en el futuro se tenga un aire sin contaminantes.
Biden busca CREAR una economía circular en crecimiento que envuelva la utilización, transformación y limpieza del planeta tomando los recursos o materias primas de la naturaleza. Para ello, invertiría en avances tecnológicos y personal que generen una economía alterna de la actual bajo el concepto no solo de producir, sino también de ser limpios y regenerativos en forma continua para y por la energía.
En tiempo tomado en el debate dio claridad cómo EEUU hará frente a la energía en las siguientes cuatro décadas, donde cada uno tomará el tiempo que le conviene de acuerdo con su visión: Trump en el corto y Biden en el mediano plazo.
La política energética estadounidense podría resumirse de la siguiente forma:
En el corto plazo, continuar aprovechando la energía primaria para mantener a la económica de EEUU dentro del ámbito mundial en el próximo lustro y en forma paralela en tener el suficiente recurso económico para la implementación en una década de una economía circular con un nuevo mercado. Ello se basa en reducir, reusar, reciclar y remover con el objetivo de tener una eficiencia energética para no tomar grandes cantidades de materia prima y/o recursos de la naturaleza, para su transformación en energía secundaria. De esta manera se aprovechará más eficientemente la energía y no se emitirán tantos contaminantes a la atmósfera, con los beneficios a la salud y medioambientales que conlleva.
En México es tiempo de sentarnos y ponernos de acuerdo en qué es lo mejor para la nación en el mediano y largo plazos. Mientras sigamos en debates estériles, estamos condenando el futuro del país a la codependencia energética por tener una visión de corto plazo. El futuro no es de nosotros, pertenece a las generaciones futuras que debemos educar bajo un concepto de una mejor utilización de la energía.
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