Lecciones desde París

Los Juegos Olímpicos de la era moderna, que se celebran casi sin excepción cada cuatro años, reúnen al mundo entero para admirar y aplaudir luchas y logros de infinidad de deportistas provenientes de distintos puntos del orbe....

6 de agosto, 2024

Los Juegos Olímpicos de la era moderna, que se celebran casi sin excepción cada cuatro años, reúnen al mundo entero para admirar y aplaudir luchas y logros de infinidad de deportistas provenientes de distintos puntos del orbe. Desde 1896 esa congregación periódica en torno al deporte nos provee de un hálito de esperanza, más aún cuando los conflictos bélicos amenazan la paz del orbe. Dos momentos de crisis mundial han puesto en vilo la celebración de las justas deportivas: Tal fue el caso en 1940 de la edición XII, inicialmente asignada a Tokio, y que fue cambiada a Helsinki, pero aun así hubo de ser cancelada por el estallido de la Segunda Guerra Mundial.  Y el siguiente caso por demás emblemático fue el de las Olimpíadas en Tokio 2020, aun dentro de la contingencia que significaba la pandemia por COVID en el mundo.

París 2024 no ha sido la excepción: Haciendo alarde de todo lo que encierra la Ciudad Luz, la capital francesa ha dispuesto de muy diversas instalaciones para el desarrollo del quehacer deportivo.  Resulta hasta gracioso ver cómo recintos sagrados, como Les Invalides, sitio que alberga la tumba de Napoleón, o el esplendoroso Palacio de Versalles han sido adaptados para albergar diversas justas deportivas. Asimismo, se han incluido ciudades cercanas, como Lille y Marsella como sedes para las justas deportivas. 

Dentro de las naciones participantes, la gran ausente ha sido Rusia; unos cuantos deportistas de esta nacionalidad han podido asistir por cuenta propia, no con representación oficial.  Ello ha permitido a otras naciones pasar a ocupar lugares en el medallero, lo que en ediciones anteriores hubiera resultado impensable.  Poco más de diez mil deportistas, entrenadores y equipo humano se han dado cita durante quince días para convertir esa joya del Sena en un mundo deportivo como pocos.

En lo personal he observado con agrado que, en competencias donde han participado deportistas de naciones en conflicto, no ha habido muestras de rechazo, ni por parte de los contrincantes, ni del público. El deporte pone en alto los valores humanos por encima de cualesquiera diferencias políticas o ideológicas, centrando a los jugadores en dar lo mejor de su persona para tratar de alcanzar una presea.

Mucho qué aprender de cada uno de los participantes, de su esforzada preparación; de su capacidad para dar todo aun cuando las circunstancias no sean las idóneas.  Dispuestos a aceptar una derrota y magnánimos al obtener una victoria y compartirla con sus oponentes.

Ha habido grandes sorpresas, con la participación de países que nunca habían obtenido una presea y terminan en el medallero. Tal es el caso de la brasileña Rebeca Andrade, que venció en gimnasia a manos libres a la leyenda norteamericana Simone Biles, para coronarse con el oro, o el caso del filipino Carlos Yulo, que obtuvo el oro en dos especialidades gimnásticas.

Historias que quedarán para ser revisadas y contadas.  Grandes ejemplos de disciplina y honor que serán aprendidos por niños y jóvenes que sueñan con, algún día, asistir a un evento de tal magnitud como son los Juegos Olímpicos.  El resto de los habitantes del planeta tierra nos quedamos contentos, satisfechos, convencidos de que una causa así de elevada consigue desvanecer las diferencias entre humanos, y que todo esfuerzo llevado al máximo produce la satisfacción de haber dado todo lo que se tiene por una causa superior a la propia persona.

Para 2028 las justas olímpicas se realizarán en nuestro continente, teniendo como sede la ciudad norteamericana de Los Ángeles, California, donde se llevaron a cabo estos juegos en su edición de 1984.  Habrá que aplaudir al deporte mundial su increíble organización, como ha sido la desplegada en la capital francesa en esta ocasión.   Sigamos disfrutando lo más elevado y honorable del quehacer humano a través del desempeño sin parangón de estos notables jóvenes deportistas.

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