Quienes todo critican, empiezan por criticar el término “nueva normalidad”. Lo que creo que es buscarle glándulas mamarias a las víboras. Pero así es como el gobierno federal le ha llamado al regreso a la actividad económica generalizada que ya casi tiene dos meses detenida, o semidetenida.
Se ha anunciado que determinadas empresas habrán de regresar a las labores a partir del 1 de junio. Lo que ha generado diferentes situaciones y hasta confusión tanto en trabajadores como en la opinión pública del país.
Y es que el regreso que iniciará para las plantas o industrias que estaban en paro sanitario, hoy es la fecha para iniciar el acondicionamiento, la preparación de las instalaciones.
La elaboración de protocolos para la debida atención de la gente que regresa y detectar a posibles portadores de coronavirus para evitar hasta donde les sea posible nuevos contagios. Lo que no es una operación que se pueda garantizar de manera total. No importa cuántos protocolos se apliquen.
El gobierno federal, por medio de su “principal vocero”, el señor Andrés Manuel López Obrador, que también es el Jefe del Ejecutivo, dio a conocer que regresaríamos a la “nueva normalidad”.
Esto se ha tomado casi como un banderazo de salida para regresar a las actividades que antes del paro sanitario se hacían de manera normal. Rutinaria. Diariamente.
Lo que ya no será igual, ya no podremos volver a eso.
Aparte de ser complicada, la realidad es única. Y la realidad no es predecible, no es obvia, no es lo que esperaríamos. La realidad es de hecho normalmente algo que no podíamos haber adivinado o imaginado. El futuro es lo más incierto de la vida.
De la misma forma, el regreso a lo que se llama “la nueva normalidad”, no se puede imaginar y no pueden prever de tantas posibles variantes con que cuenta. Toda la gente que trabaja en eso hace su mejor esfuerzo por lograr su cometido.
Por un lado tenemos que el gobierno federal informó que empresas de construcción, minería y relacionadas con transporte podrán consultar los requisitos para reabrir sus actividades bajo el compromiso de “decir la verdad”. Término que de entrada es raro para la cultura mexicana. Pero entiendo que se enfatice. Hay gente en empresas que mentirá para reabrir. Y empleados que harán lo mismo, para regresar al trabajo o para obtener uno.
Quienes trabajan en generar los protocolos copian, traducen y pegan los protocolos que usan en Estados Unidos o en países europeos donde el término, “decir la verdad” es parte del protocolo. En fin.
Luego, viene el consejo sabio, como el de un abuelo para sus hijos y nietos por parte del presidente López Obrador:
“la nueva normalidad a los centros de trabajo deberá hacerse con mucho cuidado, con protocolos y protegiendo la salud de los trabajadores”.
No puedo imaginarme a alguien elaborado los protocolos y saboteándolos al mismo tiempo como para que todos se infecten, pero en fin. Así es.
Sí creo que algunas empresas y negocios, para empezar, sean ligeros en la elaboración de los mismos y se vayan a lo mínimo requerido: mantener la distancia, no saludar de mano y beso, gel antibacterial, cubrebocas de algún tipo y jabón, mucho jabón.
Las empresas maquiladoras y las grandes corporaciones que cuentan con presupuestos enormes son las que pueden tener caretas, guantes y cuanta cosa exista para mantener desinfectado o “sanitizado”, como ahora se dice, las áreas de trabajo.
Sé de empresas maquiladoras que están haciendo un seguimiento exhaustivo diario de su personal. Tengo la evidencia en mis notas de mis fuentes, personal de las empresas que lo están haciendo.
Los protocolos son rígidos. Les toman la temperatura antes de subir al autobús que los traslada a la empresa o planta. Si presentan fiebre, no los suben.
Los autobuses van a la mitad de la capacidad para guardar la distancia. Y en algunos casos, permanecen juntos hasta que deben de regresar. Lo que ha representado un gasto doble para la empresa.
Diariamente les hacen preguntas acerca de su estado de salud. ¿Has tenido tos, fiebre, dolor de garganta, etc.? ¿Alguien en tu casa sí?
Quienes llegan por su medio, de igual forma, son monitoreados antes de entrar a los terrenos de la empresa. Pero por más que se esfuercen, no pueden garantizar que el personal no saldrá positivo o con síntomas. Saben que no podrán detectarlos a pesar de su esfuerzo. Como ha estado sucediendo en algunas de estas empresas.
El pasado viernes 15 del presente mes, en una de estas empresas de las que tengo evidencia, encontraron 13 casos que dieron positivo a Covid.
En total han detectado a 47 de los 625 que hasta ese viernes Ciudad Juárez contabilizaba. Pero así es y así será esta llamada vuelta a “la nueva normalidad”.
La vida tiene que continuar y entiendo que los esfuerzos se centran o deben de ser para que el número de personas infectadas disminuya. Para que la gente no nos enfermemos todos de lo mismo, al mismo tiempo.
Ahora, para aclarar un tanto la confusión que se ha creado por las fechas de reinicio de actividades, las autoridades estatales aclararon que el regreso de las de la construcción, minería, industria aeroespacial y automotriz será hasta el 1 de junio, porque del 18 al 31 de mayo tienen que acreditar proceso de salubridad.
La llamada nueva normalidad inicia con una certificación donde la autoridad compruebe las condiciones de desinfección requeridas. Lo que llevará toda esta semana y la entrante.
De los llamados municipios de la esperanza, 327 lugares en el país que están libres o se dice que lo están, 104 de ellos se niegan a regresar porque temen que no estén como les dicen que están. Es decir, prefieren esperar que arriesgarse.
La realidad es que al país, a las familias, a las empresas, nos urge regresar a la normalidad o a la forma de vida que sea. Sobre todo a quienes no somos asalariados y no nos apellidamos Slim, Fuentes o Zaragoza.
Pero no deseamos tampoco, terminar entubados o sufriendo las miserias de esta pandemia.
Esa es nuestra “nueva normalidad” y el meollo de nuestro asunto.
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