El Meollo del Asunto | Incapacidad, dolo o corrupción

“Quédense en casa”. Es el grito de alarma, lleno de angustia, del personal que labora en la clínica 6 del IMSS, en Ciudad Juárez. ¿El...

4 de mayo, 2020

“Quédense en casa”. Es el grito de alarma, lleno de angustia, del personal que labora en la clínica 6 del IMSS, en Ciudad Juárez. ¿El motivo? 

La pandemia se está desbordando. El personal carece de insumos para atender a la gente que llega para recibir atención médica. Temen por su vida, por la de sus familiares.

El viernes 1 de mayo por la noche, temprano, una centena de trabajadores de la institución que a nivel nacional dirige Zoé Robledo, unos al terminar su turno, otra parte dejaron el piso que les toca, las oficinas receptoras, salieron a protestar por la falta de insumos para enfrentar la pandemia.

El “disparador” de esta situación, fue la muerte de un compañero de todos ellos. Un enfermero al que se refieren por “Tavo”. Un hombre mayor, fuerte, acomedido, que a todos ayudaba.

Tavo murió, tal vez ese día o el anterior. No queda muy claro en las notas periodísticas y en la entrevista. Las notas dicen que han sido tres en total los fallecidos. Esto provocó la protesta.

Debo decir que el personal protestante siempre se manifestó con decencia y corrección. Sin insultos, sin amenazas, dispuestos a hacer su trabajo y atender a las personas que llegasen a recibir atención médica o un diagnóstico. La muerte de su compañero, repito, fue el detonante.

Se notó la gran apreciación que todo el personal le tenía y el gran servicio que venía dando. A pesar de que no tenía la protección, los insumos mínimos necesarios para realizar su trabajo.

“En esas condiciones me encuentro en este momento”, decía una joven enfermera, madre de familia de un pequeño y esposa. “Hoy he estado con un dolor de cabeza muy fuerte. Inicié hace tres días”. 

“Me mandaron a la casa. Hoy regresé y los síntomas no se van. Tengo dolor de estómago y no nos dan incapacidad profesional. Nos estamos contagiando porque no tenemos el equipo necesario. Nos mandan a la guerra sin fusil”, terminó diciendo la enfermera que no se identifica, pero porta el uniforme del IMSS. Y todos los compañeros secundan. 

Inicia de pronto y al unísono el grito: “Ni uno más, ni uno más”. 

El problema es gravísimo porque se trata de la Clínica 6 del IMSS, catalogada como hospital híbrido y no exclusivo para Covid-19. Es decir, recibe de todo. 

Pero en “ese” de todo, están llegando asintomáticos de Covid-19, que están infectaos y les están contagiando al entran en contacto con estas personas. Y no son solo enfermeras o personal de piso, también recepcionistas, camilleros, personal de limpieza, trabajo social, etc. 

Nadie cuenta con los insumos necesarios mínimos, como guantes, batas desechables, cubrebocas N95, lentes, por parte del Instituto. Dijeron. Vaya ni siquiera lo donado. El personal debe de comprar todo lo que traen.

Es justo decir que algunos sí han recibido un cubrebocas, el que deben de usar algo así como 40 horas y batas que no los protegen. Pero no todos. Como establece su contrato colectivo de trabajo.

El personal está asustado, tienen miedo y con razón. De seguro llevan la enfermedad a su casa, la pasan a sus familiares y éstos, vaya usted a saber a quién no.

¿Qué dicen las autoridades del hospital?

La doctora Eva de León, directora del hospital, insiste que todo el personal ha recibido batas cubrebocas, caretas, guantes, etc.

En el momento que la doctora declara a los medios, es callada por un ensordecedor grito de “nooooooo”, que lanzan todo el personal que se encuentra atestiguando la entrevista de la doctora.

“Tengo documentos firmados por el personal que ha recibido los insumos”, responde la directora. 

De nuevo, es callada por los testimonios de tres o cuatro enfermeras y un empleado que se identifica como el encargado de dotar de equipo al personal, que afirma que la directora miente.

Por su parte, el director de nombre Alfredo Reyes, de manera culposa y acusando un dejo de temor ante los medios, alcanza a decir que “él no es el responsable legal del instituto” y emprende la graciosa huida, juntamente con la directora.

¿Qué está pasando?

Cuando una centena de empleados sale, reclama y desmiente públicamente a los responsables de una institución, solo dos o tres cosas pueden estar sucediendo: incapacidad, dolo o corrupción por parte de los dirigentes. Incluido el sindicato.

Dejo de un lado lo primero, porque es lo más fácil u obvio de corregir. Normalmente por incapacidad algo así no trasciende. Se requiere un alto grado de imbecilidad, es decir, una deficiencia mental para mantener una acción así.

¿Dolo? ¿Tendrán instrucciones de “alguien” para mantener almacenados los insumos que la autoridad nacional dice que está enviando? ¿Hasta cuándo? ¿Quieren ahorrar?

El personal asegura que los insumos han llegado y los tienen resguardados. “¿Dónde están?” reclamó una empleada, “no tenemos con qué trabajar”.

Por su parte, la autoridad federal en la personal del ya célebre y popular doctor Hugo López-Gatell, así como Zoé Robledo, director nacional del IMSS, aseguran que se envían los insumos y gastan millones y millones de pesos en adquirir lo que el personal necesita, pero lo cierto es que en los pisos del hospital no se encuentra el material.

¿Corrupción? El material que usa el personal lo están comprando en expendios autorizados y a través de las redes sociales donde se anuncian. “No importan cantidades, se pueden surtir”, sugiere una empleada.

No sería la primera vez que los altos funcionarios, en colusión con otros de menor rango, aprovechan la emergencia para hacer millones para su peculio. 

Durante los terremotos de 1985 y 2017 se dieron actos de corrupción donde las donaciones que se recibían, se vendían en las calles y hasta en las tiendas oficiales en todo el país.

A nivel local, instituciones como la Coparmex, las maquiladoras, asociaciones y quienes hayan donado materiales, deben de atender esta manifestación y pedir cuentas al administrador y a la directora de la clínica 6 del IMSS. 

Es lo menos que pueden hacer: indagar. Son responsables de que lo que donaron sea usado para lo que fue donado.

El sindicato del IMSS justifica su existencia en proteger al personal que desea laborar (no solamente al personal irresponsables que siempre defiende). Por lo pronto, el personal protestante se reunirá hoy, a las 13:00 horas, frene a la oficina del sindicato, buscando les ayuden. 

Amigos, el problema es muy grave. El IMSS puede verse paralizado y lo peor, que la pandemia tome otras proporciones aún más catastróficas. Lo que sería mortal por necesidad. Así El Meollo del Asunto.

 

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