NUESTRAS MEMORIAS

Nos asomamos a diversos escenarios para concluir una misma cosa: el tiempo es el gran maestro, y a ratos el mayor tirano.

19 de abril, 2022 NUESTRAS MEMORIAS

Más allá de las imágenes de terrible violencia que los medios captan en Ucrania, en lo personal me impacta la desolación que transmiten. Ver calles y avenidas que hasta hace poco se hallaban pobladas de vida, convertidas en basureros del color del hollín, entre cuyos desechos es difícil distinguir objetos que alguna vez fueron: Un mono de peluche; una frazada para bebé; una vasija…

Es de esa manera como, de un día para otro, puede cambiar la vida para cualquiera de nosotros, ya sea por causas relacionadas con la propia voluntad, ya por decisiones que se llevan de encuentro la existencia o el bienestar de otros. Las escenas que solíamos asociar a  Polonia durante la Segunda Gran Guerra se ven replicadas ahora; observamos hombres, mujeres y niños, todos en tonos grises, huir de lo que alguna vez constituyó su refugio seguro.    En lo particular es algo que me conmueve mucho, descubrir que del universo de su historia familiar pueden llevar trozos en la mente, en una libreta, en una fotografía.  Todo lo demás, o se ha consumido por el fuego, o está condenado a borrarse con el paso del tiempo.

Justo hace un par de días falleció una prima por la rama paterna.  Curioso: Los respectivos abuelos fueron hermanos, pero por causas ajenas, las familias no se frecuentaron para nada en toda su existencia, a pesar de haber elementos de gran similitud entre ambas. Fue hasta estos últimos seis o siete años cuando establecí comunicación con mi primo el mayor, y a la muerte de éste con ella.  Ahora ambos han partido del plano físico; él hace años, luego de varias semanas de enfermedad; ella ahora, en cuestión de días.  Dentro de ese clima de nostalgia que se me ha cargado, me pregunto, sobre todo en el caso de ella, qué tan consciente o preparada estuvo para dar ese gran paso; para dejar todo atrás y seguir su camino en otra dimensión.

Me lleva a reflexionar en mi vida personal, cuántas veces caigo en decir “después lo hago”; “más delante”, o “para todo hay tiempo”, cuando nos puede suceder lo que a los ucranianos o lo que a mi prima, ver terminar todo de un solo golpe, como con un veloz latigazo que corta una etapa para siempre.

Es asombroso descubrir que lo que hoy somos es resultado de incontables fragmentos de lo que ayer fuimos, desde antes de nuestro nacimiento.  Hay elementos que provienen de nuestros ancestros y que impactan en nosotros de una u otra forma para constituirnos, de modo tal que lo que sentimos tan propio, es tantas veces la consecuencia de procesos que ya se venían dando desde antes.  Ha de ser por eso que en Literatura se dice que nada se cuenta por primera vez; ya todas las historias han sido relatadas.  La diferencia es la forma como pretendamos contarlas esta vez, agregando una pátina de lo propio al lenguaje que utilizamos.

Así como un día nacemos, así nos vamos cuando llega el momento.  No es esto último razón para alarmarnos; es la ley de la vida.  Habrá que hacer acopio de aquello que las circunstancias nos ofrecen para construir un presente más rico, un hogar en el tiempo en el que podamos habitar en tanto la vida transite por nuestro ser.

El mundo postmoderno nos lleva con facilidad a no valorar el paso del tiempo. Resulta increíble cómo un efecto tan simple como dar clic a un botón y regresar o adelantar una grabación, logra distorsionar el sentido real del tiempo.  A fuerza de vivirlo de igual manera cada día, se va modificando la percepción interna de la realidad, y caemos en la trampa de suponer que así como sucede en el mundo digital, llega a modularse la realidad externa.   Y perdemos mucho tiempo a partir de la idea de que éste no pasa, o bien avanza conforme a lo que nuestra voluntad establezca.

No se han cumplido aún dos meses de la invasión de Ucrania por las fuerzas rusas, y ya nos parece que ha transcurrido un tiempo inmenso.  Las familias que han logrado huir y exiliarse en otros países, comienzan a cambiar sus semblantes trágicos por unos más alegres.  Sin embargo, sabemos que el dolor, la angustia y la sensación de pérdida van con ellos, y los acompañan en el día y más todavía en la soledad de la noche.  Y el día cuando finalmente puedan volver a su terruño se van a topar con un escenario de lo más doloroso, más aún si los seres queridos que dejaron atrás luchando por su patria, no aparecen.

La vida es la gran maestra que no admite desperdicio.  Nosotros somos los constantes alumnos llamados a aprender. ¿Hasta cuándo? Nadie lo sabe con certeza. Entretanto habrá que aprovechar el tiempo, ahora que todavía es nuestro.

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