Este jueves, todo México celebrará el Día de la Madre. Por años he insistido que no es lo mismo al Día Internacional de la Mujer. Éste segundo es una celebración política feminista de género. El primero, es una fiesta femenina familiar.
Son dos cosas bien diferentes. Aunque hay cientos de funcionarios públicos que no lo pueden ver y menos diferenciar. Así es. Son dos cosas bien diferentes. Las feministas en marzo, que es el Internacional de la Mujer, se esfuerzan por hacerlo notar. Hasta ahora, de manera infructuosa. ¡Qué bien y qué malo!
Hace 42 años que perdí a mi madre. Y cada 10 de mayo quisiera poder hacer lo que todos quienes tienen la bendición de contar con la suya aún.
El recuerdo de mi madre casi se ha borrado de mi mente, no así sus consejos, sus maneras de ser, la educación que me dio, sus consejos.
¿Podremos poner en duda el valor de una madre?
Tal pareciera que sí. Pero no. La madre de familia es invaluable. Y con perdón de ustedes, pero me refiero a la madre de sexo femenino. Lo otro, bueno, es preferencia y yo, como Bora Milutinovich, “yo respeta”.
Pero volviendo al tema: ¿Por qué son las mamás de tan vital importancia en la sociedad? ¿En verdad lo son?
Claro que sí, por supuesto. Pero; ¿ha pensado usted si las mamás se han devaluado? ¿Habrá perdido su valor? Veamos.
La influencia que una madre ejerce, es descrita como la más grande influencia que una persona pueda actuar sobre otra. Todavía hoy, después de 42 años que no veo a mi madre recuerdo sus palabras:
“Cada vez que no le hagas caso a tu madre, te irá mal”. Tenía razón.
Mamá siempre es concebida como una persona amorosa, proveedora de nutrientes para la vida tanto física, emocional, como espiritual. Mamá moldeará la vida de sus hijos e hijas con sus valores más importantes.
En las últimas décadas los escritores y escritoras populares han puesto en duda el valor tradicional de una madre. Del valor de la maternidad misma. La tratan de “poca cosa”. Como si trabajar y ganar títulos profesionales o ejercer “poder”, fuera más honroso y valioso.
Afirmo que por esa “devaluación” que se intenta a diario por el feminismo misándrico de género, el tejido social se ha desgastado como lo hemos visto. Afirmo que estos escritores se han equivocado con su visión acanalada y perniciosa.
El ser mamá o ama de casa no es de “onda”, dicen. Es más bien algo anticuado, del siglo pasado. Es mal visto por la posmodernidad y el Progresismo.
Pero dígame usted: ¿cuándo piensa o recuerda a su mamá; qué es lo que viene a su mente? ¿Su sazón en la comida? ¿Su atención? ¿Sus mimos, besos y caricias? O los logros profesionales de ella.
El valor de una madre no puede ser medido en base a pesos y centavos. Es un error del feminismo tratar de hacerlo así. Más aún el discutir que no obtienen una paga por el trabajo que realizan en casa.
La posición de la mujer en el hogar como en la sociedad es de gran importancia debido a la más inviolable de todas las uniones existentes entren los seres humanos, la que hay entre la madre con sus hijos.
Cuando surgen circunstancias que rompen esta unión, se rompe la identidad de la humanidad misma. Esto porque la mayoría de las características que definen la naturaleza humana y que tanto valoramos tienen origen en el amor de una madre por sus hijos.
Curiosamente, el éxito o fracaso de una sociedad depende de que tan bien la mujer pueda trasmitir los valores y principios al hombre. Al que le vienen de forma menos natural. Esto debido a la maternidad de la mujer.
Por eso y de nuevo con perdón de quienes siendo masculinos se sientan madres, es algo que nunca, pero nunca podrán experimentar. Pero yo, como Bora, “respeta”.
Principios como el amor, la esperanza, el carácter, la fe, nos son heredados por nuestra madre de manera natural.
Los varones no tenemos ese tipo de unión con los niños ni con las niñas o con la comunidad, de la forma como la tiene una madre con sus hijos. Por ello, el valor de una madre es altísimo, único. Ya que sólo una mujer puede gestar un niño y su unión es personal con cada uno de sus hijos
Una madre da vida, nutre, influencia, educa. Hoy en día las guarderías sustituyen a las madres que trabajan y no tienen quién les atienda a los hijos.
En ellas se les atiende y se les enseña de todo. Pero superficialmente. No son sus hijos a los que cuidan. Les falta el amor de la madre. Así, el papel de la madre como principal impresora de valores ha quedado efectivamente destruido. Y la gente afirma; “se han perdido los valores”. Pues esta es una de las causas principales.
¿Cómo remediar la situación? Es muy complejo y requiere trabajo o dejar de trabajar.
La maternidad para una mujer normal es un gozo,
Las feministas de género sostienen que la maternidad hace a la mujer miserable porque se convierte en eso, en madre. Y serlo es algo casi malo.
Aldous Huxley en su “Mundo Feliz”, describe a la madre como una cosa ¡sucia!, cuando es lo más puro y sublime que puede existir.
Ser madres es una vocación, un llamado que cada mujer natural tiene. La vocación de ser madre es cuasi divino.
Maternidad biológica.
La mujer tiene la capacidad física de parir después de nueve meses de gestación, o de preparación, que es física, emocional y espiritual.
El número nueve, es el último de los dígitos y por ello, marca el fin. Es significativo de la conclusión de una cuestión, en este caso, el embarazo.
Significa también el fin del hombre y la recapitulación de todas las obras del hombre. Es el número de la finalidad.
La mujer que no desea convertirse en madre, no ha madurado como mujer. El ser madre es parte del propósito de ser mujer.
Creo fervientemente que DIOS ha puesto su propia huella en la maternidad, dotándola con una clase maravillosa de amor.
Para el amor de una madre no hay sustituto alguno en el mundo. Es un amor con la característica divina de la aceptación incondicional. El amor que nos ama por quien somos y no por lo que tenemos o hacemos.
El amor de una madre es el más limpio y puro amor entre los humanos y no puede darse a cuenta gotas. El amor de una madre nos hace sentir valiosos, seguros, confiados y listos para enfrentar la vida en todos los aspectos. Por eso, ¡a la Madre! ¡Todo! Ahí El Meollo del Asunto.
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