Abril es el mes de la celebración de la niñez. Es paradójico que mientras en nuestro país festejamos “El Día del Niño” recalcando las cualidades y la pureza de los chiquitines, por otro lado no podemos ignorar que los niños ya no son tan inocentes como eran hace treinta o cuarenta años. La cultura en la que vivimos está produciendo niños que son capaces de todo. Hasta de asesinar a sangre fría. Como aquél tristemente “Ponchis” en Cuernavaca, Morelos. Si esto es así; ¿dónde y por qué se ha perdido la inocencia natural de los niños?
Las respuestas a las interrogantes anteriores no son fáciles de contestar y además, existen muchas teorías. Expertos en la materia aseguran que las causas para que surja la cultura de la violencia en la niñez se deben a: 1.-Fácil acceso que se tiene a las armas de fuego. 2.- A la ausencia de padres y madres de familia de sus hogares. 3.- A la tolerancia excesiva para el trato con sus hijos. 4.- A la lentitud por parte de las escuelas al detectar señales de peligro. 5.- A la cultura que viven, en la que prevalece la violencia.
Con alguna salvedad de la primera razón, las otras son bastante aplicables aquí en Ciudad Juárez. Donde es relativamente fácil el que se puedan adquirir armas. Y esto no es un secreto. La gente que asiste a mis seminarios sobre “La Familia” me ha estado preguntando: ¿Por qué cada año vemos delincuentes que son más y son mucho menores? ¿Por qué es tan sencillo que se manifiesten las conductas violentas en niños y adolescentes? Respondo: Porque las conductas violentas son fácilmente imitadas. Porque están dadas las condiciones para la producción del “caldo” social y la cultural que da origen a la violencia. Mire:
A los 15 años de edad, cada niño en México ha visto un promedio de siete mil 300 crímenes a través de la televisión, concluye un estudio del Instituto Nacional de Geografía e Historia y que se destacó en un artículo la Gaceta de la UNAM hace ya unos años. De acuerdo con el INEGI, en México la niñez invierte en promedio dos mil horas frente al televisor, mientras que asiste a la escuela sólo 700. Y concluye: "La exposición continua a programas violentos eleva el umbral de tolerancia a la violencia cotidiana y se pierde la capacidad de asombro y de solidaridad para combatir los delitos, el abuso de cualquier tipo de brutalidad hacia la niñez o a la brutalidad hacia las mujeres", dice el estudio.
La solución parecería fácil. Que se trabajara para que se bajaran los índices de violencia, pero no sólo en las calles, sino en los medios que la trasmiten y que han servido para provocar-según el INEGI-la pérdida de la inocencia en la niñez mexicana a edades cada vez más tempranas. Y eso, no es nada sencillo. Es extremadamente difícil y es donde está El Meollo del Asunto.
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