No fui yo… ¡Fue el Alcohol!

Recientemente un amigo y cliente del trabajo sufrió un accidente carretero cuando viajaba de la ciudad de Durango a Parral, Chihuahua. Según los reportes, ocurrió...

26 de agosto, 2015

Recientemente un amigo y cliente del trabajo sufrió un accidente carretero cuando viajaba de la ciudad de Durango a Parral, Chihuahua. Según los reportes, ocurrió el pasado jueves 6 de agosto, a las 7:30 am a la altura del kilómetro 150 en el municipio de San Juan del Río, Durango.  Juan Antonio Muñoz Flores de 38 años de edad, a quien conozco desde hace más de 5 años viajaba en compañía de su esposa e hija en una camioneta Toyota, quienes habían decidido tomar unos días de descanso por motivo del receso vacacional.

Justo dos días antes de que partieran de vacaciones, me vi con Juan Antonio en el taller, animoso y trabajador como siempre, sin imaginar lo que ocurriría. Mencionó que uno de sus empleados recogería el trabajo porque el saldría de la ciudad por unos días. Pero en la mañana de ese jueves ocurriría algo inesperado que cambiaría su vida para siempre. Justo en plena carretera cuando se dirigía hacia Parral, un automóvil Ford Sable repentinamente invade su carril y colisiona de frente con la camioneta Toyota en la que viajaban Juan y su familia.  El impacto fue tan fuerte que el conductor del Sable y la esposa de Juan fallecen inmediatamente. Juan queda prensado entre los fierros torcidos de su camioneta, provocándole una fractura en el cráneo y heridas tan graves que lo dejan en estado de coma, mientras que su hija adolescente al ir en el asiento trasero sufre lesiones no tan graves.

Hoy se sabe que el conductor del Sable conducía bajo los influjos del alcohol y que se trataba de un joven Diácono, a quien poco le faltaba para obtener el nombramiento como Padre.  Mientras que, Juan ya despierto se entera de la muerte de su esposa, se encuentra estable, entre la vida y la muerte.

Podría contar miles de historias como esta, en las que por una noche de bebidas con exceso se provocan accidentes que cambian la vida de las personas afectando su estado emocional, calidad de vida, lesiones y daños corporales irreversibles e incapacidades de por vida.

Según las más recientes estadísticas de los accidentes de tránsito terrestre en zonas urbanas y suburbanas. En el año 2014 se registraron 227,639 accidentes de tránsito, de los cuales se tiene certeza que el 7%, (15,952) fueron provocados bajo los influjos del alcohol, para algunos pareciera un dato no tan escandaloso, pero falta considerar el 44.18% del total de los accidentes en los que se desconoce si hubo presencia de alcohol en los conductores ¿Cuántos de estos accidentes se atribuyen a los efectos del alcohol? (INEGI, 20141).

No faltan las salidas o convivencia con amigos o compañeros sin las clásicas caguamas, six y demás bebidas alcohólicas que se consiguen en cualquier expendio o tienda de autoservicio. En México, según las estadísticas los accidentes de tránsito son la segunda causa de muerte entre adolescentes y jóvenes por debajo de los homicidios. Seguramente, a unos cuantos de los jóvenes que acuden frecuentemente a antros y demás eventos sociales no les agrada beber hasta llegar a perder el conocimiento, a quienes beben sin exceso socialmente se les ve como una especie de amargados o antisociales.

Soy joven y cada que veo a otros jóvenes tan ebrios me cuestiono ¿Qué es lo que ha faltado en su vida para llegar a tal estado? Llego a la conclusión y lo atribuyo a la educación.

Cualquier persona refleja la educación que recibió en casa en el trabajo, con los amigos, en la forma de vestir, en el aseo personal, en la forma de expresarse, en general en su entorno. La forma en como convivimos con nuestro entorno se relaciona directamente con nuestra forma de ser, nuestras creencias y educación, por lo que cada que observo a otro joven alcoholizado y arrastrándose por el suelo lo atribuyo a la desatención de sus padres, o quizá sus padres también se embriagan y van de parranda cada que pueden, sin pasar tiempo en familia, como si fuera una cadena que va de generación tras generación.

Y claro, la corrupción. Solo falta observar a los policías de los alcoholímetros de fin de semana, tal como recientemente se dio a conocer que un funcionario ebrio de la Secretaría de Movilidad de Jalisco fue detenido para después ser liberado del alcoholímetro en la Zona Metropolitana de la Ciudad de Guadalajara.

Tomar con exceso y conducir un vehículo representa una gran amenaza que pone en riesgo al resto de la población.  Hagamos conciencia, el cambio dependerá de la sociedad y no de la efectividad de los programas anti-alcohol que implemente el gobierno. ¡Divirtámonos, bebamos y manejemos con responsabilidad! 

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1 Consulta interactiva de datos. Accidentes de tránsito en zonas urbanas y suburbanas. INEGI. Consultado de: http://www.inegi.org.mx/est/lista_cubos/consulta.aspx?p=adm&c=1

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