Sabemos que la corrupción es una violación de la justicia y el derecho. Que se trata de un abuso del poder entregado a una persona para beneficio personal.
Esa es la definición oficial de Transparencia Internacional. La que el día lunes 28 de enero pasado, dio a conocer el IPC para este año 2019. (Índice de Percepción de la Corrupción con datos 2018).
Nuestro país, México, pasó del lugar 135 al 138. Otra vez una caída. Ya hemos estado en el lugar 103 hace unos años. En 2014.
Las calificadoras internacionales como Moodys, Ficht, Pricewaterhouse Coopers, y otras, emiten certificados del grado de seguridad para la inversión y para hacer negocios, entre otros mecanismos para determinar tales rubros. T.I hace sus propios análisis y todo determina el IPC.
Ahora. Sabemos que el costo de la corrupción en México, hasta el año pasado, de acuerdo a estimaciones de T.I, T.M el INEGI y otras instituciones como, “México, Cómo estamos”, indicaban que el equivalente en pesos y centavos era del 9 ó el 10% del PIB nacional. Más de 500mmdp
Me surgen las siguientes interrogantes que estos índices no informan:
¿Cómo se mide el daño ocasionado por la corrupción?
¿Qué castigo se impone por un delito que no está debidamente tipificado en la ley o que no existe?
¿Cómo se calcula la pobreza que la corrupción ha ocasionado en décadas en el país? No en número de pobres, sino en efecto emocional.
¿Cómo contar las muertes por diferentes motivos donde la causa principal ha sido un hecho corrupto y no necesariamente un crimen?
¿Cómo se restaura todo lo anterior? No hay forma alguna ni de saberlo, ni de medirlo.
Tener las respuestas a esas y otras interrogantes parecidas sería saber El Meollo del Asunto. Y no lo sabemos.
No hay persona alguna sobre la faz de la tierra que lo sepa. Porque no es posible saber quién falleció hoy porque no tuvo la medicina o la atención médica requerida porque no hubo medicina. Porque no hubo atención médica oportuna porque no había quién atendiera.
Porque no hubo los suficientes egresados de la escuela de medicina, porque no hubo maestros ni aulas para prepararlos. Porque el dinero o las partidas para todo lo anterior, algún funcionario o alguna secretaria de Desarrollo Social elaborarían una “estafa maestra” y los “dineros”, no llegaron.
¿Cómo saber el costo de las 369 vidas que se perdieron durante el derrumbe de los edificios durante el terremoto de septiembre 19 del 2017? Eso sin contar los daños materiales.
La corrupción provoca que una calamidad, como el terremoto sufrido se convierta en una injusticia. ¿Por qué?
Porque debido a la corrupción los edificios presentaron anomalías y fallas no solo en su construcción, sino en los permisos para ello.
Porque una tragedia como la sucedida hace unas semanas en Tlahulilpan, fue motivada por la corrupción de un pueblo.
800 personas robaban gasolina y sobrevino la explosión que todos vimos. 117 personas habían perdido la vida al estar bañados en gasolina y otras permanecen en calidad de desaparecidos.
¿Cómo se cuantifica esto? No hay manera.
Todo el pueblo estaba involucrado en el acto. Y aún con esto hay gente que dice que la corrupción no es cultural. Que se va a erradicar. Me parece loable.
Pero cómo se termina con una tradición de más de 500 años. O cuándo en la historia hemos visto un año, un gobierno, una institución sin corrupción.
De acuerdo al mencionado IPC de T.I., son Dinamarca con 88 puntos buenos de 100. Nueva Zelanda, con 87; Singapur con 85, Suiza 85 y Suecia con 85, Noruega 84, Los Países Bajos con 82, Canadá y Luxemburgo con 81, que ocupan los primeros lugares en el IPC.
México es el lugar 138/28 puntos buenos. Debajo de Líbano y arriba de Rusia.
El presidente López Obrador dice y asegura que en los primeros años de su gobierno, México escalará a los primeros puestos. ¡Será Mago!
A Singapur le tomó 50 años llegar a donde está hoy. Un honroso tercer puesto. Hace solo cinco años estaba en el lugar 8. Y hace 58, por debajo de México.
Entonces, no es por decreto, ni con espada, no con ejército. Se requiere de otros ingredientes y de tiempo, mucho tiempo. Las metas deben de ser trazadas a mediano y largo plazo con acción inmediata.
Y no basta seguir el dinero, como aseguran algunas personas. Porque, una vez que lo encuentras, ¿qué? ¿Cómo se evita que llegue otra persona a hacer lo mismo? Se requiere de una transformación del marco legal, pero sobre todo, del marco de pensamiento.
Se necesita que las personas dejen de ver los logros y beneficios que se obtienen de manera rápida por el camino de la corrupción.
Que las leyes se cumplan. Que se deje de pensar que solo son para violarlas.
La gente no mira el camino de la corrupción, que es maldad, porque se puede obtener “éxito” que desea.
“Beneficios” inmediatos. “Posición”. “Admiración”, “respeto”. Todo eso es obtenible por medio de la corrupción.
Avanza Sin Tranza es un programa nacional Pro Integridad que pretende coadyuvar con los esfuerzos que el gobierno, la empresa y las instituciones hacen para controlar la corrupción.
La que sabemos no puede ser eliminada. Sí resistida y controlada pero sólo cuando se tienen los elementos y las herramientas adecuadas para ello. Es decir, de primero y segundo nivel.
Principios Éticos y Morales que son capaces de transformar la manera de pensar del individuo. Que generan la nueva cultura de integridad. Y la aplicación irrestricta de la ley. Como lo que hizo Singapur.
Aceptar esta premisa es el inicio del éxito para dominarla. Ahí El Meollo del Asunto.
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