Transparencia Internacional es una organización no gubernamental que promueve medidas contra crímenes corporativos y corrupción política en el ámbito internacional.
Hace unas semanas dio a conocer el Índice de Percepción de la Corrupción. Una lista corporativa de corrupción a nivel mundial.
La organización publica desde 1995 el índice de percepción de la corrupción que mide, en una escala de cero a cien, los niveles de percepción de corrupción en el sector público en un país determinado y consiste en un índice compuesto, que se basa en diversas encuestas a expertos y empresas.
El propósito es analizar las perspectivas y posibilidades de negocios, el crecimiento y facilidades que presentan los países afiliados. 180 al saber.
De acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2019, México mejoró un punto en el ranking mundial de entre 180 países y con ello detuvo una caída sistemática que empezó en 2015. Con esta calificación, México, lugar 130, con 29 puntos de 100 posibles. Nada mal. Pero tampoco es extraordinario.
Para la elaboración del Índice de Percepción de la Corrupción 2019 se toman en cuenta datos de 13 fuentes de información, de 12 instituciones distintas que recopilan percepciones de empresarios y expertos en la materia de anticorrupción en los 180 países evaluados.
Los países mejor evaluados son Dinamarca y Nueva Zelanda con 87 puntos, en el primer lugar; seguidos de Finlandia con 86 puntos, Singapur, Suecia y Suiza, respectivamente, con 85 puntos; y Noruega con 84 puntos.
Estos países que poseen los menores índices de percepción tienen problemas.
No han erradicado el problema de la corrupción en años de intentarlo.
Se podría decir que todos son países neoliberales. Fifís. Y que no están inmunes a la corrupción.
Esto mismo contradice todo lo que sobre el tema presume “nuestro querido” presidente.
¿Qué dice Don Andrés?
Que: “arriba no hay corrupción, se acabó el bandidaje oficial”
“Nuestro querido presidente se atreve a asegurar que en 14 meses de su administración ya no hay corrupción en las altas esferas ni tampoco bandidaje oficial. Lo que es una declaración más de deseo que por certeza.
“Ya puedo sacar el pañuelito blanco y decir que arriba no hay corrupción’, señaló.
Nadie en Transparencia Internacional podrá aceptar lo declarado por el titular del poder Ejecutivo. No hay evidencia. Por el contrario.
Todos los ejercicios que realizaron en México como en los 180 países que conforman la OCDE, indican al revés de lo que dice “nuestro querido presidente”.
Entonces, su declaración es una auténtica “bola de humo”. Un distractor. Pasa tan rápido que no se ve la bola. Sólo el humo.
“Nuestro querido presidente exagera”.
Es decir, agranda algo con un posible motivo de distraer.
Entonces cae en la demagogia.
Sabe que nadie puede rebatir lo que indique en un discurso. Como hace todas las mañanas.
Y lo hace con una impunidad que se contradice a sí mismo. Él siempre tiene “otro datos”.
Esto es una acción de alguien que no hila, no recuerda lo que acaba de decir. Lo que pudiera ser por negligencia o estulticia.
Caso contrario sería con conocimiento de causa y alevosía. Entonces se torna perverso. Lo que sería más gravísimo, dictatorial. Pues se trata de una exageración.
A Singapur le ha tomado 50 años controlar la corrupción del gobierno, las empresas, las instituciones de todo tipo, incluyendo las educativas, las judiciales.
Y Singapur tiene 87 puntos buenos de 100. Dinamarca y Suecia no pueden hacer lo que “nuestro querido presidente” dice que él hará.
Estos países son quienes lideran el IPC 2019 de T.I.
Entonces, si Don Andrés lo logra en su sexenio, sería más grande que el descubridor de la Relatividad de la Luz, el señor Alberto Einstein.
No hay una sola persona fuera de México que puede creer tal cosa. Sí las dentro del país. Como 30 millones. Pero eso no lo hace posible, menos real.
La corrupción, como lo he comentado antes, es la acción de una o dos personas que abusan del poder otorgado para beneficio propio. Es una maldición. Echa a perder todo lo que toca. Sus efectos se pasan de persona a persona. No se acaba, se controla por medio de acciones que sean tangibles. Como el ejercer las penas que las leyes establecen para los delitos que se derivan de la corrupción que habita en los pensamientos y emociones de las personas.
La corrupción “per se”, no es un delito, es una conducta moral. Y la Moral se asienta en el corazón del ser humano. En la conciencia.
Einstein dijo que “era más fácil descomponer el plutonio (para lograr una fusión atómica), que descomponer el corazón del ser humano, (para mejorarlo).
Lo que afirmaría porqué la corrupción no puede erradicarse de la vida humana y nos mostraría que “nuestro querido presidente” no sabe lo que dice. Que exagera o miente.
Lo que de cualquier manera es una forma de corrupción.
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