El Meollo del Asunto: Violencia sin freno.

Era el año de 1992 y el presidente municipal de entonces, el finado Francisco Villarreal, convocó a los juarenses a una foro para analizar y...

27 de febrero, 2019

Era el año de 1992 y el presidente municipal de entonces, el finado Francisco Villarreal, convocó a los juarenses a una foro para analizar y tratar de buscar una solución al problema de la violencia que en Ciudad Juárez se vivía entonces. La que iba a la alza.

Acudí a la invitación con una propuesta. Retomar los valores y principios morales desde las escuelas y en la familia.

Conservo el agradecimiento escrito del presidente Villarreal y un grato recuerdo de mi entrevista con el finado presidente municipal juarense.

Frecuentemente viene a mi memoria el hecho de ese año. Sobre todo, cada vez que alguien de sobrada inteligencia sale con la brillante idea de retomar los valores y principios morales para combatir la violencia. Como hizo quien escribe hace ya 27 años.

Tal vez entonces fuera válida la premisa. Hoy, creo que debe de hacerse, pero sé que han pasado casi tres décadas y la gente ha cambiado mucho.

La violencia ha crecido exponencialmente y con ella la maldad que la produce. Entonces se requiere de una estrategia diferente. Acorde al tiempo en que vivimos. ¿Cuál es este tiempo? Uno de extrema violencia y de gran maldad.

Ciudad Juárez en 2012 fue nombrada la ciudad más violenta del mundo. Todos lo sabemos. Pero también que abandonamos ese deshonroso y paupérrimo lugar, para dejárselo a Beirut.

Los esfuerzos de los diferentes gobiernos desde entonces no han sido pocos. Pero siempre iguales.  Piden dinero a la federación y ésta otorga lo que puede, quiere o le da la gana. Siempre de acuerdo a la época electoral en que se viva. Pero de efectividad, se ve muy poco o casi nada.

Cierto que en Ciudad Juárez los índices bajaron. ¿Pero gracias al esfuerzo de los gobiernos? ¿O porque la gente del crimen organizado se mató entre ellos y pactaron la tregua?

No lo sabremos a cabalidad. Sin embargo gobiernos, mesas de seguridad y grupos sociales, afirmarán que fue debido a su esfuerzo que los índices bajaron. Lo que no dudo. Pero no es todo, ni fue lo principal.

Febrero que no ha terminado-escribo en miércoles-en Ciudad Juárez se estará cerrando con más de 90 asesinatos. El día de ayer, solo 13.  Y no es por falta de dinero que la inseguridad prevalece o repunta.

Entre 2013 y 2018, el Gobierno federal destinó 1,464,138.1 millones de pesos para las funciones de seguridad pública, equivalentes a 6.5% del gasto programable total para ese periodo. (INEGI).

Tampoco creo que es por culpa directa del gobierno. Que sí lo son, pero no el único. Sin embargo deben hacer otra cosa para combatir la inseguridad, sí, sí creo.

Einstein bien dijo que no se pueden esperar resultados diferentes haciendo las cosas como se han hecho siempre. Se deben de hacer de diferente manera. 

Hasta ahora, en tiempos de la cuarta transformación, aún no sucede algo diferente.

“Cabezas llenas y corazones vacíos producen violencia”. Aristóteles.

La gente en la actualidad tiene muchas cosas en la cabeza. Piensan, piensan y piensan. Pero piensan en las cosas que no restauran el tejido social porque no tienen una guía moral adecuada. Mucho menos un criterio absoluto que marque el camino.

El posmodernismo relativiza todo y ya no es “todos”, sino “todes”. Ya se trata de hombre y mujer, sino lo que sea. Lo que uno tenga en la cabeza.

Aunque el corazón o el alma esté vacío.  No hay ética, no hay moral, no hay fe.

Y si falta una fe fuerte o un sentido de autoestima, o principios morales fuertes, la mayoría de la gente aceptan los falsos. Antivalores que hoy están en boga.

Así, cada generación de criminales es más peligrosa que la anterior. Y el 80% de quienes delinquen son más violentos y evitan con facilidad la detención o el arresto. Lo que provoca aumento en la inseguridad por delitos agravados, como el asesinato. La impunidad campea otorgando un grado de inmunidad.

Para alimentar una raza de asesinos como la que tenemos, hace falta un mundo de escases.

Escasean los empleos bien pagados. La buena seguridad social. Escasea la educación. Las buenas costumbres. El respeto al derecho ajeno. La justicia. La integridad.

Y nos quejamos de la inseguridad, de los abusos que se dan. Protestamos porque los peatones son atropellados en las vías públicas por su falta de educación vial. Culpamos al gobernante, cuando la culpa está en otra parte.

Los gobiernos no saben sino dar dinero para combatir la inseguridad. Y qué más pueden hacer. Su misión en la vida no es la de restaurar personas, sino aplicar los recursos y permitir que quienes sabemos y nos dedicamos a la restauración del tejido social lo hiciéramos de buena manera.

Pero los subejercicios en las administraciones y las tranzas son iguales y están como la inseguridad. Reales y a la alza, respectivamente.

El futuro no es halagador. No se ve cómo los gobiernos frenen esta alza en la violencia que está sin freno en el país. Que no sólo en Ciudad Juárez.

Debemos hacer nuestra parte. Ahí, en el metro cuadrado que nos tocó para vivir y en el mismo no permitir que la inseguridad y la violencia dominen.

Levantar un baluarte desde donde salgamos a dar la pelea. Luchar en nuestra familia por la seguridad, el respeto, la integridad para nuestras ciudades.

Porque si no lo hacemos nosotros mismos. ¿Quién? Ahí El Meollo del Asunto.

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