El Meollo del Asunto: El mejor año para todos

No hay una sola persona que ayer, hoy y mañana, no nos desee que nos vaya bien en el año. Aunque se dan casos. Nos...

2 de enero, 2020

No hay una sola persona que ayer, hoy y mañana, no nos desee que nos vaya bien en el año. Aunque se dan casos.

Nos desean un bien para el año que inicia. Es lo que se estila por estas fechas. Y no es tan solo eso, una frase que se estila.

La mayor parte del tiempo y de las personas que nos abrazan con fuerza o por tiempo prolongado realmente nos desean un bien. Quiero pensar.

Un buen deseo es una bendición.

Al desear bienestar estamos bendiciendo a la persona o a personas que son el objeto del buen deseo. También se bendicen cosas. Se desea el bien a una empresa, gobierno, institución, etc.

Bendecir es bien decir de algo, de alguien, para algo. Entonces les deseo a todos un muy próspero año 2020.

Bendecir no es un acto religioso. Las religiones adoptan y adaptan el desear el bien o bien decir a sus actos. Mismos que casi siempre inician o terminan con una bendición.

Tal vez es por ello que a la gente como que le da pena o vergüenza bendecir a alguien y ser tachados de “devotos” o fieles o creyentes. Personas “pías”.

Pero esa sería una cualidad y no lo contrario. El desear el bien y bendecir constantemente a las personas que nos rodean. Aunque no sean familiares o amigos.

La bendición o el buen deseo generan un ambiente de bienestar. Provoca una fuerza espiritual a la que algunas personas gustan llamar “vibras”. Algunas otras le llaman “energía”, seguido del adjetivo, “buenas o malas”.

Creo que la razón sería la misma que la expuesta arriba. No ser señalados como personas religiosas. Aunque sí podrían ser catalogadas como carentes de conocimiento. Ya que lo que “vibra” es provocado por algo, un “ente” y la energía siempre es positiva. De acuerdo a los conceptos más básicos de la ciencia. Pero en fin, cada quien con sus cosas.

Deseo lo mejor para todos ustedes y les bendigo. Sería una manera de decirles que mis sentimientos para todos son positivos. Que les deseo prosperidad, salud, éxito en su familia, en sus negocios o en cualquiera que sea la fuente o forma legal de obtener sus ingresos. Que son el sustento por el que se esfuerzan todos diariamente.

Le deseo un buen año a nuestra ciudad. Que la vaya bien a quienes administran y gobiernan. Tanto en el área del gobierno municipal, estatal y federal, como empresarial, industrial, educativo, civil y religioso. Este deseo no tiene que ver con deseos de persona alguna, sino colectivos. Aclaro.

Todos podemos y debemos desear esto para todos. Sin distingos. Sin partidismos. Pero todo el año. Sí, ya sé. A veces no se puede todo el año. Aquí es donde hay que esforzarnos por hacerlo.

Ser muy valientes para llevar a cabo una acción que solo los valientes se la arrebatan a lo que es contrario al bienestar.

También se requiere de humildad. Y en cantidades “industriales”.

La humildad nos prepara para recibir y dar bendiciones. Para bien decir, para desear el bien, sin importar nada más.

La humildad está ligada a la bondad. Juntos forman una especie de amor que no tiene interés alguno, más que el de bendecir.

La humildad nada tiene que ver con ser pobre. Si no con tener un adecuado concepto de quién uno es. Nada más, pero nada menos.

¿Será por este concepto eufemístico que malamente se le ha dado a la palabra humildad para señalar a “los pobres” o la pobreza en la gente, que no se ve la cualidad como amor, sino como sinónimo de pobreza? Hay que meditarlo.

En la bondad hay amor. Aunque no comparten frontera. Tema de otra entrega, en diferente tenor.

La bendición es un deseo benigno, de bienestar. Se dirige hacia una o varias personas. A uno o varios objetos.

Se espera que al pronunciar la bendición o el buen deseo, este se materialice casi de inmediato. Al menos eso espero cuando bendigo o soy bendecido.      

“DIOS te bendiga, mijito”, me decía mi madre al despedirme de ella. Igual que a la mayoría de ustedes que leen.

Es una expresión muy natural de las madres a sus hijos. Debería de ser también de los padres. Bueno, eso es lo que opino.

Me gusta bendecir a mis hijos y que me escuchen. Que les quede bien claro que su padre les desea el bienestar para con sus bienes y ahora sus familias que han formado. Me gusta bendecir a mis nietos.

Me gusta bendecir también a las personas que no me bendicen o que no tienen una relación directa conmigo. Las razones son las mismas.

Pretendería con esto generar un “movimiento” espiritual de buenos deseos de mi parte para la gente.

Entiendo bien la “ley de la siembra y la cosecha”. La que dice: “todo lo que la persona siembre, eso también cosechará”.

Algunas personas le llaman acción y reacción, otras “karma” y otras algo más. Pero es exactamente lo mismo. Y se trata pues de desear el bien.

Por todo ello le deseo un año próspero. Que el 2020 sea de gran bendición para todos ustedes. Y lo deseo frecuentemente, no solo hoy día 2 de enero del año 2020.

Entonces, de la misma manera y con la misma potencia que deseo para mí y los míos un feliz y próspero año nuevo, le deseo igual a todos ustedes, amables lectores, personal del periódico y gente que vive juntamente conmigo en esta ciudad.

También a ti que lees en cualquier parte de la república o el mundo donde se replica este artículo de opinión. En el que semanalmente se encuentra; El Meollo del Asunto.

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