Cuando las personas ven que la corrupción se comete en las altas esferas de la política y no pasa nada, la gente del común se anima a realizar acciones similares a las vistas. Lo mismo, pero más barato.
Si un funcionario se roba 3 mil millones de pesos o quinientos, el ciudadano se roba lo que puede. Es el ejemplo que se le da. Es lo que ven quienes están siendo las víctimas de las personas que deben de buscar el beneficio para todos, porque fueron votados para ello. Sin embargo el ejemplo cunde. Se nota, se ve, se siente, la corrupción está presente.
Se han preguntado ustedes cómo piensan o sienten los habitantes de Veracruz, Chihuahua, Sonora, Tabasco, Aguascalientes, Coahuila, etc. Piensan que los han robado una y otra vez. Se sienten burlados. Pero esto no es suficiente para que los ciudadanos tomen iniciativas que eviten que los vuelvan a engañar. ¿A qué me refiero?
En Chihuahua por seis años se habló en tono de broma, con sorna y hasta con “admiración” de una presunta corrupción del gobernador César Duarte. Se mencionaban casos, cifras, ranchos, ganado, etc. Se hacían chistes de ello en las reuniones de la gente “bonita” de la región. ¿Qué se hacía además de esto? Nada. Lo mismo en la Sonora de Padrés, en la Coahuila de los Moreira. Y todo es un supuesto, un presunto. Hasta que dejan el poder y es la gente del poder la que aparenta que les caerá encima. O que en su caso, como el de Javier Duarte, da una batalla por atraparlo. Aunque esto deje mucho que desear por los “modos y formas”.
Se les escapa y al atraparlo dejan tantas dudas que parece más un buen arreglo el que el corrupto logra y no tanto un acierto de quien le busca.
Hace falta voluntad política para realizar la obra que los mexicanos estamos esperando. La impartición de la justicia sin distingos. La recuperación de lo robado o defraudado. El castigo de acuerdo a la ley. Y no es suficiente con decirlo y gritarlo por todas partes, como se ha hecho por parte del PAN.
Sus campañas son cimentadas en promesas de meter a la cárcel a los corruptos y no pasa nada. Es mera demagogia hasta ahora. Y esto es igual a dejarlos ir, como ha hecho el gobierno federal. Igual hace AMLO con la gente de su partido. De la que se dice lo mismo que se dice de gobernadores panistas y priístas, que son personas corruptas y éste los defiende a ultranza porque al hacerlo se defiende a sí mismo. Andrés Manuel López Obrador (a) “el que no se mancha” con la corrupción de sus seguidores. La que es enorme, pero a él no lo toca nada de eso. Lo que me hace tener más dudas y sospechas que de todo lo que está a la vista. Su dicho es mentira, como lo otro es demagogia. Tan grave lo uno como lo otro. ¿Hay solución? Claro. Es integral. Muchos factores la afectan.
Lo que no hay es voluntad política para lograr terminar el problema de la corrupción. La corrupción es sistémica, omnipresente, es parte de la vida diaria y para solucionarla primero hay que saber que solo es controlable. Que requiere de la voluntad política para sancionar al compadre, al amigo, al que se sabe bien que cometió la estafa. No solaparlo o protegerlo. No avisarle para que huya. Mientras esto no cambie, lo que se dice y se promete no serán más que mentiras, intenciones, deseos y demagogia. Lo que no es suficiente para que México cambie. Y eso es, El Meollo del Asunto.
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