La vida en rosa ⏐Discapacidad y danza contemporánea

Brenda Ramos ha destacado por apoyar a niños con distintas discapacidades mediante la danza. En su quehacer, Brenda se ha encontrado con numerosos obstáculos a nivel político, social y pandémico.

16 de noviembre, 2021 La vida en rosa ⏐Discapacidad y danza contemporánea

El cuerpo habla por sí mismo cuando no hay palabras.

–Brenda Ramos

 “Aún en la actualidad el término inclusivo utilizado como vanguardista es parafernalia. Las personas que estamos defendiendo los derechos humanos de las personas con discapacidad lo vemos, es angustioso cómo se ratifica la etiqueta incluyente al decir que se permite la entrada a personas con discapacidad, lo que es aceptado y no, cuando deberíamos tener normalizada la atención para todas las personas. El Estado está obligado a dar los servicios y oportunidades a todos. 

“Fue hace dos décadas que se planteó cómo aplicar la danza contemporánea a personas con autismo, sordera, hiperactividad y otros tipos de discapacidad; cómo visibilizar a cada uno de los que forman parte de nuestra sociedad y tienen los mismos derechos”.  

Ella es Brenda Ramos Reyes, nuestra invitada de hoy. Coreógrafa, docente, investigadora y humanista, está comprometida en provocar transformaciones de impacto social a través de la danza contemporánea aplicada a niños y jóvenes con discapacidad, quienes lograron derrumbar sus propias limitaciones, encontrándose de formas impensables hasta entonces. 

Recientemente Brenda representó al estado de Veracruz en el Congreso Nacional de Teatro para brindar aportaciones sobre género, gestión y gobernanza en materia de artes escénicas para nutrir el quehacer de todos los actores culturales. Fue invitada a impartir una clase magistral sobre educación artística en personas con discapacidad como parte del Festival Bravo Garzón, organizado por Difusión Artística de la Universidad Veracruzana.

De sonrisa cálida y palabra franca, con amplia trayectoria, Brenda Ramos es Licenciada en Artes con opción en Danza Contemporánea por la Universidad Veracruzana; diplomada en Arte Terapia por la Universidad Veracruzana; especialista en Gestión y Políticas Culturales por la Universidad Autónoma Metropolitana y el Centro Nacional de las Artes; maestra en Educación Humanista egresada del Centro de Estudios e Investigaciones Gestálticos. 

Es originaria de la Ciudad de México; realizó su primer acercamiento con la danza en el Instituto Nacional de Bellas Artes y con el coreógrafo Marco Antonio Silva; es doctora en Educación Especial por la Universidad IEXPRO de Tuxtla Gutiérrez (Chiapas); consejera Ejecutiva “José Vasconcelos Calderón” en el Consejo Académico para la Calidad Educativa (CACE), de la Red Latinoamericana de Educación. 

Hace más de una década que es académica en educación superior en la normal Centro Educativo Siglo XXI, el Instituto de Artes Escénicas Nandehui, la Escuela Superior de Artes de Veracruz y la Universidad Veracruzana en la Licenciatura en Enseñanza de las Artes, donde imparte la Experiencia Formativa de Educación Especial y Psicología del Desarrollo. 

En el Instituto Veracruzano de la Cultura ha dedicado tiempo a desarrollar y promover la educación artística, la atención a grupos de niños y jóvenes con discapacidad. Como parte de su compromiso publicó trabajos de investigación educativa entre los que están el artículo “Hábitos, prácticas y consumos culturales de los alumnos y docentes normalistas del Centro Educativo Siglo XXI, de la Ciudad de Xalapa (Veracruz). Investigación medida a través de instrumentos del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, así como el texto “Cuerpos emancipados”.

Ha estado al frente del grupo Independiente de Danza Contemporánea Móviles, integrado por jóvenes con discapacidad, con quienes brindó funciones durante diez años, y el Colectivo Raíz, seleccionado por el montaje coreográfico de su autoría “Mujercitas” basado en La Casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, como resultado de la convocatoria nacional Voy al Teatro” Sala Virtual

Es gestora cultural y tallerista en el Instituto Veracruzano de la Cultura; ejerce como docente, investigadora en el ámbito de las artes escénicas, siendo seleccionada nacional para el Seminario “De la inclusión a la interpelación: escena, discapacidad y política”, organizado por la Cátedra Ingmar Bergman, Cultura UNAM, el British Council, y el Instituto de Estudios Críticos. 

Su entrega y esfuerzo la llevó a merecer el estímulo a la creación por parte del FONCA a través del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de México. Ha participado en conferencias en la Benemérita Normal Veracruzana, el Instituto Superior de Artes Escénicas NANDEHUI, el Instituto Veracruzano de Cultura, la Secretaría de Educación de Veracruz y la Universidad Autónoma de México. 

Brenda Ramos es responsable de realizar el primero y segundo Encuentro de Arte para Sordos: El Primer Inclusivo Masivo, interviniendo el Parque Juárez de la ciudad de Xalapa (Veracruz) con más de 150 personas de todas la edades y condiciones. Organizó el primero, segundo y tercer encuentro inclusivo en donde promueve la participación de todas las personas con y sin discapacidad, sobresaliendo adultos mayores disfuncionales. 

Estos son algunos datos de nuestra invitada, quien ha realizado un impresionante trabajo coreográfico para niños y jóvenes en el estado de Veracruz, en Xalapa. 

En 1995 tuvo frente a sí su primer gran reto. Dos hermanos: el niño con hiperactividad y la joven con retraso mental. Al ser egresada de la carrera de danza, no pudo hacer mucho y fue en ese tiempo que comenzó a preguntarse qué hacer por otro ser humano. 

Hizo un alto para repensar el impacto social del arte, cuáles serían las herramientas. Los aplausos son el alimento, pero no trasciende. El espectador puede ser tocado pero no es una cuestión que sea vital. Así, comenzó a trabajar en escuelas, a conocer la población, no solo en el caso de su potencial sino cómo se estaba manejando la práctica artística desde su posibilidad para las personas con discapacidad.

“Era evidente que no se visibilizaba a esta población y comenzó su titánica labor en el año 2000, donde formó un grupo de jóvenes con discapacidad motora, autismo. Como un reto creativo se preguntó: ¿qué es lo que puedo hacer con estos cuerpos diversos?; ¿cómo puedo generar memoria escénica?; ¿cómo puedo hacer que una persona que no escucha se involucre con la música?

“Comencé a explorar. Me di cuenta del impacto que estaba generando no solo la creación sino lo que permeaba en otras aristas, en sus familias que les aplaudían, la condición motora no existía, el equilibrio, no podían caminar sin el apoyo de las manos. Fue gratificante para la familia esta experimentación que se estaba asociando al trabajo tan grande del arte, de la danza, para fortalecer la voluntad de los individuos. Esto hacía que quien no podía caminar, caminaran solos gracias a la danza. En este grupo colectivo se ayudaron entre sí. 

“Este ejercicio hacia fuera los jóvenes empezaron a ser otros, ya no eran vistos como los discapacitados que había que tenerlos encerrados, como grupo de danza dimos funciones en Xalapa, participamos en Veracruz, en la Ciudad de México en el Día Internacional de la Danza. Se logró que compartieran con el gremio de la danza, convivían con coreógrafos y bailarines profesionales. Eran valorados. Fueron 10 años del “Grupo Independiente de Danza Contemporánea”.  Se transformaban. Se daba un intercambio físico-emocional, nadie quiso ver antes que podían expresarse mediante la danza y emocionarse hasta las lágrimas. Los bailarines somos de condición kinestésica.

“Era evidente esta voluntad de luchar contra su propia naturaleza. El que no tenía equilibrio luchaba por tenerlo en escena. El movimiento se convirtió como asunto vital. Les dio presencia, voz. El cuerpo hablaba por sí mismo cuando no había palabras.

“Con el trabajo realizado hasta entonces, se logró un intercambio con la Universidad Veracruzana (UV), con el grupo de danza de la UV y Jazz UV, fue como un laboratorio experimental para crear esa sinergia”. 

Llega a la memoria de Brenda su alumna Guadalupe Cano: una bailarina nata, quien alguna vez expresó: “Esto es lo más hermoso que me ha pasado”. Se refería a un intercambio entre el público y escenario, la emoción se convirtió en lágrimas. 

“Hacer danza de forma recreativa para niños hiperactivos, descargar toda la energía que tienen encima, un trastorno de atención, para hablar a un cerebro se requiere de un tiempo mayor para su desarrollo. Los neurólogos tienden a otorgar apoyo, medicamentos para centrar su atención y tanta energía. Deben tener atención especializada. Desde la docencia se debe conocer a los niños que necesitan correr antes de lograr concentrarse, a los infantes es necesario que se les encamine. 

“El asunto de la pandemia nos ha golpeado. Desde la pantalla seguimos estando presentes con la otredad, a pesar de no sentirnos, pero nos vemos y escuchamos. En el caso de la discapacidad hay distintos grados. Podemos ver que hay niveles: los que necesitan aprender más allá de pintar, necesitan vestirse, ir al baño solos, la parte autónoma que se trabaje en casa como apoyo desde fuera. 

“Hay otros tipos de discapacidad y el hecho de que sí se puede trabajar desde lo virtual, hacer un acercamiento, me disfrazó de todo cuanto pueda, crear escenarios atractivos, hay una triada siempre que es la familia, él o ella y la maestra, donde la familia es el pilar que sostiene y construye.

“En el caso del autismo es un trastorno de neurodesarrollo, hay discapacidad en cuanto a lo social, los niños podrán no estar y se les han puesto juegos, aprender a poner el programa, lo emitan, los monitores en el autismo están siendo muy funcionales. 

“La docencia continúa a través de las pantallas. Esta parte híbrida seguir trabajando desde lo virtual haciendo valioso los momentos presenciales, se hizo una brecha. No todos tienen la tecnología, no todos tienen el apoyo de la familia. Esta problemática  nos desnuda, las pocas oportunidades y la atención para cubrir a todos. Hay regiones donde ni siquiera hay luz. 

“Hay que prepararnos para el rezago, para el después de toda esta situación de confinamiento, el regreso de los alumnos, muchos maestros no han sido formadores ni facilitadores por parte del Estado. Hay un radio de desigualdad social. Los servicios no llegan a todos lados. La enseñanza está estandarizada, lo distinto de los colegios a una escuela rural y los planes de educación así están, no puedo reprobar lo que ya está reprobado: las condiciones en la que no todos se podían conectar o donde tenían personas contagiadas. ¿Cómo van a aprender en las clases si tienen que atender al familiar contagiado? Muchos jóvenes se dieron de baja temporal desde marzo pasado, hubo egresados de todas las licenciaturas.

“Este tiempo ha sido el remedio de la educación. Lo he venido observando como maestra de educación superior. Entre los jóvenes hubo un caso de una estudiante contagiada y con neumonía grave, se le ayudó a terminar en la asesoría de tesis. Los docentes han tenido una clara confrontación con la tecnología al intentar llegar a los alumnos. No todos están listos para llevar una educación a distancia; a nivel bachillerato o universidad sí, pero los menores no porque requieren de acompañamiento cercano. Si solo fuera esa la variante, pero teníamos otras que nos siguen apretando: padres sin trabajo, madres a quienes no aplicaba la equidad de género, los roles se multiplicaron al estar atendiendo el hogar y a los niños. Esta parte nos lleva a una situación emocional complicada. Hay que  poner atención a la salud mental y física. Cada casa y familia vive una situación de encierro complicada. Se vive con el temor del contagio. Es complicado dimensionar a dónde nos lleva la pandemia.

 “En cuanto a discapacidad, se desconocen los derechos humanos. En teoría, todas las personas tienen el derecho de acceso a la cultura, pero no hay rampa de accesibilidad para quienes utilizan silla de ruedas. Un desconocimiento similar ocurre con las personas por su condición indígena. 

“Lo anterior no está en trípticos informativos, en lenguaje braille. Afortunadamente en el 2006 se forma la Convención de los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad, en 2007 se ratificó que se harían válidos ante la ONU.

“Todavía en este tiempo, en nuestro país podemos ser testigos de casos de consultas médicas en las que se puede ser sordo y en el sector salud es casi una proeza que se brinde atención a personas con discapacidad auditiva y que no pierdan su cita.

“Lo mismo ocurre en otros escenarios como el transporte de autobuses en las terminales cuando anuncian las salidas y las personas que no oyen, cuál es el tipo de atención, hablar de espacio inclusivo se ha tomado el término para dar atención a personas con discapacidad, ni siquiera deberíamos mencionarlo como un logro aparte. 

“La valía del arte en la educación y no solo en la discapacidad coadyuva en el desarrollo de los alumnos, desde el IVEC se espera que se brinden los acercamientos, permear hacia otros sitios geográficos, la UV, el municipio, llevar el arte a todos los espacios, dar oportunidad a todos. Estamos obligados a dar atención a las personas, a los niños, mujeres, hombres, generar un espacio justo en la pandemia y después de ésta para irnos recuperando.

“La gente se va construyendo a partir de sus sentidos: qué tipo de música les llega, qué dicen esas letras. De eso se alimentan: todo lo que vemos y lo que oímos es lo que somos. Vamos a deconstruir el tejido social de forma lúdica. Las instancias estamos obligadas a hacer, a salir; hoy se imparten talleres para inscribirse desde los links y eso es elitista. ¿Quiénes atenderán esas regiones donde no hay luz y otros servicios básicos?

“Salir para hacer el trabajo real y cambiar los pensamientos de los veracruzanos o de cualquier otra región de nuestro país, pero no desde el escritorio. Debe existir una regulación de las películas y la música, de lo que los jóvenes están escuchando que está ocurriendo.

“La globalización nos ha llevado en parte a situaciones dolosas. Me preocupa la pérdida de identidad, de valores, la inseguridad en la que vivimos, acaso la violencia que se gesta en los espacios íntimos. Quienes hemos estado cercanos a la educación de los niños, estamos hablando de niños efectuando actos graves. Las instituciones no toman la tarea que tienen que hacer, nos complican y si no nos van a ayudar, que no nos pongan obstáculos.

“Es de interés señalar que muchos de los que llegan a la función pública para ejercer la administración en el ámbito de la cultura, pueden ser personas con buenas intenciones pero nulos en los saberes. Quienes sí sabemos batallamos con esas situaciones al entregar proyectos que ni siquiera entienden y en el peor de los escenarios no les interesa. El perfil de los funcionarios públicos debería tener al menos una maestría en administración cultural”.

Las actividades con las que Brenda Ramos se encuentra comprometida ahora es producir conocimiento y compartirlo. Sería maravilloso llegar a más personas en la enseñanza, las artes y la defensa de los derechos humanos.

 

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