La corrupción es la acción de dos que se ponen de acuerdo para destruir, romper, degenerar, pervertir, robar, alterar algo.
A lo que se le puede sumar el verbo que usted quiera, siempre y cuando sea un sinónimo de lo anterior, como engañar.
Se requiere ser demasiado “ingenuo”, para alegar que uno no se dio cuenta y participó en un acto de corrupción donde el mismo se haya beneficiado. Aunque se dan casos.
Si algo nos sorprende porque es muy fácil de obtener, debemos sospechar que algo no está bien. Que es muy bueno como para ser verdad.
La corrupción no es un delito. Es una falta moral grave.
Sus manifestaciones son múltiples y variadas. Todas tienen que ver con destruir, degenerar, pervertir, robar, etc, que son por las que la persona corrupta va a prisión.
También ha de cumplir con cuatro características para que suceda. Una de estas es el “sigilo”. Se hace en secreto. En la oscuridad, sin que nadie sepa o se entere.
La corrupción es la principal generadora de pobreza en un país. Pero no es la única. Una persona que es corrupta, por lo regular vive una vida licenciosa. Abusiva. Lo que tarde o temprano le pasará una factura muy alta de pagar.
La corrupción, de acuerdo a la definición de Transparencia Internacional, es el abuso del poder otorgado a una persona, para beneficio propio.
También está demostrado que causa un daño directo a los dependientes económicos de la persona corrupta.
La corrupción, de acuerdo a nuestro “querido” presidente, es causa de la inseguridad que se vive en el país. Además agregó que; “… es la madre de la inseguridad que se vive en gran parte del país”.
Entonces tiene “parientes”. Hermanas y hermanos. Siendo tal vez la incapacidad y la ignorancia, el “importapoquismo” y la ignorancia, las más graves.
En una definición un tanto simplista, nuestro “querido” presidente menciona que los jóvenes son “enganchados” para cometer actos ilícitos. Versión un tanto paternalista o como la expresaría un “abuelo” de sus nietos a los que quiere.
Nadie es “enganchado” per se. Sino que es “tentado” en sus propias debilidades. Es decir, en sus pasiones que se han venido cultivando en el interior de cada persona.
Son producto de lo que ha venido “alimentando” en su interior. Así, una persona es “tocada” y entonces decide aceptar o rechazar.
El enganche es real, pero siempre se usa una “carnada” que logra el objetivo. Atraer a la persona. No importa la edad, no importa el sexo, masculino o femenino. Importa lo que existe en el interior.
Miles se han “enganchado” con las drogas. Es cierto, pero en todos los casos se han dejado enganchar porque existe el sentimiento previamente colocado ahí por la curiosidad propia del adolescente o de la persona, independientemente de su edad.
Por la conveniencia del momento para obtener “aquello” que se desea con vehemencia. Persona, animal o cosa.
Para evitar la corrupción se requiere de cinco elementos conjuntados y conformados en una acción de la voluntad del individuo.
Esto logra controlar la corrupción personal. Nunca eliminarla.
La corrupción no se elimina. Sólo se controla. Y la única que uno puede controlar es la propia. Nadie puede controlar la corrupción de otra persona.
Sé que nuestro “querido” presidente anunció hace un par de semanas “el fin de la corrupción arriba”.
Sacó su pañuelo blanco. Pero esto no es más que una declaración llena de demagogia.
Lo vemos en el senado. Donde la lucha por el poder entre Batres y Monreal los ha puesto en evidencia.
Lo vemos en la Cámara de Diputados. Donde la bancada morenista trató de “agandallarse” buscando cambiar una ley de último momento para reelegir a Porfirio Muñoz Ledo.
Cuando el director de CFE, señor Manuel Bartlett, es denunciado por haber faltado y omitido declarar su patrimonio. Lo que deberá de probarse o no.
Que la gente o “el pueblo” delinque de diferentes formar y que han arremetido contra la Guardia Nacional. La que tiene o tendría hasta el lunes pasado órdenes de no contestar las agresiones que sufriera por parte del “pueblo”. Parece que esto cambió. Veremos.
De acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) desde diciembre pasado, cuando empezó el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, la cantidad de homicidios es de 20.599, hasta el mes de julio. La más alta en tres sexenios.
Nuestro “querido” presidente sabe que el país tiene un problema grave de inseguridad. Y peor, que está impotente ante ella.
Ahora hace algo que es muy lógico. Culpar a alguien o a algo para librarse. Y ha escogido culpar a los medios de comunicación, a las drogas y a la corrupción.
Por ello reiteró que: “uno de los retos que enfrenta su administración es precisamente el desafío que representa la atención a la inseguridad y que no es resultado sino de la corrupción que ha orillado a la población a delinquir”.
Acusó que uno de los problemas que ha generado un incremento de la delincuencia es que en los medios de comunicación se le ha difundido como una forma glamorosa de vida, “porque pintan de color rosa ese mundo de la delincuencia. Hasta en las series de televisión”.
Supongo que se referiría a series como la que hizo Kate del Castillo.
“Aparecen los delincuentes en mansiones, carros último modelo, ropa de marca, muchachas y muchachos guapos… Y con mucho poder que someten hasta el presidente”, subrayó
Para desviar la atención, las autoridades siempre buscan desviar la atención. Más esta administración. La de la 4T.
La corrupción se identifica como una expresión y quizá la causa de los principales males de un país. Como en Colombia. Donde culpan a las guerrillas del atraso y la pobreza existente. De la violencia.
Sin embargo hoy, casi sin guerrilla, la mayoría de los problemas siguen igual por causa de la corrupción, la desigualdad y la ausencia de justicia. Así en México.
Donde desde hacer tres sexenios no se puede controlar la inseguridad, menos la corrupción. Y la 4T, no es la excepción.
Desde la campaña se vino anunciando que se terminaría con la violencia, la inseguridad, la corrupción y que habría crecimiento económico y desarrollo. Hasta se puso un margen de tiempo. 6 meses. Y en algunos casos, de inmediato. Puro cuento.
Hasta ahora no hemos visto nada de lo prometido. Y eso es, El Meollo del Asunto.
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