“La creatividad y la psicosis a menudo van de la mano. O, para el caso, genio y locura.”
FICHA TÉCNICA:
Título original: The Queen´s Gambit
Creador: Scott Frank y Allan Scott
Actores: Anya Taylor-Joy, Marielle Stilles Heller, Thomas Brodie-Sangster.
Género: Drama
Año: 2020
País: Estados Unidos
Plataforma: Netflix
SINOPSIS:
Beth Harmon es una huérfana con un don para el ajedrez que lucha contra las adicciones mientras intenta convertirse en la mejor jugadora del mundo.

CRÍTICA:
Netflix lanzó la serie Gambito de dama sin promocionarla tanto; no obstante, al poco tiempo se convirtió en un éxito rotundo. Poca gente que ve con frecuencia series en Netflix, no la ha visto. Tiene algo diferente de las demás series. Es un tema original y la actriz que interpreta el papel principal, Anya Taylor-Joy, tiene una personalidad que engancha. Esta serie es apropiada para los amantes del ajedrez y también para aquellos que no sean aficionados a este juego.
La trama es atractiva sin llegar a ser demasiado original. La serie es impecable en todo: casting de los personajes, actuaciones, época, fotografía y hasta las jugadas de ajedrez. Gambito de dama contó con el asesoramiento del campeón mundial en ajedrez: Garry Kasparov. Cada partida está basada en encuentros reales y se observa que los actores fueron capacitados para saber mover las piezas.
La primera parte de la serie trata sobre la niñez de nuestra protagonista donde queda huérfana y es llevada a un orfelinato. De repente el ajedrez va llenando toda su vida, porque realmente su existencia está vacía de todo. Después, en la segunda parte, empiezan las emocionantes partidas de ajedrez y… prefiero no contarles más de la trama, pero les diré que en general la serie mantiene el interés de los espectadores.
Es muy probable que esta serie compita por el Emmy en la próxima entrega.
Calificación:
Rangos: Mala ★ Regular ★★ Buena ★★★ Muy Buena ★★★★
Excelente ★★★★★

MENSAJE:
¿Infancia es destino? Sí y no. La personalidad solitaria de Beth nos muestra cómo su infancia la ha vuelto una persona desconfiada y que no se sabe relacionar adecuadamente con los demás. Le han dado muy poco cariño y esta es la consecuencia.
Por otro lado, Beth es un genio para el ajedrez y tiene una personalidad competitiva que le hace esforzarse en ser la mejor. Todo mundo podemos triunfar si encontramos nuestro don o capacidad que nos hace diferentes a los demás.
Estrellas: ★★★★
DIRECCIÓN:
Scott Frank la escribe y dirige. Ha sido nominado dos veces al Premio Oscar en la categoría de mejor guion adaptado. Su dirección es impecable.
Estrellas: ★★★★★
ACTUACIONES:
Anya Taylor-Joy, nuestra protagonista, es actriz y modelo. Aunque nació en Estados Unidos, tiene ascendencia argentina y británica. Destacó como protagonista en el excelente film de terror “The witch”, “Split y “Glass”.
En Gambito de dama nos ofrece una actuación llena de matices, como una mujer solitaria, adicta a las drogas y una gran maestra del ajedrez, que es capaz de retar y ganarle a cualquiera.
Marielle Stilles Heller hace de su madre adoptiva en un gran papel, como una mujer que también está sola porque su marido no la quiere. Se complementa a la perfección con “Beth”, se apoyan y comparten adicciones y cariño; tal vez, la única persona que realmente quiere a Beth.
Thomas Brodie-Sangster es un actor británico que interpreta al único amigo de Beth; es ajedrecista también.
Estrellas: ★★★★★
GUION:
The Queen’s Gambit está basada en el libro de Walter Tevis publicado en 1983. El guion es bueno pero en ocasiones algo lento.
Estrellas: ★★★★
FOTOGRAFÍA:
Buena fotografía.
Estrellas: ★★★★
CALIFICACIÓN TOTAL: ★★★★ MUY BUENA
LINK:
https://youtu.be/lbleRbyGKL4
Twitter: @CINEMABLIX13
Estas medidas aplican a partir del día de mañana 19 de diciembre del 2020.
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Otra vez Pucho. Ese perro se está convirtiendo en el azote de la vecindad. Y es porque su dueña lo consiente mucho, y lo ha envanecido en forma tremenda. Y si no, fíjate en lo que pasó.
El otro día, domingo por más señas, la dueña del perro anunció que sacaba a su mascota a pasear. Nada nuevo, pues siempre sale a la puerta de su vivienda y con altavoz anuncia lo mismo. Y es que quiere que nadie estorbe el paso del animalito. Orgullo tonto de la dueña, pues el perro no merece que le abran paso. Pero, en fin, la gente ya se acostumbró a hacerse a un lado para que ella y Pucho pasen muy orondos, como si hicieran algo muy importante.
Pero esta vez, el señor del 42 no oyó el anuncio, o prefirió ignorarlo. El caso es que cuando pasó Pucho, él dio un paso hacia atrás, sin verlo, se enredó en su correa y cayó al suelo. El golpe que se dio en la cabeza sonó como el que hacen las piñatas al romperse.
Hubo un grito de espanto, y al instante toda la gente que estaba en el patio (Que era mucha) se arremolinó en torno al hombre, a ver qué le había pasado. Pero el del 42 no sólo no hablaba, sino que estaba inconsciente. Le dieron a oler alcohol y hasta amoniaco para hacerlo reaccionar, pero nada. Entonces llamaron a la enfermera.
Y mientras ésta llegaba, la dueña de Pucho se acercó también a ver. ¿Pero qué crees que hizo Pucho? Levantó la pata y bañó al hombre con lo que sus riñones necesitaban desechar.
Hubo un grito más horrorizado que el primero, y los vecinos empezaron a increpar a la dueña por esa falta de respeto. Ella se excusaba diciendo que no tenía la culpa, que ella no gobernaba los riñones de su mascota. Y se formaron dos grupos; unos defendiendo a la dueña y otros gritándole. En eso trajeron a la enfermera a empujones, porque ella no quería ni acercarse, diciendo que los muertos frescos le daban mucho miedo; que si ya había pasado el velorio, bueno, porque ya estaban seguros todos de que en verdad había muerto el muerto; pero que un muertito reciente podía levantarse y darle un susto. Los vecinos le decían que era su obligación atender al del 42, que para eso se le pagaba; pero ella empezó a gritar y a llamar al portero para que la defendiera. Y ahí estaban todos gritando, pero de pronto… Creo que ya te imaginas lo que pasó. Efectivamente, el del 42 se levantó y pidió un vasito de agua. Antes de que acabara de decirlo, la enfermera ya estaba en el consultorio atrancando la puerta. Y no le abrió a ninguno de los vecinos que fueron a pedirle “algo para las palpitaciones del corazón”.
En el patio, la señora del 42 ya estaba regañando a su esposo por dar ese susto a los vecinos y, sobre todo, a ella, que estaba tan malita, y a quien una cosa así podía matar; luego lo acusó de querer deshacerse de ella sin matarla con sus manos, y acusó a la dueña de Pucho por haberse puesto en combinación con él. Para no hacerte el cuento largo, las dos viejas se deschongaron y se dieron una paliza tremenda. Mientras, el pobre hombre, con las piernas temblorosas y pálido como si hubiera tenido una entrevista con Drácula, fue a su vivienda y se tiró en la cama, pidiendo a gritos “un vasito de agua con azúcar para la impresión”. Total, que alguien se lo dio; y en cuanto recuperó las fuerzas regresó al patio, cogió a su mujer por los pelos y se la llevó a su vivienda “para evitar que le hiciera daño a la mamá de Pucho”.
En el patio ya estaban los vecinos pegándose; y quién sabe cómo hubiera acabado la cosa, de no ser porque los guaruras los rodearon y empezaron a disparar al aire. Y aunque todos saben que son pistolas de chinampina, poco a poco se fueron calmando. ¿Pero sabes qué fue lo peor? Que Pucho estaba en lo alto de la escalera, viendo cómo todos discutían y se agredían. Yo no sé si los perros son capaces de sonreír, pero a mi me pareció que el desgraciado se estaba riendo de los vecinos.
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¿Qué te parece?
Te quiere
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Hubo un asesinato en la vecindad. Todos lo presenciamos, pero no nos dimos cuenta. ¿Quieres saber cómo pasó eso? Aquí te va la historia.
En el 62 vivía un matrimonio de mediana edad, que se llevaban muy bien. Pero al 63 llegó a vivir una mujer más joven y bastante apetitosa (para los estándares de cierto tipo de hombres), y la vecindad se alborotó. Pero ella no le hizo caso a nadie. O eso creíamos todos.
La recién llegada se hizo muy amiga de su vecina del 62, y todo el día estaba en su vivienda. O viceversa (si no sabes lo que eso significa, búscate un buen diccionario). En realidad se hizo más amiga del marido que de la esposa, pero no nos dimos cuenta al principio. Y lo que tenía que pasar, pasó. Pero nadie se dio cuenta tampoco, porque supieron ocultarlo muy bien.
Luego, un día le dijo el marido a la esposa que estaba engordando un poco. La pobre se sintió la mujer más desdichada del mundo, y corrió al 62 en busca de ayuda. La amiga le dijo que no se preocupara, que hiciera una buena dieta. ¿Cuál? Le aconsejó una que consiste en comer solamente plátanos con crema. Esas son cosas engordadoras, pero le dijo que la combinación de los dos producía una substancia que quemaba la grasa del cuerpo. Y ahí estuvo la mujer, comiendo plátanos con crema todo el día y toda la noche. Pero lo que tenía que pasar, pasó (otra vez), y la mujer engordó unos kilitos.
Nuevo llanto, nueva dieta. La de la luna llena, que consiste en comer un poco de todo únicamente las noches de luna llena, totalmente desnuda, iluminada por los rayos del “astro de la noche”, como la llamó la del 62. Y allá va la del 63 a la azotea; pone un mantel en el suelo, distribuye los platos y se quita la ropa.
¡La que se armó! Los ninis se alborotaron toditos y se amontonaban en las rendijas de sus chozas para ver a la del 63, que no hacía nada más que comer parsimoniosamente. Pero conoce a los hombres, y en cuanto sentía algún movimiento cercano, sacaba la pistola del marido y disparaba. (Y éstas no eran chinampinas, como las de los guaruras). Se estaba en la azotea las dos horas que le recomendó la amiga que se bañara en los rayos de la luna, y se volvía a su vivienda, dejando a los ninis hundidos en su frustración y sin manera de darse duchas frías a esas horas. Pero como estaba desvelada, dormía casi todo el día siguiente, y la dieta no le funcionaba correctamente.
Después le recomendaron otra que consiste en no tomar durante una semana nada más que un refresco negro que se vende embotellado (no menciono la marca, porque no te dice nada). Eso era infalible, afirmó la amiga, contundente. Pues la mujer se compró una buena provisión de refresco y se estaba todo el día tomándolo. Pero lo único que logró fue que le diera asco el sabor, y se la pasaba vomitando. Vas a decir que eso la hacía perder peso. Sí, pero muy poquito, y no valía la pena el esfuerzo.
Por fin, la amiga le dijo que no le quedaba más remedio que dejar de comer totalmente. Que ya sabía que eso era muy difícil, pero era cuestión de unos días y luego ya podría comer normalmente. Pues la del 63 le hizo caso, y no probó bocado en una semana. Al cabo de ese tiempo sí bajó tres kilos, pero tenía que apoyarse en las paredes para caminar, porque estaba muy débil. Pero como el marido le dijo que “se estaba poniendo muy buena”, se pasó quince días más sin comer. Los perros no la perseguían en la calle porque ni asomarse a la puerta podía, pero ella estaba feliz porque había recuperado el amor de su marido. Es cierto que el hombre se mostraba muy cariñoso con ella y la llenaba de halagos; pero ella estaba cada día peor. Y, al fin, se murió.
El marido llenó varias cubetas de lágrimas, ayudado por las vecinas. Y al velorio fueron todos, incluyendo al portero y a la Flor. Y los guaruras se turnaron para poder asistir, pues también estaban impresionados por aquella mujer que, según dijo la señora del 34, “había muerto por amor”. Pero yo te diré la verdad: la mujer murió por idiota.
No te enojes. No soy insensible. Pero me da coraje que la del 63 fuera incapaz de darse cuenta de que todo fue un plan elaborado por el marido y la del 62 para quitarla de en medio sin matarla con sus manos. Yo lo supe porque oí a los criminales celebrar el éxito de su plan acostándose sobre el féretro de la difunta. Y la del 62 dijo que había cedido a la tentación tres o cuatro veces mientras la del 63 vivía, pero que no le gustaba vivir en pecado y le pidió matrimonio al viudo. Y se casaron. Y vivieron felices hasta que él empezó a echar panza, y ella le recomendó la dieta de la luna menguante para recobrar su primitiva esbeltez. Él fue más listo que su difunta, y se fue de la vecindad. No se volvió a saber de él.
Para que veas las consecuencias del miedo excesivo a la gordura.
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