La violencia es igual que la corrupción: no se puede erradicar. No importa quién lo ofrezca, lo afirme o lo prometa. Es parte de la naturaleza humana. Por lo mismo existirá, mientras exista el ser humano. ¿Qué se puede hacer? Solo controlarla. De igual forma sucede con la corrupción.
Desde el domingo pasado por la noche, el país habla más de la cuenta sobre la violencia. Esto no porque México no es el país más violento del mundo. Ocupa el lugar 140 de entre 162 países. Donde Afganistán es el último lugar. Esto de acuerdo al Índice de Paz Mundial 2018, recién dado a conocer hace unas semanas. El índice se publica cada año desde 2007 y puede consultarse en: https://datosmacro.expansion.
En México se habla a toda hora de violencia debido a lo sucedido en Monterrey, NL., el pasado domingo 23 del presente, antes del inicio del partido entre los Rayados del Monterrey y los Tigres de la UANL. El llamado “Clásico Regio”.
La violencia se desató de tal manera que un joven, Rodolfo Palomo, fue golpeado salvajemente y herido con arma blanca. Su vida ha estado en peligro desde entonces.
Como siempre que algo así sucede en México, ahora se pretende “satanizar” a toda forma de grupo que parezca una “barra” o grupo de apoyo. La exageración y no la prevención siempre es la medida que se toma en el país. Pero ese es otro tema. El hecho es que la violencia en los estadios no se ha podido controlar. Brota de cuando en cuando y causa grandes daños a todos.
Cierto que no es la primera vez que algo así sucede en México. Lo hemos visto en CU, en el estadio Azteca y en el mismo Monterrey en este mismo partido. En 17 años que se viene jugando el “clásico” en mención, todos los años de dan muestras de violencia. La diferencia con este último es el “grado tan alto” en las manifestaciones violentas.
¿A qué se debe ésto?
A que cada generación de criminales es más peligrosa que la anterior. A que el 80% de los más violentos y que cometen estos actos violentos, evitan con facilidad la detención o el arresto. Es decir, 8 de cada 10 no reciben castigo por los crímenes que cometen.
Las bandas son más peligrosas porque no tienen valores y principios que les sostengan. Que les eduque. Que les refrenen. Han roto los tabús.
De acuerdo a un estudio realizado por el Laboratorio de políticas públicas llamado Ethos, “México incrementó en ocho años (del 2008 al 2015) su gasto en seguridad pública un 60%, pero, no obstante estos miles de millones de pesos destinados a resolver el problema, el país sigue siendo uno de los más violentos del mundo, cita este Ethos.
De entonces a la fecha, el gasto creció otro tanto y la violencia, de la misma forma, aumentó de manera exponencial. Los años “negros” o “rojos”, 2009-2011, nos pusieron como el país de mayores índices de violencia en el mundo. Siendo Ciudad Juárez y Tijuana las ciudades de mayor criminalidad.
El mismo reporte marcaba que las variables para tales incrementos de violencia no estaban en la economía. Como aseguran algunas autoridades en el país. Personas que desconocen las causas reales o que no otorgan la importancia que en verdad tienen factores como la Familia, Los Principios y Valores. El Matrimonio, el Divorcio. El consumo de drogas ilegales, las que se empeñan en legalizar, el Aborto y otras más.
Ethos señalaba en su estudio que las estadísticas mostraban que la variable no era la economía, sino la estructura familiar y el amor que se dé en este núcleo; el porcentaje de hogares con padres o madres solteros es directamente proporcional a los niveles de robo y crimen violento; la ausencia de compromiso matrimonial y el fracaso en la formación y desarrollo de la familia son las variables que elevan el índice de criminalidad”. Ethos no tiene afiliación partidista, ni religiosa, ni tendencia política.
Lo señalo porque tengo colegas queridos que inmediatamente tacharían de “moralino” el comentario. Le agregarían los calificativos de ultraconservador y retrógrada. Pero nada de eso. Los números y las encuestas han señalado eso mismo desde hace décadas.
Los jóvenes cargan un dolor interno que les presiona. Se descargan son la violencia. El sexo. Las drogas. La promiscuidad. Lo que va logrando que sus “defensas” naturales, su moral y su ética escasa, desaparezcan por completo. Al grado de convertirles en hordas salvajes que roban, destruyen, hieren y matan. La expresión de la maldad que han anidado en su corazón y mente.
Violencia, odio, ira sin control. Son tres palabras que provocan los hechos violentos y crímenes que vemos a diario en las calles de México.
Los antecedentes para la violencia, por inverosímiles que parezcan son: “libertad de hablar”, “liberación” “libertad de decisión”. Las que son llevadas al extremo. Y sabemos que todo extremo es peligroso.
Con base a estas palabras, las personas se degeneran. Toman control de la sociedad por medio de ideas sin “gota” de moral y sin un sentido de ética.
Se critica a las buenas costumbres. Que son las que mantienen el tejido social fuerte y la concordia entre las personas en las ciudades. Ahora se lamentan y critican la falta de valores. Lo curioso es que son las mismas personas que años antes criticaron los valores, la moral y las buenas costumbres. Así o más inverosímil y sin sentido.
De la violencia nadie está a salvo. Los políticos y los jefes de la policía hablan mucho de planes y acciones contra la violencia. Pero nada sucede que la controle, sino todo lo contario.
En Chihuahua se ha lamentado el asesinato del presidente de la Coparmex, Parral. Uriel Uberto Loya, (q.e.p.d.).
Lo que está claro es que ante el resquebrajamiento de la familia, la comunidad-tejido social-etc., ni los políticos, ni los medios saben qué hacer. No tienen ni idea. E imponen sus criterios “liberalios” impidiendo con ello que se trabaje con fuerza y sin cortapisas en la Familia, la Educación, La Economía y la Política.
Derriban y obstruyen a toda persona o programa que busque reestablecer el tejido social con base en La Moral Cristiana, La Ética y la Verdad absoluta. Reprobando la primera, atacando la segunda y negando la tercera de manera absoluta. Como si esto fuera verdad. Qué paradoja. Más aún, que estulticia.
Por ello la violencia seguirá y pronto alguien exclamará como lo hizo el entonces presidente Zedillo, en 1998. “Que baje la cantidad de la violencia”. Ahí El Meollo del Asunto.
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