El 28 de febrero de 1763, Voltaire pedía por escrito a su amigo La Chalotais: “Te agradezco el proscribir el estudio a labradores. Yo, que cultivo la tierra, te pido jayanes-personas de gran estatura y fuertes-y no clérigos tonsurados-pelones-. Envíame sobre todo hermanos ignorantillos para que cojan mis arados y para uncirlos”. (Peasantry and society in France since 1789, Clermont-Ferrand, Univ. Blaise Pascal, 1991.
Ese era el pensamiento de estos hombres héroes del pensamiento científico. Tan reverenciados y tan reconocidos por la élite liberal de nuestro país. Mismos que actualmente defienden el modelo laicista de educación en México.
Después de leer el párrafo inicial entiendo más el porqué del estado de las cosas en nuestra patria.
Seguimos con la misma “escuela” de pensamiento y con la misma forma de ver y tratar a las personas que no son como ellos. Por medio del abuso y la discriminación.
Manteniendo la ignorancia en las clases que consideran menores a ellos.
Pero me dicen que esto estaría por cambiar. ¡Caramba! No puedo dejar de otorgar el beneficio de la duda y esperar que sea cierto.
En las últimos años se ha estado pidiendo opinión y se han publicado artículos que señalan la necesidad de implementar -o todo lo contrario-l a educación religiosa en las escuelas públicas mexicanas.
Por favor, no se escandalicen. A menos que lo hagan también por el pensamiento de los precursores de la escuela laica.
México sigue teniendo miedo a la educación religiosa y lo peor es que la educación que el Estado proporciona no ha logrado producir el tipo de personas que se necesitan para tener un México “Libre” de Corrupción.
Entiéndase bien, no quiero decir que académicamente la educación en México no sea medio-buena, sino por el contrario, creo que en ése renglón lo es, pero lo académico no lo es todo.
El tipo de modelo de educación laicista que tenemos ha producido generaciones de personas que no tienen el suficiente carácter y los valores necesarios para poder hacer frente a las necesidades y presiones de la vida moderna.
Los jóvenes crecen “silvestres”. Sin las herramientas necesarias para tomar las decisiones de carácter moral y ético que requieren y que la vida actual demanda. ¿Por qué?
Porque simplemente no las tienen. Porque con lo único que cuentan es con las encuestas y con las opiniones que levantan o se allegan de modelos o ejemplos de vida importados de Hollywood. Entonces lo que tenemos es una invasión “hollywoodiense”.
La violación de la soberanía nacional sería por esto y no por el Vaticano, como dicen los “liberalios” (neologismo que implemento para diferenciar a quienes hoy se dicen “liberales”, de los Liberales mexicanos del SXIX. Los que pensaban distinto a los del SXXI).
Los “liberalios” han señalado que la soberanía nacional se violaría en caso de que a las Iglesias se les concediera el derecho de intervenir en el modelo educativo público.
No obstante lo anterior, la invasión existe de hecho. Sólo que es una que los “liberalios” sí toleran porque no les molesta. Y la toleran por desconocimiento o por miopía.
En México no hay libertad de educación -como se pretende hacer creer a la opinión pública- porque el Estado, en vez de considerar la enseñanza laica como aconfesional, la define como anti-religiosa. Mas los programas oficiales son así, totalmente anti-religiosos. Lo que va más allá de practicar el laicismo.
Además se promueve el oscurantismo. Al desviar la enseñanza aconfesional hacia el terreno de la antirreligiosidad.
La educación laicista en México es intolerante, excluyente de todo lo que no sea su concepto propio de educación.
El que se basa en el jacobinismo francés y el que tiene un sólo fin, el destruir los valores religiosos o de la vida de la fe. Eso es todo lo que persigue dicho modelo. Al que se le trata de disfrazar de progresista, modernista y tolerante.
La realidad es que por ser así el modelo de educación que vivimos en nuestro país, es antidemocrático e inequitativo. Discriminatorio y prejuicioso.
Afirmo que es intolerante y excluyente ya que sí permite la entrada de cualquier corriente de pensamiento o “religión”, con la excepción de una en particular. El Cristianismo.
Mire: en las escuelas públicas se enseña de todo, desde evolución hasta brujería amigable. Teoría de Género, Feminismo, pero no Cristianismo. No hay lugar para la Teoría Creacionista.
Se reprueba todo lo que sea de origen cristiano a pesar de que contribuya a mantener valores morales universales.
Eso cae en lo ridículo o en el fanatismo del que el cristianismo es acusado. ¿Quién es entonces intolerante?
La educación en las escuelas públicas está “mocha”. Es decir, está carente de un sistema de formación integral. No provee al educando de los criterios para utilizar información y para regir su comportamiento por medio de lo recibido.
Por lo que el educando no puede madurar sólida y firmemente, es decir, sale del sistema educativo proporcionado por el Estado sin tener carácter, sin ninguna convicción salvo la de luchar por cualquier medio lícito o ilícito para buscar el bienestar de la familia.
Eso no se vale. Genera la cultura de la corrupción que hemos visto desde siempre.
El sistema educativo mexicano es como muchas cosas en nuestro país, simulado. Los trabajadores dicen a diario, “yo hago como que trabajo, porque el patrón hace como que me paga”. Trabajo y paga simulada.
Espero y sea cierto que esta realidad actual, cambiaría a partir de la siguiente administración federal. Lo espero con vehemencia.
Educar es comunicar conocimientos y promover actitudes. Es informar y formar. Este es el binomio clave de toda educación que se precie de tal.
Si falta uno de ellos la educación queda “mocha”, coja, imperfecta y entones no forma, sino deforma.
¿Cómo va el Estado a educar y a formar personas si no enseña a pensar en términos absolutos sino relativos, de tolerancia y no de respeto?
¿En qué momento la violencia se torna inaceptable? ¿O la diversidad es amenazante para una sociedad que desconoce cómo tratar con la ella misma?
La que pierde el control impulsada por modelos que atentan contra ella misma debido a una deficiente educación. Porque es incapaz de reconocer cuándo está cavando su propia tumba.
La historia de las sociedades nos enseña que no es posible hacerlo cuando se niega lo que es absoluto y lo relativo se disfraza con democracia.
Cuando la perversidad se enmascara de tolerancia, haciéndola ver como lo normal.
¿Por qué a las diferentes iglesias se les niegan espacios en los medios de comunicación masiva? ¿Por qué sí se permite la presencia de programas televisivos en los que se presentan todas las carencias educacionales y culturales que tiene la gente y donde el éxito de ellos es con base la violencia y la sexualidad?
Con la educación religiosa se debe tener cuidado, por supuesto. Pero también con las tendencias educativas que la educación laica pueda tener debido a que quienes se encargan de enseñar se olvidan de su misión principal, capacitar al ser humano para una vida digna y con equidad e igualdad de oportunidades. Ambos modelos pueden ser formadores o altamente deformadores. Ahí es donde el Estado debería de intervenir y no aceptar modelos solo porque son progresistas y rechazar los que han funcionado en el pasado, solo porque son de origen cristiano.
La educación religiosa debería ser una opción para las familias. Se podría escoger. Habría democracia.
La educación que tenemos “progresista” y con base en el jacobinismo “es solo una sopa”. No hay opción en el sistema público. No hay democracia.
Juan Jacobo Rousseau escribió: “No instruyáis al hijo del campesino: no merece ser instruido”. Eso escribió el padre de la escuela laica. No lo olvidemos. Porque ahí está el Meollo de este Asunto.
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