La “otra” corrupción: la Empresarial

La corrupción se define, literalmente, como la acción de dos que rompen algo.

3 de octubre, 2018

La corrupción se define, literalmente, como la acción de dos que rompen algo. Que lo echan a perder. Que lo degeneran.

Esto se logra mediante el robo, la malversación de fondos. La mentira. La manipulación en cualquiera de sus formas. Y de otras muchas.

Igual se corrompen o se echan a perder las personas, que las cosas. Se puede trasladar a animales. Y cuando se hace, quienes son afectados en su vasta mayoría son víctimas invisibles, es decir, nunca vemos a los enfermos que no recibieron la medicina. Su cita en el IMSS. Su pensión. No vemos a quienes su auto no les funcionó porque el mecánico no le arregló la parte que dijo cambiaría.

No vemos la instalación eléctrica que se está sobrecalentando porque no se puso el alambre de la medida adecuada. Y en edificios, solo cuando hay un sismo se nota el defecto en la mezcla y en la varilla que se usaron.

Es entonces que se hace vivible esta “otra” corrupción. La de la gente, la de las empresas y la de los comercios.

Escribo que es “la otra corrupción” por una sencilla razón. Siempre que se habla del tema o se escribe del mismo se hace señalando a una institución de gobierno.

Será por lo obvio, pero también porque es lo más seguro y lo más lejano desde donde estamos. Es decir, no somos gobierno. Y es más fácil “ver la paja en el ojo ajeno, que el leño en el propio”.

Pero para que haya corrupción se requiere de al menos dos personas. Dos entidades. Dos voluntades que en conjunto trabajen para realizar el acto corrupto. De echar a perder algo.

Como dice el dicho tan citado: “se requieren dos para bailar tango”.

Las empresas son uno de esos dos elementos-entre otros-que la corrupción necesita para existir. Son quienes en algunos casos la inician. Son las que primeramente ofrecen la dádiva, la mordida. La “coima”, como se dice en Centro y Sudamérica.

Es cierto que no es solo el gobierno el corrupto. Existen también empresas. Empresarios, empresarias que participan del hecho corrupto. De la acción de sobornar.

“Es que no nos queda de otra”.

Pues sí y no. Les queda no participar. Pero esa decisión requiere de carácter, convicción y compromiso en la persona para no participar en el hecho corrupto.

Negarse, para lograr hacer una decisión meditada, libre, voluntaria, consiente y que le genere hábitos para no formar parte de la corrupción.

Esta es “la piedra angular” del Programa Nacional Pro Integridad Avanza Sin Tranza. El que llevo por todo el país.

En la “otra corrupción” participan también miles de personas que no forman ni parte del gobierno, ni de dirección de las empresas.

Trabajan aquí y allá. Sus vidas transcurren en el común, pero que al mismo tiempo no tiene sus asuntos en orden.

Sus vehículos no tienen placas o están vencidas. Sus propiedades no pagan predial. Los papeles de sus hijos están caducos. Sus impuestos, mal pagados o no existen. Tantas cosas.

Viven en un caos sistémico. No es fácil romperlo y salir del mismo. Requieren igual, de carácter, convicción y compromiso.

“Las organizaciones son una pieza medular en la corrupción pública y privada porque siempre hay una involucrada”, asegura Fernando Senties, presidente de la Asociación Mexicana de Profesionales de Ética y Cumplimiento (Ampec).

Las empresas extienden la corrupción con base en mordidas que otorgan para lograr el contrato o cerrar la venta.

Transparencia Internacional menciona que es común que éstas se programen con un 10% de su presupuesto para “agilizar” trámites. Recompensar a las personas, tanto en los altos puestos como en los medianos.

“La malversación de activos, el soborno y la corrupción se ubican entre los principales crímenes de los que fueron víctimas las compañías que operan en México, de acuerdo con la Encuesta de Delitos Económicos 2018-Edición México elaborada por la consultora PwC”.

El estudio también señala que quienes más cometen tales ilícitos al interior de las empresas, son los mandos medios en un 42% de los casos. Después vendrían  los inferiores con el 32% y los altos, con 19 por ciento.

Contra la concupiscencia del ser humano no hay control y tampoco ley que valga. Solo la ley interna de cada persona que se auto-imponga.

Esa llega con la convicción que se genera con base en el carácter y con el compromiso voluntario que se adquieren al vivir una vida ordenada, disciplinada y orientada a los logros mediante el esfuerzo.

Logros que la corrupción ofrece de manera inmediata. Sí, pero de manera efímera y con un alto costo. Pues como escribí arriba el costo real del acto corrupto no se ve de inmediato. Es invisible en su efecto. El que está presente y en acción.

El que no es perceptible por la mayoría de la gente hasta que el “status quo” es alterado.

Entonces la gente se da cuenta del daño y responde de manera rabiosa. Porque se ha dañado algo que se consideraba o se percibía “como de su propiedad”.

¿Qué sería eso? “Mi calle, mi gasolina, mi cita en el IMSS. Mi luz, mi carro, mi educación, mi pensión, la escuela de mis hijos, etc.” La lista es interminable.

Ya el INEGI pone el costo de la corrupción como el equivalente al 18% del PIB Nacional. Lo han subido 8 puntos porcentuales. Y en el mismo estudio señala a las PYMES, como muy vulnerables de actos corruptos.

“En promedio, cada Pyme del sector privado se gastó 48 mil 871 pesos en documentos y obligaciones y 50.9 de ellas consideró que las cargas administrativas a las que estuvieron sujetas fueron mayores, según la Encuesta Nacional de Calidad Regulatoria e Impacto Gubernamental en Empresas (ENCRIGE) del Inegi.

¿Solución?

Claro que la hay. Sabemos que la corrupción no se erradica, solo se controla.

Esto mediante programas, como Avanza Sin Tranza que fortalecen el marco de referencia y pensamiento de las personas.

Lo que Fernando Senties presidente de la Asociación Mexicana de Profesionales de Ética y Cumplimiento (Ampec) enfatiza y sugiere.

“La creación de programas de ética y mejora regulatoria ayudarían a reducir y prevenir estas conductas al interior de las empresas”.

Sabe bien él y en Avanza Sin Tranza también lo sabemos, que es la mejor forma para desarrollar la convicción, el carácter y el compromiso.

Elementos necesarios para fortalecer y ayudar a la persona a realizar una decisión consiente, libre, meditada, voluntaria, que le genere hábitos para controlar esta corrupción personal. Que es “la otra corrupción” y es El Meollo del Asunto.

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